Eran los años de la depresión, de las huelgas cañeras del 1933 y 1934 en las que Pedro Albizu Campos, abogado educado en Harvard y Presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico, fuera convocado por los trabajadores. La tuberculosis, la anemia, el desempleo y  la miseria se habían apoderado del archipiélago y sumían a Puerto Rico en la incertidumbre, según expone Francisco Scarano en su obra Puerto Rico. Cinco siglos de historia. Eran también los tiempos de Davilita y Pedro Flores. En ellos se unían el amor y la protesta patriótica. La memoria y la historia se entrelazan a veces para construir un relato más inclusivo o desmitificar los hegemónicos y fracturar el silencio que por años fuera impuesto particularmente en la educación y en los textos históricos.

Los nacionalistas y disidentes en la década del treinta eran perseguidos por Elisha Francis Riggs, jefe de las fuerzas policiacas de Puerto Rico. Las relaciones entre el gobierno y los miembros del Partido Nacionalista se habían tensionado aún más debido a la formación de Riggs, quien trabajó en el Departamento de Inteligencia Militar de Estados Unidos y de la anterior llegada a la gobernación de Blanton Winship quien era abogado militar. Una canción es emblemática de esta memoria histórica: el Lamento borincano del compositor aguadillano Rafael Hernández como expone muy bien el autor de Muere Riggs, Rafael Acevedo, narrador, poeta y ensayista y Director del Suplemento literario del periódico Claridad. Este libro fue publicado por La Secta de los Perros.

En el 1935 se produce la masacre de Río Piedras. Cuatro nacionalistas fueron asesinados. La situación de pobreza y la estrecha vigilancia del gobierno presidido por el gobernador Winship habían militarizado al país. Acevedo atribuye esto a que el presidente de Estados Unidos, Roosevelt, le encargó a este resolver:

Una posible huelga  general de abonados contra las tarifas eléctricas alli donde llegaba la electricidad; contra las tarifas telefónicas entre los pocos que tenían teléfonos; una huelga de trabajadores de la caña; amagos de  huelga de los tabacaleros y la intervención de Pedro Albizu  y su partido en todos aquellos asuntos. (14)

Esta  breve obra de corte histórico y detectivesco compuesta de cuatro secciones  se une a otras que han interpretado el tema del nacionalismo, concebido por algunos intelectuales como polémico, y con fisuras en su estudio debido a la censura impuesta en el 1948 y a las dificultades de los archivos tanto policiales como los de los nacionalistas y disidentes. Ha sido un tema abordado de forma diversa por Pedro Aponte Vázquez, Luis Ferrao, Carmelo Rosario Natal, Ivonne Acosta, Mario Ayala, y Raúl Guadalupe, entre otros.  Fue en realidad después de la declaración de las carpetas como inconstitucionalesque el nacionalismo cultural tuvo auge y la bandera de Puerto Rico se convirtió en ícono de todo el país. Cobró sentido en personas de diversas ideologías.

Otros autoes que han incluido la temática nacionalista en sus narraciones en el siglo XXI han sido Mayra Montero en El capitán de los dormidos (2002); Las horas del sur de Magali García Ramis (2005); y Yolanda Arroyo Pizarro en Hijas de la libertad (2015). Montero trabajó los años previos a la legalización de la ley 600 combatida por el nacionalismo albizuísta y su acusación de la presencia naval de Estados Unidos en Vieques. García Ramis representó parte de los sucesos de la revuelta nacionalista y Arroyo Pizarro representó la masacre de Ponce de 1937 mediante la voz narrativa de una niña.

Su representación textual de la memoria histórica del ajusticiamiento de Riggs denota que Acevedo parece haber investigado en los periódicos de la época, aunque ficcionalice algunos elementos.  Los dos principales actantes de la narración Hiram Rosado, cadete de la República nacido en Ciales,  y Elías Beauchamp, nacido en Utuado, fueron los ejecutores de la muerte de Riggs. El primero era músico, el segundo era comerciante y ambos aparecen en la obra como sujetos dispuestos a cumplir con absoluta determinación la muerte del perseguidor de nacionalistas y causante de la Masacre de Río Piedras.

El texto narra los principales sucesos de la ejecución de Riggs. En un estilo que rinde tributo a Dashiel Hammet y la literatura detectivesca, particularmente a su libro El halcón maltés, y que trabaja la intertextualidad insertando la música tropical y comentarios sobre cinematografía.Acevedo elabora la memoria de la mañana del 23 de febrero de 1936, año que según apunta Pedro Aponte Vázquez, comenzó de forma violenta. El joven nacionalista  Hiram Rosado esperaba ver pasar el auto Packard del comandante de la policía después de que este saliera de la iglesia Santa Ana ubicada en la calle Tetuán. Se había posicionado al final del callejón Gámbaro cercano a la calle Allen. Al pasar el auto sus disparos no acertaron  a matar al jefe de la policía y el chofer Ángel (Quintín) Álvarez se dedicó a perseguirlo. Rápidamente, Beauchamp se acercó al carro. Sus balazos terminaron la vida de Riggs. El periódico El Mundo del 25 de febrero de 1936 publicó en sus noticias que Quintín fue testigo del fusilamiento de Rosado y Beauchamp.

Un personaje histórico importante es el periodista que fue testigo del asesinato en el cuartel de Hiram Rosado yde Elías Beauchamp: Enrique Ramírez Brau. El mismo afirmaba que vio a un policía colocar a los dos nacionalistas en sillas y luego vio el asesinato de ambos: “Yo me había parado sobre una mesa y por el enrejillado vi la ejecución de Beauchamp y Rosado. En el acto tomaron parte cuatro policías”. (Mario Cancel, “Puerto Rico entresiglos: historiografía y cultura”). Estos hechos abrieron la puerta para que Pedro Albizu Campos fuera encarcelado fuera de Puerto Rico.

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En una noche primaveral en donde teníamos aviso de inundaciones para toda la isla se realizó la apertura de la exposición, Pinceladas de Mujer en los predios de la Antigua Alcaldía en Cayey. La misma fue organizada por Cayey Cultural Inc. entidad que se dedica a fomentar la cultura en el pueblo de Cayey.

  El proyecto fundacional de Cayey Cultural Inc. es la rehabilitación de los murales del pintor cayeyano Ramón Frade. Dicho pintor, reconocido a nivel mundial, pintó y donó los dos murales a la Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción de Cayey en los años 40. Por ello, en 1954, Frade fue condecorado con la medalla Benemérita por parte del Papa Pío.

 Ante una concurrida audiencia se dio la apertura de la exposición, Pinceladas de Mujer. Reconocemos que, Laspinceladas de Mujer son fundamentales en el mundo del arte, ya que representan una perspectiva única y valiosa que enriquece la diversidad creativa. A lo largo de la historia, las artistas han utilizado su talento para expresar sus experiencias, emociones y visiones del mundo, aportando una mirada fresca y original a la creación artística. Reconocer y valorar las pinceladas de mujer es esencial para promover la igualdad de género en el ámbito artístico y para celebrar la diversidad de voces y talentos que existen en la sociedad. Las pinceladas de mujer nos invitan a reflexionar, cuestionar y apreciar la belleza y la complejidad de la experiencia femenina, contribuyendo así a enriquecer nuestra cultura y nuestro entendimiento del mundo.

 Sin ponerse de acuerdo las artistas armonizaron sus temas en donde nos presentan desde la esencia de la madre tierra hasta el reconocimiento de nuestra herencia. En dicha exposición participaron las siguientes artistas: Adele Negrón Zambrana (Iniara), Alexandra Colon Ortiz , Ana Rivera Arroyo, Ana Hernández de Aza, Anna Nicholson, Awilda Rodríguez, Natalia Nogue  Rivera, Camila Vázquez Marrero. Carmencita Meléndez, Claudia Rivera Vidaurre, Delia Cabrera, Glenny Castro, Hecmarilys Mercado Rivera, Ivana Cotto, Jeannneris Márquez Maldonado, Josyvette González Delgado, Julissa Pérez Rosado, Kiara Montañez Pérez, Lauren Flores Mora, Leilane Xaniele Rivera González, María Figueroa, Marie – Laura Benítez Merle, Melanie Rodríguez Valentín, Milagros Cotto, Paulita Soto, PriscillaBestart, Valeria Torres Maldonado, Yahialee Cruz Colon,Yeishmarie Carattini Torres, Zarell Rivera Ocasio.

Inspirada en la exposición compartimos un poema en donde se describe lo que verán Pinceladas de Mujer"

En cada trazo delicado y sutil, se entreteje la esencia de su ser, pinceladas de mujer, en su lienzo de vida, colores vibrantes, llenos de pasión.

En cada curva y cada línea, se revela su fuerza y su valentía, una obra de arte en movimiento, una mujer que irradia belleza y verdad.

Con cada pincelada, crea su historia, un relato de amor, de lucha y de gloria, su voz se eleva a través del arte, pintando el mundo con su gracia y su arte.

Pinceladas de mujer, en cada trazo, un poema de luz y de esperanza, su alma se refleja en cada detalle, una obra maestra, un regalo para el universo.

El Horario de la exposición:

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Los recientes enfrentamientos bélicos entre los gobiernos de Irán e Israel me han llevado a pensar en una de las primeras interacciones entre iranios (persas) y judíos, la cual ocurrió en el año 538 a.C., cuando Ciro el Grande, rey de los persas, conquistó la ciudad de Babilonia y a su paso destruyó el reino o imperio neobabilónico, que en ese momento era gobernado por Nabonido. Con la caída de este monarca, los judíos (del antiguo reino de Judá) pudieron regresar a Jerusalén, comenzar a reconstruir su templo y establecer un estado vasallo que sirvió de frontera con el reino egipcio en ese momento. Eventualmente los persas conquistaron Egipto y todo ese territorio se mantuvo fiel a la dinastía aqueménida —fundada por Ciro— hasta la llegada y conquista de Alejandro Magno de Macedonia en el 332 a.C. 

El cautiverio de los judíos en Babilonia comenzó aproximadamente para el año 588 a.C., cuando Nabucodonosor II conquistó el reino de Judá y destruyó la ciudad de Jerusalén. Como era costumbre en aquellos tiempos, el rey vencedor se llevaba como su botín de guerra las riquezas principales, esto incluía los recursos humanos más preciados, entre ellos guerreros, artesanos, herreros y hasta magistrados. Usualmente, los estratos bajos de la sociedad eran dejados en el territorio conquistado, ya que no significaban ganancia más allá de los tributos a los que fueron asignados.  

Anterior a todo esto, desde cerca del 1020 a.C., se había constituido el reino de Israel con Saúl como su primer monarca. Su sucesor fue David, quien a su vez fue seguido por Salomón, su hijo. Luego de la muerte de Salomón el reino se dividió en dos entidades separadas: Israel, en el norte, y Judá, en el sur. Cada una de estas divisiones tuvo su propio monarca. El reino de Israel duró hasta aproximadamente el año 721 a.C., cuando fue absorvido por los asirios. Al pasar el tiempo, los asirios fueron derrotados por el nuevo imperio babilónico y esto implicó que los territorios del pueblo de Israel terminaran en manos de la nueva potencia.

Con el advenimiento de Ciro al poder en Persia y su rebelión en contra de los medos, pueblo iranio que en ese momento mantenía la hegemonía de la región del actual Irán, se establece lo que hasta ese momento histórico fue el mayor imperio organizado del planeta. Ciro, aunque era zoroastrista —religión antigua, que basa su doctrina en las enseñanzas de Zoroastro y que tiene un alto sentido filosófico dualista—, fue considerado por los judíos como un ungido de su dios por haber realizado los edictos de restauración del pueblo judío, que implicaron que estos regresaran a su tierra y reconstruyeran el Templo.

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Un devastador terremoto sacudió la ciudad de Charleston un 31 de agosto de 1886 a las 9:50 PM, dejando unos sesenta fallecidos, casi el 80% de los edificios damnificados, los cables, represas y rieles del tren destruidos, y miles de pobladores sin viviendas.  Entre los fallecidos había un cubano habanero, José E. Ramos, de 74 años, residente de la calle Meeting, que llevaba 40 años en el país. 

Considerado uno de los más destructivos en la zona, mi interés por “El terremoto de Charleston” de José Martí, publicada en “La Nación” (Argentina), un mes y medio después (14 y 15 de octubre de 1886), es el resultado de una larga seducción por el tema, retroalimentada por mi actual residencia en la ciudad.  Su lectura en un curso de literatura hispanoamericana dejó una primera impactante imagen de Charleston. Luego, el contacto en un seminario graduado con “El terremoto de Lisboa” de Voltaire, sobre el Gran Terremoto de 1755, ocurrido un 1ero de noviembre, Día de Todos los Santos, acrecentó la curiosidad por aprender más sobre la naturaleza de los desastres, sus efectos e implicaciones éticas, sociales y políticas. A la nación de navegantes, un terremoto la privaba del rico legado de bibliotecas, palacios, arquitectura manuelina, así como de mapas y secretos de navegación que el país sigilosamente guardaba, marcando el fin de una era y el inicio de la ciudad de amplias avenidas y moderna que conocemos hoy.  Voltaire y Martí, en dos siglos distintos, singularizaban un sismo, su capacidad destructiva y su impacto global en dos ciudades: Lisboa y Charleston.  Ninguno había visitado las ciudades cuya destrucción inscribían literariamente. Y para algunos estudiosos, el inicio del periodismo en las Américas estaba vinculado a la impresión de una noticia, en forma de hojas volantes, como era  costumbre, por el primer tipógrafo en las Indias, Juan Pablos, en casa de Juan Cromberger, impresor, México, sobre  un terremoto ocurrido en septiembre de 1541 en el Reino de Nueva España: “La Relación del espantable terremoto que agora nuevamente ha acontecido en la ciudad de Guatimala es cosa de grande admiración y de grande exemplo para que todos nos comendemos de nuestros pecados y estemos aprescibidos para cuando dios fuerere servudi de nos llamar”.  

Residir en Charleston, ciudad puerto, puente comercial y cultural en una zona sísmica, bajo el nivel del mar y de regulares anuncios de tormentas, huracanes, tornados, es revivir la anticipación, la zozobra, o en el peor de los casos, padecer el sufrimiento de estragos, humanos y materiales.  El síndrome remite a los sentimientos vertidos en la popular plena “Temporal”.   De catástrofes y calamidades, naturales o humanos, empezando por el gran diluvio, y su lamentable legado de muertes, enfermedades, desplazamientos y sufrimientos, está constituida la historia, nutriendo el arte y la literatura.      

No es extraño que Martí escribiera sobre el terremoto de Charleston.  Su producción evidencia esa preocupación por los desastres, como las nevadas (” Invierno norteamericano”, “Nueva York bajo la nieve”), desbordamientos (“Las inundaciones de Ohio”, “Inundación en Francia y Alemania”) e incendios, en los bosques y en la ciudad.  Su crónica ameritaría enmarcarse en la tradición de literatura sobre fenómenos naturales que han alterado, modificado y marcado un antes y después, una literatura llamada de desastres o calamidades, que en el siglo dieciocho se denominaba catastrofismo.   Cada país comparte un repertorio de desastres que la imaginación inscribe para rememorar y dejar constancia de lo ocurrido, entender el cómo, detallar las consecuencias, y buscar explicación al porqué. En Chile, tal vez el país más sísmico del continente americano, el primer poeta chileno, don Pedro de Oña, en 1609 envió al Virrey del Perú la descripción de uno en su poema, Temblor de Lima. La recién experiencia post huracán “María” en Puerto Rico es buen ejemplo de la amplia, y variada producción creativa articulada en diversas disciplinas.    

Esta crónica, anterior a la consolidación del pensamiento maduro de Martí sobre el pasado, presente y futuro de los pueblos hispanoamericanos de “Nuestra América” (1891), y “Mi raza” (1893), ha suscitado críticas en torno al rol del corresponsal y testigo ocular de los hechos, sus fuentes, la representatividad de la población negra, entre muchos temas.  Ha posicionado Charleston y Carolina del Sur como centros académicos importantes en los estudios martianos.  Desde la Universidad de Carolina del Sur (Columbia), el Dr. Jorge Camacho, autor de importantes libros sobre Martí, en “Miedo negro, poder blanco en la Cuba colonial” (2015) estudia las intersecciones entre raza, el discurso cientificista de herencia de la época, y las ideas uniformistas de Emerson, mientras que en el College of Charleston, el Dr. Jorge Marbán, ya fallecido, examinó la prosa periodística de Martí.  Fue defensor de la integridad y prestigio del “venerado” Martí, acusado de plagio por el crítico, Dr. Robert Gerardi, quien, en 1982, advertía de ciertos errores fácticos sobre la ciudad, privilegiaba al “News and Courier” de Charleston como su fuente principal y cuestionaba su postura como testigo ocular cuando no conocía Martí la ciudad. Mientras algunos especulaban sobre posibles rotativos neoyorkinos como fuentes, el historiador Richard Cote, que residía en Charleston, avanzaba la teoría de que tal vez los cónsules de la Argentina en Charleston, Motte Alston Pringle o el de España, Nicanor López Chacón, pudieron haberle telegrafiado la noticia puesto que Martí había sido cónsul de Uruguay y de la Argentina en Nueva York. Sin embargo, el mismo Martí acredita en 1890 los reportajes que Henry Grady, amigo y columnista que admiraba mucho, publicara en el New York World del 1 al 9 de septiembre de 1886 como una de sus fuentes,  

Charleston goza de celebridad como una ciudad acogedora, destino histórico para los interesados en la guerra civil, las plantaciones de arroz, entrada al comercio de esclavos, pero también como centro turístico, gastronómico, de casamientos, recreación y entretenimiento. Un rasgo de la silueta paisajista de la “Ciudad santa” es la aparición de torres o campanarios de iglesias, que hoy compiten con los modernos hoteles, las terrazas bar, condominios y los paseos por el mercado central que reciben a los turistas y nuevos pobladores.  Uno de sus más antiguos templos, el metodista y episcopal Emanuel, en la central calle de Calhoun, fue cede de una masacre en la que nueve feligreses fueron tiroteados por un joven blanco el 17 de junio de 2015, disipándose momentáneamente la proyección de la ciudad de gentil convivencia sureña, de las artes, de anuales festivales, que poco a poco abre espacios a la diversidad étnica que la va ocupando.  

¿Qué cartografía de Charleston y que peculiaridades de sus habitantes capta e inscribe para el público lector hispano de fin de siglo diecinueve a través de sus fuentes?  Martí, empieza dibujando un apretado cuadro que singulariza los lugares icónicos que tradicionalmente asociamos a la ciudad. Luego, como en una caja china, las miradas y experiencias de otros (afroamericanos y socorristas) amplían desde sus miradas la visión de los habitantes y los daños, manifestando a su vez las relaciones entre los diversos grupos.  

La crónica es un cuadro intenso de observaciones, impresiones y dramatizaciones sorprendentes y metafóricas, infusas de sentencias, aforismos.  El comienzo, un gancho tan enérgico como asombroso, inquietante como cautivador, seduce al lector rápidamente: “Un terremoto ha destrozado la ciudad de Charleston: Ruina es hoy lo que ayer era flor”.  Las secuencias, terremoto-destrucción-ruina, y antítesis, muerte-vida, ruina-flor, como planos de una película, visualizan, alertan y advierten filosóficamente no solo sobre la fragilidad de la vida, sino de todo proyecto.

Primero focaliza un antes armónico, de equilibrio y un después de destrucción y caos. Segundo, detalla las consecuencias materiales, emocionales y psíquicas en la ciudad y población, seguido, tercero, de una reflexión sobre la causalidad, y cuarto, y final, celebra la vuelta a cierta normalidad, con esperanza y alegría, simbolizada en las risas de dos recién nacidos gemelos que comparten con su madre en medio de la desolación. 

Dentro de ese cuadro de devastación Martí inscribe cinco imágenes distintivas, que continúan todavía hoy asociándose al imaginario de la ciudad: “ciudad de acogida”, “pueblo apacible”, “lánguida concordia”, “poca ciencia e imaginación ardiente”, y de “jubileo religioso” 

En la configuración citadina Martí presta atención a su ubicación y periferia, áreas de influencia, posición, su planificación urbanística y la población. La describe panorámicamente elevándose del “agua arenosa de sus ríos” como un “cesto de frutas”, que se extiende en pueblos lindos, rodeados de bosques de magnolias, de naranjo y jardines. Su importancia histórica-económica la proyecta en el simbolismo de los lugares e instituciones que selecciona. Privilegiar el puerto es distinguir su importancia estratégica en el comercio internacional. A este “pueblo de buques”, que recibía y exportaba “algodón para Europa e India”, del que se omite su rol en el comercio de esclavos, le suma  el halago de haber recibido “con bondad a los viajeros infortunados de la barca Puig”, atributo por buen tiempo incomprensible, pero que ilustra el estilo amplificador de Martí para comunicarse con un público lector específico, que muestra  su profundo conocimiento de los asuntos políticos del continente americano y que le permite intercalar una denuncia de la falta de libertad de expresión y política, por ejemplo, en el Uruguay de 1875.  Ricardo Hernández Otero y Diego del Pozo (2019) aclaran la enigmática alusión, señalando que se trataba de un barco mercante catalán, comprado por el gobierno uruguayo (Transporte Nacional Puig) en calidad de buque de guerra para deportar a unos quince ciudadanos liberales, entre ellos políticos y directores de periódicos, críticos del entonces gobierno uruguayo para “sepultarlos en el fondo de un barco y lanzarlos en las aguas de Cuba”. Al negársele entrada a Cuba, siguen a Charleston, donde a los forzados viajeros se les recibe y proveen las condiciones para regresar.  Entre los infortunados estaba Agustín de Vedia, sobrino político del fundador de “La Nación” en Argentina, y por lo tanto primo de Bartolomé Mitre Y Vedia, director del periódico cuando Martí escribe sobre el terremoto.  

Gracias a Martí, la primera gran distinción para la ciudad es de reconocimiento por su condición de puerto hospitalario y de acogida a los afligidos políticos latinoamericanos, promocionando Charleston como destino de libertad, acogida, y de solidaridad para con los perseguidos.  

Los otros lugares son emblemáticos: el fuerte Sumter, por la guerra civil; la calle King por su comercio; la de Meeting, por sus hoteles lujosos.  Aprecia la arquitectura colonial.  Subraya su tropicalismo al señalar que “no se caen las hojas de los árboles”; que se mira al “mar desde los colgadizos vestidos de enredaderas”, que las calles “van derechas a los dos ríos”, y está formada por “residencias bellas”. La configuración de viviendas las distingue de las del norte por no estar pegadas “hombro con hombro” sino a distancia, contribuyendo a “la poesía y decoro de la vida”.  Dentro de esa representación destaca la buena disposición de la mano de obra de color.  La ornamentación que embellece las barandas apunta, es el resultado del trabajo matutino de “negras risueñas”.  Estima la existencia de una convivencia, endeble, pero armónica como otro rasgo definitorio de la ciudad.  Asegura que después de la guerra civil los blancos y negros viven en “lánguida concordia”.

La ciudad se representa, lógica y cuidadosamente maquillada, como un centro moderno, que goza de desarrollo, comercio, riqueza, técnica, trabajo, arte, poesía, belleza, todos estándares de una ciudad floreciente, próspera y progresista.   Pero esta visión de “ciudad apacible”, de “lánguida concordia”, bella, floreciente y armónica, posible modelo urbano de exportación, la descompone el terremoto: “Ocho millones de pesos rodaron en polvo en veinticinco segundos”.  Todo es ruina material (“las torres están por tierra”; “las casas son unas ruinas”). Toda “majestad”, grandeza, autoridad y superioridad sobre otros, rueda por el suelo.  Los pilares de la modernidad técnica y del progreso (ferrocarril, locomotoras) son devorados.  El cementerio cobra preeminencia.  El desastre introduce sus primeras consecuencias notables en la población, el horror, y la irracionalidad: “Se nota en todas las caras…que acaban de ver la muerte: la razón flota en jirones en torno a muchos rostros”.  Esa impactante imagen surrealista remite al espanto, terror y miedo de la gente. Las escenas que se suceden son muchas, conmovedoras y retratan las acciones desesperadas por escapar, huir, o sobrevivir.  

Los próximos calificativos asignados a la ciudad atemperan la inicial seducción de los lectores cosmopolitas y progresistas bonaerenses su puerto hospitalario, y pueblo de armónica convivencia y tranquilidad: “país de poca ciencia e imaginación ardiente” y “ciudad de jubileo religioso”.  Ambos captan la centralidad de la religión en la cultura sureña.  Martí remarca el cuantioso número de “gente devota” y la presencia excesiva de iglesias de diversas denominaciones, que en la visión positivista y progresista de la época se asocian a la falta de una formación científica. Los habitantes buscan en sus creencias explicación, resignación, o salvación.  Mientras Martí se muestra más empático con manifestaciones religiosas no eurocéntricas, aprovecha para desenmascarar la hipocresía, por ejemplo, de los pastores, a quienes tilda de “necios” por incendiar a la muchedumbre campesina con mensajes de ira.  Caricaturiza a aquellos que basan sus creencias en el castigo o miedo de Dios antes que el amor: el masón que sale despavorido de su iniciación, con el mandil todavía agarrado a la cintura o del indio cheroqui que venía de pegar a su mujer, y ante el temblor, se arrodilla jurando que jamás la volverá a maltratar. 

Ciudad de jubileo religioso” capta las pluri manifestaciones, rituales y expresiones religiosas, dando relieve a las del canto, los himnos, gritos, clamores, bailes y delirios.  Si la ausencia del negro en la visión idealizada de la ciudad es notable, después del terremoto ocupan primera plana.  Son los afroamericanos los que lideran la huida a los bosques, a donde los blancos le siguen. Son los que proveen liderazgo espiritual.  Martí avala sus contribuciones, dándoles superioridad moral.  Los describe como de gran “bondad nativa”, “varonil bravura”, lealtad, que en sus “pasiones” exhiben claridad, tenacidad, intensidad, que viven en íntima comunión con la naturaleza y en su manera de ser y pensar muestran algo de “sobrenatural y maravilloso”.   Su bondad y humildad le ennoblecen.  Denuncia que solo “los malvados” desfiguran su personalidad. Ni la esclavitud puede apagar el espíritu de una raza “heredado de su sangre”. Son la “raza comprimida” conectándoles con el África de sus antepasados.   Establece que “Trae cada raza al mundo su mandato, y hay que dejar la vía libre a cada raza.” Sus “lamentosos himnos” y “terribles danzas” son herencias ancestrales.   Y Martí, que los tipifica de acuerdo con las teorías de la herencia del momento, muestra respeto por sus manifestaciones religiosas, signadas por la espontaneidad y naturalidad, que se suman a su identificación con la Biblia y la imagen de un Jesús azotado y manso como ellos.  

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En el último tercio del siglo pasado se desarrolló en Italia un movimiento jurídico basado en nuevos métodos de acometer y abordar la hermenéutica. Expuestos por prominentes juristas de la solvencia de Luigi Ferrojoli, Pietro Barcelona, Giuseppe Cotturi, et al.

Este movimiento no tardó en difundirse a otros países. En España fue acogido con beneplácito e interés por operadores jurídicos como Perfecto Andrés Ibañez, Modesto Saavedra López y Nicolás López Calera, entre otros, y como en Italia, produjo importantes aportacionesbibliográficas (algunas de las cuales se citan más adelante a pie de página).

El referido uso alternativo del derecho, supone a grosso modo, necesidad de contestación al efecto de la concepción, operación y aplicación ortodoxa de un derecho aséptico e imparcial, apreciación errada la cual inexorablemente redunda en perjuicio de los más necesitados.

En efecto, según el magistrado Perfecto Andrés Ibánez:

“...la función [judicial] se concibe como puramente técnica y consistente en la aplicación

de un ordenamiento coherente y completo, asépticamente manipulado con la ayuda de losinstrumentos de la lógica tradicional, para operar la subsunción del hecho en el esquemaconceptual”. (1)

“...en la base de la concepción que se denuncia operan los dogmas iuspositivistas de la

“completud” y “ coherencia” según los que un ordenamiento lógicamente completo y

semánticamente riguroso, es decir carente de lagunas y ambigüedades permite que las decisiones judiciales puedan constituirse en operaciones lógicas de tipo deductivo, científicamente controlables y previsibles”. (2)

Dicho esto, el reto de un uso alternativo del derecho consistirá en superar y trascender esta visión hegemónica del derecho, penetrando en ese corpus en apariencia aséptico y apolítico, cuya

aplicación mecánica (es decir, acrítica) es habitual (ya sea por formación o incluso por vagancia del operador jurídico). El resultado inevitable no puede ser otro, que la reproducción de un derecho ajeno a los cambios sociales e históricos, y por tanto anquilosado, ineficiente a sus propios pretendidos propósitos de justicia e igualdad. (3)

A decir del Profesor Modesto Saavedra, el fin perseguido por un uso alternativo del derecho vigente en aras de una práctica emancipadora, lo que exige una aprehensión y abordaje de modo diverso a su uso predominante. (4)

Acto seguido aclara éste, que con el uso alternativo del derecho:

“No se intenta despojar al legislador de su función ni liberar al poder judicial de su sumisión al derecho escrito, sino más bien promover una política jurídica o judicial permitida ya por las posibilidades del mismo ordenamiento jurídico”. (5)

Uno se preguntará, ¿y cómo esto es posible?

Pues como señala Perfecto Andrés Ibánez:

“[L]a mayor parte de las normas consiente más de una interpretación jurídicamente correcta, por lo que es preciso hacer siempre una elección que no puede ser operada con criterios jurídicos tan sólo”. (6)

En lo que se refiere y a propiamente a nuestro derecho: en Pueblo v. Tribunal Superior, 81 D.P.R. 763, 788 (1960), se cita como autoridad a Luis Jimenez de Asúa para afirmar que “todas las leyes, aún las  ́clarísimas ́ requieren interpretación. Véase en sentido análogo, Pueblo v. Sierra Rodríguez, 137 D.P.R. 903, 906 (1995).

Desde luego, la interpretación a la cual propende un uso alternativo del derecho no puede ser caprichosa ni absoluta. Los linderos que no puede rebasar, aquellos que le son imposible soslayar, serán precisamente los que le servirán de basamento para su particular interpretación.

Ésta no podrá ir en contravención a las disposiciones de la carta magna. Como sostiene el Profesor Luis Prieto Sanchis:

“La interpretación puede acoger un significado evolutivo de los textos que responda a las nuevas exigencias, pero siempre que resulte acorde con el horizonte de valores que la propia constitución propugna...” (7)

Acorde con lo anterior se ha destacado la operabilidad de la Constitución de la República Italiana en la ruptura de los códigos fascistas. (8).

En específico se destaca la redacción del Art. 3 de la Constitución de la República Italiana de 1947:

“Todos los ciudadanos tienen la misma dignidad social y son iguales ante la ley, sin distinción de sexo, raza, lengua, religión, opiniones políticas ni condiciones personales y sociales.

“Es misión de la República remover los obstáculos de orden económico y social, que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impidan el pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participación de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del País”.

Al acudir a la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, se aprecia sin dificultad el mismo aprecio garantista por los valores de la justicia y la igualdad que han servido de faro a los sectores progresistas de la judicatura italiana para la aplicación de un uso alternativo del derecho.

En efecto, basta remitirnos al Art. II de dicha Constitución para constatarlo:

Sección 1. “La dignidad del ser humano es inviolable. Todos los hombres son iguales ante la ley.  No podrá establecerse discrimen alguno por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o condición social, ni ideas políticas o religiosas. Tanto las leyes como el sistema de instrucción pública encarnarán estos principios de esencial igualdad humana”.

Sección 2. “Las leyes garantizan la expresión de la voluntad del pueblo mediante el sufragio universal, igual, directo y secreto, y protegerán al ciudadano contra toda coacción en el ejercicio de la prerrogativa electoral”.

Sección 4. “No se aprobará ley alguna que restrinja la libertad de palabra o de prensa o el derecho del pueblo a reunirse en asamblea pacífica y a pedir al gobierno la reparación de agravios”.

Sección 6. “Las personas podrán asociarse y organizarse libremente para cualquier fin lícito, salvo en organizaciones militares o cuasi militares”.

Sección 19. “La enumeración de derechos que antecede no se entenderá en forma restrictiva ni supone la exclusión de otros derechos pertenecientes al pueblo en una democracia, y no mencionados específicamente...”

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El pasado lunes, 22 de abril de 2024, tuve la oportunidad de presentar de manera virtual en el programa Coloqueo del Instituto de Cultura Puertorriqueña la nueva obra del Dr. Sebastián Robiou Lamarche, Diccionario taíno, documentado y comentado: palabras indígenas de las Antillas Mayores, su significado e interpretación a través de la historia (San Juan: Editorial Punto y Coma, 2024). Esta obra voluminosa, cuyas dimensiones son 6x9 pulgadas, cuenta con 559 páginas y presenta sobre 500 términos o vocablos indígenas que fueron recopilados de crónicas del periodo de conquista y colonización, al igual que utiliza fuentes de diversa índole como mencionaremos en breve.

Entre las obras de mayor antigüedad que se utilizan están la de Ramón Pané, Relación de las antigüedades de los indios, versión crítica de José Juan Arrom; el Diario de Cristóbal Colón; Vocábula bárbara y Décadas de Pedro Martín de Anglería; y las fuentes de cronistas como Bartolomé de las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo, entre otros. A estos escritos, Robiou Lamarche añade las que considera obras medulares para el estudio de la lengua indígena antillana: TheAmerican Nations (1836) de Constantine Samuel Rafinesque; Relation des Choses de Yucatán de Diego de Landa (1864) de Charles Etienne Brasseur de Bourbourg; Cuba primitiva: origen, lenguas, tradiciones e historia de los indios de las Antillas Mayores y las Lucayas (1883) de Antonio Bachiller y Morales; Prehistoria de Puerto Rico (1907) de Cayetano Coll y Toste; Diccionario de voces indígenas de Puerto Rico (2da ed., 1977) de Luis Hernández Aquino; y los dos tomos de Indigenismos(1977) Emilio Tejera Bonetti.

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Lajas se establece como municipio independiente en 1883; precisamente en un momento de crisis económica, acentuado por el monopolio de los comerciantes peninsulares sobre la economía local. Es en este periodo que surgen grupos de criollos liberales que se organizan para contrarrestar el predominio de los peninsulares. Entre las medidas que tomaron estaba el boicotear los negocios de comerciantes españoles y de quienes apoyaran al gobierno colonial; entre estas asociaciones estaban las que se conocieron como “La Boicotizadora”, “La Torre del Viejo” y “Los Secos”. Mientras esto ocurría, los partidarios del autonomismo puertorriqueño se fueron organizando y creando distintas agrupaciones que representaban el pensamiento liberal de la época. Lajas no fue la excepción, Lidio Cruz Monclova lo identifica como uno de los 49 municipios donde se lograron constituir organizaciones de este fin.

En marzo de 1887, se reúnen los liberales en la ciudad de Ponce en una asamblea donde se estableció el Partido Autonomista Puertorriqueño. Los representantes del área suroeste en la asamblea de autonomistas de Ponce fueron: el Dr. Félix Tió Malaret por Sabana Grande; Dr. Pedro Malaret y Ulises López por San Germán; y el Dr. Luis Aguerrevere por Cabo Rojo, este último, de origen venezolano, eventualmente fue nombrado médico de beneficencia en Lajas. Junto a la delegación sangermeña, se integró Francisco Feliú y Toro, cuya familia se había establecido en Lajas. Propiamente de Lajas, no hubo representante, aunque como ya vimos que sí se constituun grupo a favor. Jaime Frank Paganacci establece que una de las razones para que no hubiera representantes lajeños en Ponce era la falta de un pensamiento político maduro en el recién creado municipio.

Luego de la asamblea autonomista, los ánimos entre liberales y el poder colonial aumentaron. Romualdo Palacios, gobernador de la Isla desde el 23 de marzo de 1887, viendo posibles repercusiones negativas hacia la soberanía española en la colonia, orquesta una política de represión que inició en agosto de ese mismo año y que será conocida como los compontes. No es hasta octubre que se comienza a sentir en Lajas la represión que tuvieron a cargo el capitán Fernández de Castro y los tenientes José Sánchez Candal y Nemesio Ibern Cuesta.

El primer incidente que ocurre en Lajas fue el allanamiento de la residencia de Francisco Antongiorgi, sangermeño y ciudadano francés, por sus padres, quien tenía una finca en el barrio de Santa Rosa. Al momento de ocurrir la intervención, Antongiorgi se encontraba en San Germán; al conocer que las autoridades lo buscaban se presentó al cuartel de la guardia civil. Allí es detenido y encarcelado, dejado en libertad al día siguiente. Las posibles razones para que las autoridades intervinieran con Antongiorgi fueron dos circunstancias vistas como sospechosas por la guardia civil: (1) la gran cantidad de personas que lo visitaban en su residencia en Santa Rosa, y (2) el estigma que se tenía sobre extranjeros, especialmente franceses, a quienes se les ligaba con pensamientos políticos de corte liberal.

A Francisco Antongiorgi no se le encontró causa que lo relacionara al movimiento subversivo, no obstante, la guardia civil continuó en su afán de detener y humillar a toda persona relacionada con las ideas liberales. Entre los supuestos conspiradores, residentes o con propiedades en Lajas, estaban: Francisco María Farías, Juan Antonio Farías, José Antonio Sanabria, José Dolores Landrau, Eustaquio Balzac, Tomás Balzac, Rafael L. Ronda y Francisco Vélez Pagán. Se tiene constancia de algunos de los abusos que se perpetraron contra estos liberales. Por ejemplo, Francisco María Farías fue torturado, al igual que Francisco Vélez Pagán, aunque este último también fue azotado; José Dolores Landrau, periodista de profesión, fue golpeado tan fuerte que sufrió dislocación de una de sus extremidades, como si esto fuera poco, tuvo que caminar encadenado desde Lajas hasta San Germán.

Los abusos del gobernador Palacios fueron tantos, que las quejas de algunos puertorriqueños llegaron hasta España, provocando que Palacios fuera destituido de su cargo en noviembre de 1887. Lamentablemente, y como ya Jaime Frank Paganacci había comentado, el sentido de lealtad de algunos lajeños era tal, que sin mirar las atrocidades que se habían cometido aún abogaban ante la propia Reina Regente para que el gobernador Palacios no fuera removido de su puesto. Los incondicionales lajeños fueron Pedro Ascaso, Augusto Caimaré, Leoncio Portela, Vicente Tomey, José Noriega, Juan Costa, Celestino García, José Rodríguez, Laureano Rodríguez, Domingo Almodóvar, Luis Almodóvar y Benito Crespo, quienes tuvieron la arrogancia de indicar sobre Palacios que este era un “dignísimo patricio y bravo y celoso militar que había descubierto la horrible, tenebrosa y jamás oída conjuración tendente a destruir el Imperio español en estas apartadas regiones”.

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En las masacres que han ocurrido en las escuelas de Estados Unidos han muerto muchos niños y niñas. Hace poco un periódico digital mostraba  una foto de uno que cargaba un cartel que decía “Yo también soy persona”.  Otros niños son emigrantes que acompañan a sus padres en un viaje inseguro hacia un país de mayor desarrollo económico del que provienen: de Guatemala y Honduras a Estados Unidos, por ejemplo. Recordemos a los que fueron apartados de sus progenitores o parientes durante la administración de Donald Trump al llegar a territorio estadounidense. En Puerto Rico viven el crecimiento de la pobreza en medio de huracanes, la pandemia del COVID, terremotos y el deterioro de esta zona antillana. 

La pobreza infantil creció en Europa debido a la guerra de Ucrania y en el 2022, informa UNICEF,  organismo de las Naciones Unidas dedicado a  la niñez y la juventud, la pandemia del COVID tuvo como repercusión que se redujeran los ingresos en los hogares con niños y que se afectara su educación, según indica también  el Banco Mundial. Por su edad esta población vive ajena a una plena participación social. Todavía se escuchan las despectivas palabras : “los niños hablan cuando las gallinas mean”. También se ve públicamente el maltrato a los niños en la calle, oficinas y centros comerciales, lo que indica la necesidad de proteger nuestra infancia mediante la educación, la disminución de la pobreza y la violencia.

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