Réquiem

Creativo

Tenemos miedo a volar;

tenemos miedo hasta de sentir

los latidos del alma;


siquiera buscamos esa pasión
del sexo más ingenuo,
ni pretendemos, acaso,
el calor de la piel clandestina
después de una tarde de trabajo y apatía,
después de par de tragos
y estar agotados de hormonas,
y hasta nos ninguneamos en las catacumbas de la ciudad.

Tenemos miedo a seducir lo desconocido
tenemos miedo a besar otro sueño en la noche.
Vivimos en el laberinto de una familia sin destino
sin apellidos ni seguro social.

Tenemos miedo a la lluvia,
pero sigue lloviendo.
Llovemos tantas muertes anónimas.
Llovemos sudores sobre un cuerpo desnudo,
que nos llama, nos canta, nos invoca
en el réquiem de los miedos perversos.
Pero la noche es eterna,
la noche nos pervierte,
la noche nos condena,
somos espíritus vagabundos,
en un pueblo que echó la dignidad en el sarcófago de una isla.

Tenemos miedo a vivir.
Nuestros pies descalzos descubrieron el arte de morir,
nunca nos preocupó morir,
tampoco amar, o repetirnos,
sentirnos y abandonarnos
pudimos renacer, quizás, autoparidos en el caos,
quizás, nos convertimos en poemas
escritos para un funeral vestido de alas.
Tenemos miedo a ser,
tenemos miedo a desnudarnos y acariciarnos.

Mi voz está hambrienta,
soy el ángel de la muerte
mis dedos son dagas apalabras desgarrando historias,
mi palabra es sangre para beber la tuya,
la sangre es vida,
la sangre es el principio y el fin
tu sangre, mi sangre
la de un pueblo que escribió su epitafio en la nada.

Ana María Fuster Lavín

2006  El Libro de las sombras
Ed. Isla Negra
premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña