(San Juan, 12:00 p.m.) La vista en el Congreso de los EE.UU. el pasado martes ha sido asumida en Puerto Rico, como si se tratara de una verbena musical. Sin pena ni gloria, el gobernador de turno, Ricardo Rosselló fue, junto al director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, y en apariencia no pasó nada. Es curioso, pues el contenido de dicha vista fue de bastante magnitud y profundidad para el pueblo de Puerto Rico, y también define y redefine la relación entre la isla y los EE.UU.
Ante esto, no importa lo que nos diga el gobernador de turno a su regreso, la evidencia en el récord legislativo establece que se cuestionó la integridad continuamente del liderato del gobierno de la isla. Esto no se puede tomar a la ligera, pues la ponencia que ofreció la Sra. Natalie Jaresko, la directora ejecutiva de la Junta de Supervisión Fiscal, establece que es necesaria la intromisión aún más de la junta, en tanto en cuanto el gobierno de la isla ha demostrado en ser incapaz en dirigir efectivamente las riendas del país. Sea desde la mirada de los congresistas, o desde la mirada de la junta de supervisión fiscal, el balance sugiere que vendrá mayor fiscalización directa sobre el gobierno de Puerto Rico.
El cuadro actual de la actividad pública en la isla está muy complicado. La crisis fiscal aún no se supera; el gobierno no tiene fondos suficientes para garantizar la gestión pública; y lo peor que le pudo haber pasado es que los gobernantes de turno no cuentan con la confianza del gobierno de Washington. ¿Qué hacer?, se torna en la pregunta fundamental. Pensemos.
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