El Caso Jurídico de Jesús: implicaciones para nuestro tiempo

Historia

Deuteronomio 13

Reina-Valera 1960 (RVR1960)

(1) Cuando se levantare en medio de ti profeta,

o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios,

(2) y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció,

diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste,

y sirvámosles;

(8) no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le

compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás,

(9) sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él

para matarle, y después la mano de todo el pueblo.

(10) Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró

apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra

de Egipto, de casa de servidumbre;

(11) para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva

a hacer en medio de ti cosa semejante a ésta.

Mateo 27: 19

Y estando sentado en el tribunal, su mujer

le mandó decir: “ No tengas nada que ver

con ese justo; porque hoy he padecido

mucho en sueños por causa de él.”



Dos experiencias me han llevado a atender este tema. En primer lugar, en abril del año pasado, un par de semanas después de la Semana Santa, mi compañera y yo hicimos un segundo viaje al sur de España. Un amigo que habíamos conocido en el primer viaje nos comentaba que un guardia civil, queriendo solidarizarse con unos ancianos que lloraron conmovidos después de ver pasar la procesión (Impresionantes las procesiones del sur de España, -con la dolorosa y el Cristo-) le dice a los ancianos: “Si hubiéramos estado allí, a Nuestro Señor, no lo fusilan.” Miré asombrado al amigo (sin sonreírme, pues uno desconoce las reacciones que puede suscitar una sonrisa en un país ajeno) y éste añadió: “Cuando fueron ellos, la guardia civil, la que lo fusiló”. Pensé que si el desconocimiento de los evangelios era así, en un área de tradición cristiana como el “su”, era necesaria una lectura más frecuente y directa de los evangelios. Y es lo que haremos hoy.

En segundo lugar, fue la entrevista que aparece en el libro Escribir lo Divino, escrito que recoge las ponencias del Primer Simposio Gamaliel Ortiz Nieves, en la que Don Gama (Gamaliel Ortiz Nieves, Profesor retirado del Dpto. de Ciencias Sociales de la UPR) nos habló de un abogado que estaba haciendo un estudio sobre el proceso legal al que fue sometido Jesús. El gusto con el que Don Gama dejó caer aquel comentario, reflejaba lo deleitoso que hubiera sido para él o para cualquier cristiano, el haber podido tener acceso a aquel estudio: por los entendimientos que la fe demanda, como ha sido el propósito de todos los simposios.

Los evangelios no son biografías, son un conjunto de testimonios, ordenados y comentados según las preferencias de cada evangelista, influidos, a su vez, por las necesidades o preferencias de la comunidad desde la que se escribió o para la que se escribió. Sucede que muchos de los que conocieron a Jesús querían preservar el recuerdo de las palabras y de los hechos de aquel personaje que cautivó sus vidas, pero no todos narran o recuerdan de la misma manera. Este hecho los hace parecer más creíbles: Me han dicho, que cuando un juez atiende la versión de dos testigos y ese testimonio es exactamente igual en ambos, el juez comienza a sospechar de su veracidad. -¿Se pusieron de acuerdo?-. Si narran el mismo hecho de diferente modo, mostrando alguna diferencia aquí y allá, el juez pudiera atribuirle una mayor credibilidad al testimonio.

Luego de aquellos testimonios, hombres de todas las épocas, de diversas nacionalidades, se han dado a la tarea de interpretar los mismos utilizando infinidad de aproximaciones. Desde la crítica literaria -de las formas, de los géneros, de las fuentes- la historia, la sociología, la arqueología, la filosofía, el arte y más recientemente, la jurisprudencia.

Durante todo un mes, me he acercado a estos testimonios con mis escasas herramientas que consisten en tres conjeturas básicas: (1) el hábito de leer relatos, (2) según mis cálculos con cerca de 2,500 a 3,000 escuelas bíblicas y (3) con la orientación que me han provisto los escritos de un jurista español, experto en Derecho Romano y Director del Departamento de Ciencias Jurídicas Básicas de la Universidad Hispalense en Sevilla: José María Ribas Alba. He paseado por estas narraciones evangélicas – como diría el Rvdo. Gerardo Cintrón- para indagar cómo fue, en qué consistió aquel proceso jurídico (o aquellos procesos jurídicos) a los que fuera sometido nuestro Señor. He llegado a unas conclusiones- que no son conclusiones definitivas porque creer es como una obsesión que continúa interrogándote y proveyendo también nuevas respuestas- pero éstas son las que compartiré con ustedes esta mañana.

Oración:

Señor, que sea tu palabra la que oriente. Si esta reflexión logra contentamiento en alguien o una bendición o redarguye o incómoda o abre una ventana de nuevo entendimiento en la mente de alguien. Si logra una mínima parte de la agonía y la alegría que padecí mientras la preparaba, entonces sentiré que me has usado. Y la gloria y los méritos son de Jesucristo para siempre. Amén.

Ya sabemos que la sociedad hebrea en los tiempos de Jesús vivía una teocracia. En la mentalidad del Judaísmo, Dios mismo era quien gobernaba a través de unos representantes terrenales. Los movimientos mesiánicos eran un intento de acelerar, o de culminar ese reinado de Dios en la tierra. Las convulsiones que vivió esa sociedad responden a esa sensibilidad de encontrar el verdadero camino del gobierno de Dios, para dejar a un lado aquellas formas políticas opresoras que eran percibidas como una agresión a los derechos del pueblo de Dios… o a los derechos de Dios mismo porque la relación de Dios con su pueblo es vista como un pacto, como un contrato entre Dios e Israel.

La Torá judía es importante porque es la ley. Es un documento de jurisprudencia que contiene escritas la ley y la fe de sus padres y de los profetas. Es la Constitución con código civil incluido y con sus leyes anotadas. En Mateo 5:17 Jesús dice: “Yo no vengo a abolir la ley ni los profetas, vengo a darles plenitud. Pero, tal vez, detrás de ese acatamiento -de apariencia y de hecho- respetuoso, puede haber también un terrible desafío. ¿Por qué hay que darle plenitud a la ley? ¿No estaba completa la ley? ¿Le faltaba algo? Le faltaba… un cumplimiento real y más justo.

Jesús, constantemente, reclamaba fe en él mismo. Conociendo el imaginario del pueblo sobre la llegada de un Mesías, se presentaba ante las gentes diciendo: Yo soy. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy el buen pastor. Yo soy la luz del mundo. “Yo soy” “Yo soy” Yo soy”... haciendo retumbar aquellas palabras de Éxodo 3:14. “Yo soy el que soy”. ¿Por qué insinuaba o decía abiertamente que era Dios? Primero, porque lo era. Segundo, porque esa declaración le daría un peso trascendental al mensaje que llevaba. Pero esa declaración creaba confrontación entre Él y la fe judía, entre Él y la fe romana.

Muchos piensan que el proceso a Jesús comienza con su arresto en el Getsemaní, en el huerto de los olivos, porque muchos procesos comienzan con el arresto del que va a ser acusado, pero uno se va enterando de ciertas cosas…que veremos. Otros piensan que el proceso comienza con la entrada de Jesús a Jerusalén. No cabe duda que estas dos instancias son importantes en el proceso. Tal vez sería más correcto decir: los procesos. Ya veremos también.


Los evangelios no nos informan cuáles eran todos los hábitos procesales, o todo el código penal judío, pero sí nos informan de ciertas cosas que nos van a hacer más claro estos procesos.

Con algunas cosas ya estamos familiarizados por los relatos de los evangelios y de los hechos de los apóstoles. Por ejemplo:

 1. Los judíos que conviven allí en Palestina poseen diversas sensibilidades: estaban los sectores cuyas prácticas y creencias helenizadas eran ajenas por completo a las exigencias de la Torá. O sea judíos, como hay cristianos hoy, a los que se les hacía más fácil tolerar a un increyente de la Torá (o a un ateo) que a uno que sea desleal al imperio que domina su pueblo. Desde estos… hasta los grupos judíos comprometidos con la pureza de sus tradiciones como pudieron bien ser los esenios. El Judaísmo común también estaba dividido en varias tendencias; entre ellas, los fariseos (que tenían una mayor influencia en los sectores populares. Eran más atentos a las tradiciones y tenían un afán sincero de llevar al pueblo por la observancia de la ley y las tradiciones (Herodes mismo se comportaba en ocasiones como fariseo). Y estaban los saduceos (que era el grupo más elitista, más helenizados o romanizados, más políticos, más colaboracionistas con el régimen romano). Todavía hay dos sectores más que nombrar: los samaritanos, quienes no reconocían ni el templo ni el Sanedrín y las tendencias del Judaísmo en la diáspora. Todos estos tenían un rey, pero era un rey puesto allí por los que realmente tenían poder sobre todos: los romanos. A ellos les tenían que pagar tributo (contribuciones, “taxes”) con el que los romanos, entre otras cosas, sostenían allí su ejército.

2. Pero los romanos tenían un imperio muy grande, muy extenso, que atender y permitía cierto gobierno propio para que se encargara del orden doméstico. Para estas cosas tenían los judíos un organismo que se llamaba El Sanedrín. Había varios Sanedrines, pero el más importante parece ser que era el de Jerusalén. Este organismo tenía una tradición muy larga que se remontaba a los tiempos de Moisés, pero que había ido variando (colonizándose, dirían algunos) hasta parecerse al senado romano. Era un organismo aristocrático que ejercía su dominio económico y político a través de una actividad constitucional-jurídica fundada en el predominio de un grupo de familias. Hubo un tiempo que fue un consejo de sabios, pero ahora, en tiempos de Jesús. era una aristocracia laica. (Que no dudamos que tuviera sabios. ¿Recuerdan que Pablo se educó a los pies de Gamaliel?) Esos Gamaliel… todos son sabios.

¿Quiénes componían el Sanedrín?: los escribas que eran expertos de la ley (algo parecido a ciertos abogados), los saduceos y los fariseos (que eran como los partidos políticos de hoy) y parece que había alguno que otro que había entendido el mensaje de Jesús, pero eran parte del Sanedrín (José de Arimatea, Nicodemo…) Tenían alguaciles (guardas del Sanedrín o del templo) y dirigía sus reuniones un Sumo Sacerdote, que tenía las funciones de Presidente. Funciones tanto de orientación religiosa como jurídica y política. (Anás y Caifás eran Sumos Sacerdotes; uno en funciones y otro que lo había sido, pero como los senadores norteamericanos, el título continúa acompañándolos de por vida).

3. El equivalente o lo más próximo al Código Civil o a las leyes de Puerto Rico Anotadas (que los abogados puertorriqueños conocen como LEPRA, por sus siglas) era la Torá. La Torá era la ley y era, como dijimos, el fundamento de su fe. Era la Constitución. Ahí se encontraba la lectura que se leyó al principio del capítulo 13 de Deuteronomio. Dura lectura ésta. No parece ser apta para acompañar devociones. No había piedad.

4. Pero por ahí comenzamos a ver en qué consistía el delito de blasfemia. Además de referirse y entenderse como una falta de consideración a Dios (ustedes saben que los judíos ni siquiera pronuncian el nombre de Dios) incluía una falta de respeto a los jefes de su pueblo (a los dirigentes del Sanedrín)

“A los jueces no maldecirás (porque aplican el juicio de Dios) ni tampoco al gobernante de tu pueblo.” Éxodo 22:27.

5. Finalmente, también sabemos que conformando una parte importante de esa sociedad judía, se encontraban los romanos; los representantes del imperio y sus familias. Eran los que mandaban. Estos romanos también tenían su fe, su religión.

Muchos dioses, pero quien intervenía entre los dioses y los hombres era el César. Era el mediador entre los dioses y los hombres. Y cuando moría el emperador (La apoteosis) se consumaba su deidad y entonces al heredero del imperio se le llamaba: hijo de Dios. En ambas concepciones -la judía y la romana- política, jurisprudencia y religión eran inseparables. Delito era pecado y pecado era delito. Era delito y pecado contra el orden establecido y contra Dios. Ambas teologías políticas no podían admitir una doctrina que pusiera en cuestión sus fundamentos más profundos. (Y los romanos eran los únicos de todos éstos, que podían decretar la pena de muerte.)

Y Jesús enfrenta todo ese estado de situación. A todo ese horizonte político, jurisprudencial y religioso es al que se enfrenta Jesús. En el huerto de los olivos, o ya desde antes de su entrada triunfal a Jerusalén, él sabe las consecuencias que se le pueden venir encima si reta ese orden establecido.

Hace dos domingos atrás, nuestro pastor (Reverendo Gamaliel Ortiz Guardiola) hablaba de la importancia que significa prepararse, organizarse, planificarse. Nos decía que en todo este relato hay situaciones que se dan en el camino de manera espontánea, pero que también había situaciones calculadas y que las cosas suelen salir mejor cuando uno se prepara. Y prepararse, para el cristiano, es ayuno y oración, pero también es ser crítico con uno mismo, pensando de antemano las diversas respuestas posibles ante las situaciones. Jesús, a veces, iba más lejos; se preparaba no tan sólo para defenderse. Se preparaba para tomar la ofensiva. Desde mi humilde entender, era provocador.

¿Saben algo? La maldad también se prepara, se instruye, planifica, intriga.

En Marcos 1:14 dice: Después de que Juan fuera entregado, Jesús se marchó a Galilea a predicar el evangelio de Dios. En Juan 3: 22 y 23 se desprende que aún durante la vida pública de Juan, ya Jesús enseñaba. (Es el pasaje donde Juan les dice a sus discípulos que Él –Jesús- era el mesías) Lo que parece cierto es que cerca de los últimos días de Juan el bautista, Jesús comienza a predicar el nuevo evangelio.

La cuestión es que desde el principio, Jesús comienza a llamar la atención de las autoridades. Jesús evita primero las grandes ciudades y predica mayormente en medios rurales. Tal vez como parte de ese “estar preparado”. De una estrategia… lejos del Poder que estaba en Jerusalén.

En Marcos 1:21 prácticamente comenzando el evangelio, se lee que “hablaba como quien tiene autoridad y, a diferencia de los escribas, no basaba sus argumentos en las palabras de otros”. (Jesús no tiene referentes. Caso difícil, legalmente. Cuando los abogados – o el juez o los fiscales-toman un caso se orientan con similares casos anteriores, para mejor informarse o porque una adjudicación en un caso similar previo se impone porque no se puede o debería darse un diferente castigo a un mismo delito). Más adelante, Jesús realizó una curación en casa de Pedro y desde ahí comienzan a hacerse explícitas las consecuencias teológicas de la actividad de Jesús. En Marcos 2: 1-12 le trajeron a un paralítico y le dice “Hijo, tus pecados te son perdonados” Unos escribas (abogados del Sanedrín) que estaban allí, pensaban: Blasfema, ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo uno, Dios? Estos escribas, según relata Lucas, habían venido de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén (Lucas 5:17) Continúa Marcos: “Jesús les leyó el pensamiento y les dijo: ¿Por qué se molestan con lo que dije? ¿Es más fácil perdonarle los pecados que sanarle? Pues para probarles que yo, el hijo del hombre, tengo potestad para perdonar los pecados. -¡Muchacho, levántate, recoge la camilla y vete! Y el hombre dio un salto y se fue.” (El que puede lo más, puede lo menos; es un dicho corriente entre abogados, cuando se alude a las competencias de una corte o a lo que puede tener derecho un ente jurídico. (Pero Jesús le está vendiendo lo menos por más.)

Otra vez, en Marcos 3:1-6 De visita en la sinagoga, vio un hombre que tenía la mano deforme. Dice el evangelio “Como era el día de reposo. Los enemigos lo velaban estrechamente. ¿Se atrevería curarle la mano a aquel hombre? Si lo hacía, lo arrestaban. Jesús le pidió al hombre que pasara al frente, y preguntó: ¿Es correcto que se haga el bien el día de reposo?

¿O es este un día de hacer el mal? ¿Es este un día de salvar vidas o de destruirlas? No le contestaron. Jesús mirándolos con enojo y a la vez con tristeza por la indiferencia que sentían ante la necesidad humana, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y al extenderla, se le sanó. Y añade el texto “Mientras los fariseos se reunían con los herodianos a urdir un plan para matar a Jesús, Él y los discípulos se retiraron.”

Hermanos, estamos en el capítulo 3 de Marcos, Lucas lo narra en el capítulo 6 y este evangelio tiene 24 capítulos. Faltan mensajes, faltan milagros, falta mucho polvo por levantar en los caminos de Palestina y ya las autoridades planeaban matarlo. Desde el principio de su predicación hay una clara hostilidad contra Jesús.

Nosotros no tenemos, aparentemente, ese problema, A nosotros se nos invita a participar en comités para la solución de algunos problemas sociales. Sobre todo cuando se busca fortalecer la credibilidad de la clase gobernante. Razón adicional para estar presentes en esas convocatorias.

Jesús era otra cosa. Jesús alteraba el orden. Un advenedizo con una doctrina respaldada con signos maravillosos y con resonancia e influencia en los sectores populares, tenía que ser una amenaza. Y esto de que los escribas venían de diferentes ciudades nos hace sospechar que es una orden venida del Sanedrín. No son dos ni tres los relatos donde la presencia de los escribas y representantes del Sanedrín se hace notar en los evangelios. Hay un proceso de hostigamiento contra Jesús. Hay una investigación en proceso. Pero hay más.

En el capítulo 7 de Juan, que no lo voy a leer todo, por consideración de tiempo, Jesús se puso a enseñar en el templo y a decir que lo ha enviado Dios. Los versos 30-32 dicen: “Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le podía echar mano, porque aún no había llegado su hora. De la gente, muchos creyeron en él y decían: Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará obras mayores que las que éste hace? Oyeron los fariseos que la gente comentaba estas cosas sobre él, y los sumos sacerdotes y los fariseos enviaron guardas para apresarlo.”

Antes, mucho antes del Getsemaní y de la entrada a Jerusalén lo buscaban para apresarlo. ¡Buscaban cómo apresarlo después de una indagación oficial! De lo que estamos hablando es de una orden de arresto. O una orden de detención y comparecencia, dirían quienes trabajan con la ley. Para hacerlo comparecer ante el Sanedrín.

Pero…

No se pudo hacer efectiva la orden. ¿Por qué? El mal se organiza, pero Jesús también estaba organizado. En los versos del 45 al 49 del mismo capítulo (7) dice: “La policía del templo que había ido a prenderlo regresó ante los principales sacerdotes y fariseos. ¿Por qué no lo trajeron? – demandaron éstos. ¡Es que dice tantas cosas bellas! ¡Jamás habíamos oído hablar así! ¿Es que también ustedes se han dejado engañar?- preguntaron en son de burla los fariseos. A que ningún gobernante judío ni fariseo cree que él es el mesías. La gente ignorante sí, claro, pero qué saben ellos de eso. Están malditos. Entonces Nicodemo, el dirigente judío que había ido a entrevistarse con Jesús pidió la palabra y preguntó. Es legal que se condene a un hombre sin que se le juzgue primero. ¿Eres tú también uno de esos miserables galileos? ¡Busca en las escrituras y convéncete por ti mismo que de Galilea jamás saldrá un profeta? Y allí mismo terminó la reunión. Y cada quien se fue para su casa.”

Además de la evidencia sobre la orden de arresto. Se les coló uno. (Algo así como el rol que han jugado el Rvdo Ángel Luis Rivera Agosto y el Arzobispo de San Juan en el comité que atiende el retiro de los maestros).

Hay otras reuniones del Sanedrín donde se plantea el problema de Jesús, lo que permitiría a un abogado entender la gestión como un trámite procesal.

Pero la frase “Dice tantas cosas bellas” nos da pie para atender brevemente otro ángulo. ¿Qué cosas bellas?

No dijeron: cura enfermos, echa fuera demonios, hace milagros, cosa que también les preocupaba porque fortalecía con hechos maravillosos su discurso, pero ¿qué discurso? Esta gente esperaba un Mesías. De algún modo, todos los que estaban bajo el dominio de Roma o, al menos una buena parte del pueblo, querían salir de aquel nuevo cautiverio. Y Jesús les estaba trayendo la esperanza al alcance de la mano, mientras les enseñaba el valor que tenían por ellos mismos. “¡Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois La luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder!”. El Sanedrín tenía razón: él no hablaba de dar un golpe de Estado, o provocar una sublevación. No se trataba de una política de corto alcance (en aquella situación de violencia de baja intensidad), pero la conciencia y el conocimiento verdadero que estaban acumulando las mentes de quienes lo seguían los llevaría a una verdadera liberación en todos los órdenes. En el orden espiritual y religioso y en el orden socio-político porque entonces se entendía esto como un todo. Y Jesús estaba consciente de ello. Y ellos también. Al menos eso era lo que pensaba el Sanedrín. Después del milagro de la resurrección de Lázaro (Juan 11:….45-50) “se dice que muchos creyeron en él, pero otros corrieron a dar la noticia a los fariseos. Y los sumos sacerdotes convocaron a otra reunión. ¿Qué vamos a hacer? Se preguntaron. Porque este hombre de veras hace milagros. Si lo dejamos, la nación entera se irá tras él y los romanos vendrán y nos matarán , y asumirán por completo el gobierno de los judíos”. El evangelio de Jesús no dejaba esquinas oscuras. Tanto la vida romana como la judía, la vida interior del hombre como la de la sociedad estaban sufriendo la amenaza de un nuevo modo de ver las cosas, un nuevo modo de vivir la vida. Jesús era una amenaza, y por esa amenaza que Jesús representaba, lo querían muerto.

Verso 54 del capítulo 11 de Juan: “Este interrumpió entonces su ministerio público y se fue al pueblo de Efraín, junto al desierto, y se quedó allí con sus discípulos.”

O sea, que Jesús, estuvo un tiempo en que dejó de hacerse visible. Se retiró de la vida pública. La orden de busca y captura marcó el período final de la vida pública de Jesús hasta la pascua del año de su ejecución (Juan 11:57).


Vamos a la Pascua

En Mateo 26: 1-5 dice; “Al terminar sus discursos, le dijo a sus discípulos: Como saben, dentro de dos días se celebra la Pascua y el hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado. Entonces se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en la casa del Sumo Sacerdote, llamado Caifás y se pusieron de acuerdo para prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían: Durante la fiesta no, para que no se ocasione un tumulto entre el pueblo.”

Interesante es que parecen coincidir en dar importancia al momento de actuar de cada uno. Las razones que tenían unos para esperar y no hacerlo hasta un día después de la Pascua parecen ser las mismas que tenía Jesús para entrar durante esos mismos días de la celebración de la Pascua.

¡Qué coincidencia! En la novela de Ángel Rosa, El Lugar de los Misterios (¡que bueno que no está presente hoy para hablar de él, para hablar bien), hay un momento en que el personaje de Florentino Tobías observa que los mismos libros que tenía el predicador (que es el protagonista) en su biblioteca, los tenía Joan Figueres Sanbalat (que era el antagonista), en la suya. Ambos lados se preparaban. Cada uno con su propia intención.

Cuando se habla de matarlo, no es que lo iban a velar y caerle encima y darle una puñalada en una esquina, o provocar una ráfaga de tiros de carro a carro. Se trata de someterlo a un juicio del que no pueda salir victorioso, sino culpable, con veredicto de muerte.

¿Cuáles eran los cargos? (Juan 10: 30-39)

Aquí no son los escribas, ni el Sanedrín. Aquí es un sector del pueblo. Lo iban a matar apedreado porque así lo demandaba la ley. Estaban en ley. Dice: “Mi Padre y yo somos uno. Los judíos agarraron piedras para matarlo. Jesús les replicó: “Bajo la dirección de Dios he realizado muchos milagros a favor del pueblo. ¿Por cuál de ellos me van a matar?”. ¡Claro que no te matamos por ninguna de tus buenas obras, sino porque eres un blasfemo. Tú, un simple mortal, has declarado que eres Dios! -Pero la ley de ustedes llama dioses a ciertos hombres- respondió Jesús. Y si en las escrituras, que no mienten, se llamó dioses a aquellos que recibieron el mensaje de Dios, ¿Es blasfemia el que una persona que el Padre santificó y envió al mundo diga: “Yo soy el Hijo de Dios”? ¿Blasfema porque dice: Yo soy el hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendais y sepáis que el Padre está en mí y yo en mi Padre. Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos.” Pocas veces nos fijamos en que Jesús se escabullía: un Jesús escabullón.

Este es un pasaje importante. Además de dejarnos ver la idea del pecado de blasfemia, como se entendía entonces, nos deja también ver la importancia que da Jesús a lo que se hace, en nombre de Dios, por los otros.

Bueno, pero Jesús entra a Jerusalén… organizado. Y se dirige al templo y allí también, provoca y lo acusan. No voy a leer este pasaje que también es traído por uno de los ladrones en la cruz y es la experiencia que costó la muerte de Esteban. (Hay un librito que se titula Ver lo invisible; ahí se habla de este pasaje del templo). Sólo añadir que una consecuencia de la represalia del imperio fue devastar el templo cerca de 70 años después. Y el culto al templo se acabó. Dejo el tema del templo al pastor Gamaliel Ortiz Guardiola para el viernes que viene cuya predicación no me perderé, o en otra ocasión o al Rvdo. Ángel Luis Rivera el domingo, cuya predicación tampoco me pienso perder.

Tampoco me voy a detener en el huerto. Estoy haciendo un esfuerzo por atender los pasajes menos atendidos. Los que menos se recuerdan para tenerlos más presentes en el recuerdo y no llegar a que a Cristo lo fusiló la guardia “civíl “. Sólo decir que “Jesús dijo a los sacerdotes y a los oficiales del templo y a los ancianos que habían venido contra él en el huerto: ¿Soy yo tan temible ladrón que han tenido que venir con espadas y palos a prenderme. ¿Por qué no me arrestaron en el templo? Todos los días estaba allí. Pero claro este es el momento que esperaban. Satanás reina. (Lucas: 22:52-53) En Juan 18: 3 narrando la misma escena, dice Juan que había allí un “pelotón” de soldados.” O sea comienza a asomarse la cara del imperio.

Y se lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. (Juan 18:13)

En Juan 18:13 dice que “Dentro, el sumo sacerdote comenzó a interrogar a Jesús acerca de sus discípulos y sus enseñanzas”.

Podríamos estar ya dentro de esa parte preliminar del juicio en su fondo. Jesús contesta: “Todo el mundo conoce mis enseñanzas. Siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, y los dirigentes judíos me han escuchado. Nunca enseñé en privado lo que no he dicho en público. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me oyeron. Aquí hay algunos de ellos que bien saben lo que dije. ¡Así no se le contesta al sumo sacerdote!- gritó uno de los soldados mientras le propinaba una bofetada. Si he dicho una mentira, demuéstramelo.- respondió Jesús - ¿O es que acostumbras pegarles a los que dicen la verdad?”

O sea, que Jesús no mostraba ningún propósito de retractarse del contenido de su predicación. Jesús no confundía el respeto a la persona humana con la palabra pertinente en el momento preciso, en cada situación. Sólo como una muestra más de esas salidas de Jesús, que nos dejan ver también el tipo de respeto que sentía por los gobernantes de su país leemos en Lucas 13: 31-32: “Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Vayan, y díganle a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”. Estoy citando del evangelio.

Pero ahora, frente al Sanedrín, lo que interpretaron como una falta de respeto, esa aparente “arrogancia” lo comprometía con el delito de blasfemia que incluía respeto a los dirigentes.

En Deuteronomio 17:12-13 dice: “Si alguien se niega a aceptar la decisión del juez señalado por Jehová para este propósito, su castigo será la muerte. Este tipo de pecadores deberá ser desarraigado de Israel. Entonces todos oirán lo que ocurrió con el hombre que no quiso aceptar el veredicto de Dios, y tendrán temor y no se atreverán a desafiar otra vez los juicios de la corte.” La Torá es a “la trágala”.

El puesto de Sumo Sacerdote era, -casi como hoy, a juzgar sobre todo por las pensiones de retiro,- un puesto vitalicio. (Números 35:25)

Caifás era saduceo.

Juan 18: 28-31 Atentos porque aquí comienza el segundo proceso.

“El interrogatorio a que fue sometido Jesús delante de Caifás terminó en las primeras horas de la mañana. Luego lo llevaron al Palacio del gobernador romano. Los acusadores no entraron porque aquello los contaminaría, como decían, y no les sería permitido entonces comer el cordero pascual.” (¡Gente de Dios! ¿Ah? Gente consagrada que no se quería contaminar.) Pilatos salió a interrogarlos.


- ¿Qué cargos presentan contra este hombre? ¿De qué delito lo acusan?

- No lo habríamos arrestado si no fuera un delincuente- respondieron

- Pues llevenselo entonces y júzguenlo según la ley judía- les dijo Pilato

- Queremos que lo crucifiquen- dijeron- pero necesitamos tu aprobación.


Ahhhhhhh, necesitaban la aprobación del imperio. Los imperios, todos los imperios, se reservan siempre aquellas áreas o materias más relevantes desde el punto de vista de sus intereses imperiales: la política exterior, el ejército, los impuestos, el sistema tarifario, la moneda y los procesos aplicables más significativos. Y obviamente aquellos casos que implican consecuencias políticas, como lo pueden ser atentados con visos de inconstitucionalidad (en este caso contra la majestad del emperador) por sólo mencionar algunos. El imperio romano se reservaba para sí la pena de muerte.

Nos decía el pastor Gamaliel Ortiz Guardiola, hace dos domingos atrás, que se nos debería hacer fácil entender el rol que jugaban los judíos en el exilio porque en nuestra experiencia como pueblo hay puertorriqueños en todo lugar. Con excepción de la luna porque todavía al astronauta Acaba no le han hecho la invitación y no se puede pagar los propios gastos de viaje.

La experiencia de nuestra realidad en lo concerniente a las competencias de los tribunales no se queda atrás. Las últimas apelaciones en los grandes casos se dirimen finalmente en el Tribunal de Boston. O termina un Juez extranjero adjudicando, como fue el caso de uno de los gobernadores del país. Tampoco hay en nuestro sistema de justicia, Pena de muerte, pero sí administradores del sistema federal que andan detrás de que se les logre un ajusticiamiento letal en Puerto Rico porque en el tribunal federal, sí puede haber pena de muerte.

Bien, el Sanedrín podía acusar y detener a aquellos que entendían bandidos en los que se mezclaban consideraciones políticas y religiosas, pero no podía ejecutarlos.

El caso de Esteban que narran los Hechos de los Apóstoles fue, distinto al caso de nuestro Señor, una iniciativa fuera de los cauces del derecho. Fue un asesinato fuera de la ley. A veces el Imperio sabe mirar para otro lado. Y no hay alguaciles capaces de arrestar un Imperio o a quien los representa. Hay en nuestra historia casos donde la complicidad en asesinatos del Imperio con nuestro gobierno ha quedado impunes.

O sea que en el proceso a Jesús ha habido investigación, ha habido interrogatorio y, aunque no se nos informa qué sucedió toda aquella noche hasta la madrugada, parece que hubo un juicio y Jesús llega ante Pilato con un veredicto de culpabilidad. No ha habido ejecución, hasta ahora, porque el Sanedrín no tiene -dirían los abogados- esa competencia.

Entonces lo que tenía que hacer Pilato era ejecutarlo y ya cumplía así con la ley establecida. Pero sucede que hay…otro juicio… según lo que vemos en los evangelios.

Sabemos que había dos legitimidades jurídicas. Dos políticas teológicas frente a frente. La nacionalista y “muerta de miedo” judía y la imperial prepotente romana. Para ambas, Jesús constituía un desafío. Ni el Dios de los judíos ni el emperador romano toleraban competidores incómodos.

Estábamos en el evangelio de Juan, Capítulo 18. Continuamos con los versos 33 en adelante que se inicia con un duelo de preguntas:


“Pilato regresó al palacio y pidió que le trajeran a Jesús.

-¿Eres tú el rey de los judíos?- le preguntó.

-¿Cuándo usas la palabra rey, la usas como la emplean ustedes o en el sentido que la emplean los judíos?- le preguntó Jesús.

- ¿Soy yo acaso judío?-replicó Pilato. Fue tu propio pueblo y los principales sacerdotes los que te trajeron aquí. ¿Por qué? ¿Qué has hecho?

-Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores hubieran peleado cuando los jefes judíos me fueron a arrestar. No, mi reino no es de este mundo.

-¿Eres rey entonces?

- Sí, soy rey – afirmó Jesús. Nací para eso y para traer la verdad a este mundo. Quienes aman la verdad son mis súbditos.

-¿Y qué es la verdad?- dijo Pilato. Y sin esperar respuesta salió de nuevo ante el pueblo.

-Este hombre no ha cometido ningún delito- declaró- Pero ustedes todos los años acostumbran pedirme que libere un preso en la Pascua. Así que si lo desean, soltaré al rey de los judíos.

- No, mejor suéltanos a Barrabás- gritó la turba.

Barrabás era un ladrón.


Pero… ¿Qué es un Mesías? El término Mesías, griego, significa ungido. Constituye una relación especial con Dios, por mucho tiempo ese título se le aplicó al rey de Israel. Se aplicó a David. Tiene alguna relación con la palabra hebrea Christos; es un título que los cristianos convirtieron en nombre propio. En los salmos, a Dios mismo se le llama rey.

Jesús trata de precisar la pregunta de Pilatos. Él se identificaba con la figura del Mesías esperado por Israel, pero renuncia a un mesianismo fundado en la violencia y en la ausencia de libertad. Algo desconocido en la teología y política romana y judía, en el mundo de entonces. De ese mundo, no era lo que estaba postulando.

Pilato, como prefecto de Roma en Judea, era una autoridad militar. Era portador de lo que se conocía en el derecho de entonces como iUS GLADii (Derecho de Espada) el poder ejecutar sentencias de muerte. El condenado sólo podía apelar al emperador, si era ciudadano romano. Como sucedió con Saulo de Tarso o el apóstol Pablo. Al principio este poder era sólo referente a militares, pero luego se extendió, en las provincias a todos los habitantes. Pilato tenía ese poder. Es por esta razón que le dice a Jesús, en Juan 19:10 ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y tengo potestad para crucificarte? El tipo parecía que tenía poder.

Pero en política, el poder se tiene hoy y mañana se puede perder. Y por allí cerca estaba Herodes, hijo de Herodes El Grande, que era el rey de los judíos impuesto por el César. Estos Herodes lo mismo construían el templo de Jerusalén que le hacían tres templos al César. Eran los buscones por excelencia. Era amigo de la familia del emperador y algo que incidía en lo complicada que era la política, la división de los grupos que hablamos al principio. Pilatos se cuidaba de Barrabás y le envió a Jesús.

Dentro de los crímenes que atendía el sistema romano estaba el crimen de “lesa majestad”. En el pensamiento romano desde el punto de vista político, la majestad, “maiestas”, era la cualidad propia del pueblo romano. Hace referencia a su condición de mayor, “maior”, a su especial dignidad en comparación con otros ciudadanos. Maiestas es la cualidad de lo mayor, como libertas es la cualidad de quien es libre. De ahí que los órganos que representaban al pueblo, los cargos políticos, participaban de esa majestad, pero sobre todo el emperador, que era un ser “divino” y la majestad un atributo propio de los dioses. Irse contra el César, ser irrespetuoso con el César era delito penado con la muerte y era pecado.

El evangelio de Lucas sintetiza en un solo verso el planteamiento judicial que traen ante Pilato. Lucas 23:2; “Hemos encontrado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que paguen tributos al César y diciendo que él es el Mesías rey”.

Aunque se le acusa de llamarse rey y esto lo coloca dentro del crimen de lesa majestad. Se añade el elemento de que quiere desestabilizar la situación política y que es un subversivo que quiere boicotear los tributos del César.

En el evangelio de Juan, (19:7-8) se dice que: “Cuando Pilato les dice que no había delito en él. “Los judíos respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo”.

A Pilato no le hubiera importado que hubiera un reto al poder del Dios judío. Con decir: “A mí qué me importa tu ley, habría bastado, pero sucede que el delito de blasfemia y el delito de lesa majestad tenían muchos elementos en común:

A. Ambos protegían un régimen fundado en teologías políticas.

B. Ambos regímenes estaban diseñados para servir como mecanismos de protección.

C. Ambos tenían por objetivo la defensa en el plano divino y en el plano humano de dos regímenes que como el judío y el romano imperial, no pueden entenderse sin su vinculación con una teología política subyacente.


No es que Pilato tuvo más miedo, es que cayó en tiempo. No es que el proceso judío fuera religioso y el romano político. La blasfemia, como la entendían los judíos y la lesa majestad como la entendían los romanos, se complementaban.

Además, no es que estuvieran disfrazando el delito judío para que se pareciera al delito romano. Es que eran en gran medida lo mismo. Los judíos lo sabían y por eso la estrategia de traer el argumento de la blasfemia y vincularla con el César. Había una continuidad entre ambos delitos y en ambos lo político y lo religioso se entrelazaban.

Era una acusación. Juan 18: 29 ¿Qué acusación traéis contra este hombre?


Ahora bien:

En Lucas 23:3 “Entonces Pilato le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y respondiéndole Él dijo: Tú lo dices”

Mateo 27:11 “Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador, y este le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.”

Marcos 15:2 “Pilato le preguntó: Eres tú el Rey de los Judíos. Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.”

A confesión de parte: Relevo de pruebas.

El militar que era Pilato, que ya antes había reprimido revueltas judías, curtido en problemas de confrontaciones armadas, tiene frente a sí a un hombre que lo menos que tiene es el aspecto de un guerrero-rey. Tiene ante sí a un hombre solo, sin historial subversivo y abandonado por los suyos. No podía creerle lo de Rey. Pero, como quiera, para Pilato esto era una confesión. Preguntó si era Galileo buscando una salida y se lo envió a Herodes.

Sabemos que Herodes le da una paliza y lo ridiculiza y Jesús a él. Luego lo devuelve a Pilato y la masa prefiere liberar a Barrabás. No voy a seguir. Conocemos el veredicto final y cobarde de Pilato.

Solamente un versículo más.


Mateo 27: 19

“Y mientras estaba sentado Pilato en el tribunal, su mujer le mandó a decir: No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él”.

En la silla de magistrado que representaba el poder, rodeado de asesores, colaboradores, soldados y auxiliares, se le presenta como argumento de defensa…un sueño. Los sueños han sido valorados en la Biblia. José, el hijo de Jacob, los magos, los profetas, José, el esposo de María, eran soñadores. En la tradición romana, también. Era un modo de traer en momentos decisivos, una palabra de detente, de aviso, de reflexión, pero tal parece que no se aceptaba como medio de prueba en el ámbito judicial.

 Una lástima para los judíos. Porque el Cristo, sí tenía sueños y nos inspira a tenerlos.

Me pregunto a mí mismo: ¿De verdad, Otho, que el Señor se fue contra todo el sistema político, jurídico y religioso de su mundo, de su tiempo, incluidos los postulados de la fe de sus padres?

Yo lo que he hecho es leer los testimonios que los evangelios narran, y creo como ellos. Lo que sí voy a añadir son las siguientes preocupaciones:


Ahora que la Iglesia ejerce los descargues a los que el ejemplo de Cristo nos convoca a través de ministerios…

1. ¿No sería conveniente, al menos, crear un ministerio anticorrupción, sin esperar que el gobernador de turno nos convoque y, sin ánimos de crear una nueva inquisición, comenzar por denunciar a aquellos que se llaman ministros seguidores de aquel Galileo valiente, pero en lugar de un pollino transitan con choferes particulares, en carros de lujo, viven en mansiones y devengan salarios y pensiones a las que jamás tendrá acceso un ciudadano común?

2. No sería pertinente, apropiado, imperativo, que ante la crisis que atraviesa nuestro pueblo, se creara un ministerio, (no de la Iglesia local sino del mayor número de denominaciones posible, asesorados por el Seminario Evangélico de Puerto Rico y con la inclusión de laicos evangélicos destacados en la jurisprudencia y en la Universidad- evangélicos participantes de todas las corrientes ideológicas, pero con prioridad en la entrega al mensaje del Cristo de la historia. O sea, a la luz de la experiencia de este Cristo que no se amilanó ante imperios ni chantajes, ¿no sería pertinente que se creará un ministerio de descolonización, que ni siquiera los políticos se atreven realizar, ni tienen capacidad para hacerlo?


***


Quisiera concluir esta reflexión con un poema. Dudé hacerlo al principio porque el mismo contiene un lenguaje transgresor -más durante la década de los 60 a la que pertenece, que en el presente- aparentemente demasiado transgresor. Tal vez hasta revolucionario. Hoy sé que hay salmos más transgresores y más revolucionarios que este poema. Tenía yo 17 años y lleno de sueños cuando mi padre me permitió escribirlo con “magic marker” en la puerta de mi cuarto.

Una de las razones por las que todavía insisto en la capacidad que tiene la Iglesia para proclamar el evangelio de Cristo y para mediante el mismo, levantar a este pueblo de sus errores, de su depresión y de sus crisis es el testimonio de mi padre. Por su enfrentamiento a los saduceos y fariseos de su propia tradición religiosa, y la de sus padres, sé que no hubiera tenido reparos en que leyera hoy este poema. En sus momentos de mayor lucidez hubiera estado de acuerdo con el nieto que lleva su nombre; que ve en Jesús un santo, sublime y ordenado anarquista.


Este poema escrito por un joven poeta religioso puertorriqueño que murió a la edad de 23 años, es desde entonces incluido, necesariamente, en todas las más importantes antologías de poesía de Latinoamérica. Se llamaba Hugo Margenat Mediavilla. Nació en 1933 mientras en nuestra Iglesia se daba la histórica experiencia del Avivamiento. Tituló este poema Dios es como yo. Nuestro poeta y pastor Moisés Rosa Ramos lo consideró en su poemario póstumo, Álbum de Casa, porque Hugo entendía que Dios no creía en dioses. O sea en la concepción que de Dios tenía el pueblo judío. Hugo creía en un Dios a quien él pudiera parecerse. Dice el poema:


— Dios es como yo —

Dios es como yo, ateo,

duro, navegador insondable,

vagabundo de risas cortas

y miradas largamente estrepitosas.

Corta sábanas, trae carbón,

destruye paredes, levanta barricadas,

conmueve a la masa de pétalos,

llama a la revolución mundial

y entierra espinas de hambre cósmica.

Es anticapitalista, anticlerical y antiimperialista.

Dios, izquierdista,

es el conspirador perpetuo.

Un día Dios se metió dentro de mí.

Y lo tuve en mis dedos,

en mi lengua

en mi frente.

Pregunté en mi adentro

por la tierra, el camino,

los machetes.

Ese día me apretó

como una sortija chica

la palabra.

Me bautizó.

Con las manos de un río grande.

Fuimos a las arenas

para escribir en caracteres mortales,

a la roca

para que doliera su lectura,

al viento para que despeinara

la paz de la tierruca.

Ese día llamó

a los elementos del barro

y a la sal del Caribe.

Cuando salió de mí

me dejó con Julia, la muerta viva,

haciendo para Indoamérica

en hogueras de sol,

una religión

de fuego y agua.

Dios es bueno.

!Dios les bendiga!


{Plática ofrecida por el poeta Otho Rosa en el templo de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) Central de Bayamón, P.R. el Domingo de Ramos 2014}