Fidela Matheu y Adrián: de una poesía y el nombre de un buen amor

Creativo

“Sombra errante del amor, dicha perdida

que en tu tiempo halagaste mi existencia

velo de tul, a cuya transparencia,

oculta al mundo entre pliegues vi.

-Fidela Matheu y Adrián

Residencia inédita por ciento cuarenta años. Cuadernos, revistas, todo un noble monumento de poesía se ha conquistado bajo su firma, bajo su esencia; multipresente  se ha comido el tiempo, como un trozo de pan, y nace todos los días en una estampa seductora a los sentidos y surtidora del buen verso, y llamándose Fidela Matheu y Adrián. Nace en el siglo 19,  siglo del Liberalismo, una ideología que se conforma como movimiento político-social en toda Europa a partir de la Revolución Francesa (1789). Nace en el siglo de autores practicantes de la innovación y del ingenio, Espronceda, Bécquer, Larra, Rosalía de Castro, el padre Juan Arolas, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Duque de Rivas o Gutiérrez de la Vega. Sigue naciendo en el postulado del Romanticismo que como sabemos, diserta el predominio de la imaginación y el sentimiento sobre la razón, esboza el lirismo esencialmente subjetivo es decir, el poeta canta su propio yo, se da con el esplendor la imitación directa de la realidad exterior ceñida a la libertad de inspiración y ejecución de la obra artística.

En el 1806 llega la imprenta a Puerto Rico, y a su vez un capítulo de letras o mirador del más estilizado lirismo se nos ofrece como estampa. En 1843 se publica el primer “Aguinaldo Puertorriqueño”-aunque Celedonio Díaz Ribot cambiaría esas fechas con su magistral obra de teatro MUCEN veinte años antes gracias al hallazgo del dramaturgo e historiador de teatro Roberto Ramos Perea- este libro compila una serie de colaboraciones o ensayos en verso y prosa, que nada tienen que ver con la Navidad, escritas por los puertorriqueños(as) Francisco Pastrana, Carlos Cabrera, Martín J. Travieso, Benicia Aguayo, Mateo Cavailhon y Alejandrina Benítez, un desconocido M. A. y los peninsulares Ignacio Guasp, Juan Manuel Echavarría, Eduardo González Pedroso, Fernando Roig y Francisco Vasallo, padre.

En 1844 aparece el “Álbum Puertorriqueño”, obra compuesta de 2 ensayos en prosa y 49 en verso de cinco estudiantes puertorriqueños en Barcelona, España, entre ellos Manuel A. Alonso y un inolvidable Santiago Vidarte.

Estos querían manifestar mediante este trabajo, amén de la emoción y el agradecimiento que sentían por la aparición del Aguinaldo puertorriqueño, su amor a la Isla y que en Puerto Rico sí se cultivaba la literatura. En 1846, con casi todos los mismos autores del anterior, aparece un nuevo Aguinaldo Puertorriqueño y también los mismos responsables del “Álbum Puertorriqueño” dan a luz en Barcelona el “Cancionero de Borinquén” con 37 composiciones o poemas. Sería lo que ahora: la nostalgia de la patria duele; o se deja conmover en la irrefrenable sucesión de imágenes que siempre plasman un Puerto Rico de ensueño. Es lo que Virgilio Dávila llamó “perdido paraíso terrenal”

En esta misma historia surge Alejandrina Benítez considerada una de nuestras primerísimas poetas líricas de su época. Y en paralelo “El Gíbaro” de Manuel A. Alonso, publicado en 1849. En su obra, Alonso intenta fotografiar las costumbres y tradiciones de Puerto Rico a la altura de 1849, como también expresa su crítica sobre las mismas. El Dr. Alonso, a no dudarlo, persigue un objetivo: establecer una comunidad letrada que, para la época, era solo una minoría la que podía leer y escribir. Así, “El Gíbaro” da comienzo al progreso y a la preservación de la cultura puertorriqueña por medio de una comunidad letrada. Junto a Alejandrina Benítez surge un joven garboso, de ojos en profundidad de signos y misterio, escrutador de esos mensajes que la poesía en pura esencia es capaz de originar. Su nombre, José Gautier Benítez. Sus poemas “A Puerto Rico” “Ausencia” y  “A Puerto Rico regreso”, le hicieron famoso y admirado. Malogrado por la tuberculosis murió joven, junto al mismo fantasma que persiguió a Vidarte otro brillante poeta de su tiempo.

Es cierto que Gautier era magnífico, caminaba sobre sus círculos mágicos y derramaba imaginación en sus tinteros, pero bellamente cierto es que muy cerca de él también en abierta luz, estaba ella, prolífica, excelente, promisora, en fin, ella misma,

Fidela, por supuesto.

Ha llegado a mis manos, la excelente recopilación de sus escritos a manos del Dr. Ernesto Álvarez, y Haydeé de Jesús Colón, destacados catedráticos en la Universidad de Puerto Rico y bajo la Editorial Boán de Arecibo. Es caminar, libremente y asombrados por la imaginería de esta poeta. Álvarez y De Jesús nos abren el naipe imantado que va a la magia y nos regresa con ella, si es que en el siglo de José Gautier Benítez, las palabras sencillamente rasgaban el firmamento. Nos dice el Dr. Álvarez, que el grueso de los trabajos recopilados data de los años 1873-1874 y diverge en dos tiempos; la obra identificada en los años 1873-1876 es la más personal de su obra poética y en el segundo tiempo deambula en la poesía de orden familiar -poemas a sus hijas, ideales de conducta, induciendo a la conciencia para que sus hijas no sufrieran las experiencias vividas por ella- aunque bien es cierto que en esta segunda mitad de su producción poética, hay plenitud de lo vivido, hay entera felicidad, y se expresa.

Fidela, por ejemplo, en ese segundo tiempo, nos esboza Álvarez cuando se dirige a sus nietas, recurre a la fábula, la apología, al diálogo poético, en busca de valores perdurables, y de ahí un sentido didáctico. Álvarez advierte no caer en juicios ligeros al momento de la lectura de esta diversidad poética. Porque en ese llamado poético recibido por Fidela, se convoca un oráculo personal, para la mujer, para la madre, para la poeta. Se convoca un portal de signos dispuesto a alumbrarse de ingenio y continuidad. Y más cerca, en ese parnaso que va quedando en lenguaje de alma, o un hogar de letras para el amor. Gautier y Fidela, un binomio, un incendio con sus escaparates, un sendero de poesía, en ese pasado, por este presente.

Entremos pues, al universo poético de Fidela Matheu y Adrián de la mano con el Dr. Ernesto Álvarez; “Fidela Matheu y Adrián fue una de las tres poetas femeninas mejor conocidas de la segunda mitad del siglo XIX, compartiendo el espacio de la lírica puertorriqueña con Alejandrina Benítez y Lola Rodríguez de Tió. Le reconocieron sus altos méritos el historiador Salvador Brau, el dramaturgo y novelista Alejandro Tapia y Rivera le publicaba sus poemas en su revista “La Azucena”, el educador Ramón Marín Solá fue su maestro de las primeras letras, el Lic. Manuel Corchado Juarbe, gran escritor, era su amigo, se crió en Arecibo compartiendo con el Dr. Manuel Zeno Gandía y el Dr. Cayetano Coll y Toste; Mariano Abril, Eugenio Astol, Bonocio Tió y otros periodistas reconocidos escriben sobre la obra poética de Fidela, y ella figura en el desarrollo de la literatura insular como una de sus pares.

Niña, en el Arecibo de su nacimiento, asistió a la escuela de niñas dirigida por Rosenda Padilla, hermana de José Gualberto Padilla "El Caribe", para aprender sus primeras letras. Ramón Marín Solá, educador, que luego figuró entre los fundadores del Partido Autonomista y fue periodista de renombre, fue su maestro de gramática y caligrafía. A la edad de trece años pierde a su madre y de esa edad es su primer poema conocido. En Arecibo había la farmacia de Manuel Pérez Freytes, que era el lugar de reunión de los intelectuales del pueblo; su hermano, Francisco Pérez Freytes era poeta y dramaturgo, "Pancho" estudiaba en el Seminario de San Juan, y al regresar en sus vacaciones le daba a Fidela lecciones de retórica y poética, con lo que la niña iba abriendo su entendimiento hacia las sutilezas de la poesía”.

Como se ilustrase en este escrito Fidela crece en un siglo de renovaciones y cambios, así nos dice; “Fidela Matheu y Adrián se desarrolla en la poesía en medio del romanticismo en boga y la influencia de la todavía vigente poesía neoclásica. Fidela fue admiradora de Bécquer, y siguiendo la manera del romántico español escribió rimas que con toda honradez tituló "Imitación de Bécquer", resultando dichas imitaciones "variaciones" de temas becquerianos. Siguió los pasos de Gertrudis Gómez de Avellaneda y de Carolina Coronado, de Juan Arolas, sus décimas son de claro corte calderoniano, y fue admiradora de Víctor Hugo”.

Fidela y Gautier, el nombre del buen amor, el nombre exacto de una poesía, el nombre prevenido, el nombre robado, el alma expuesta; “En 1868, cuando el ejército español llegó a Arecibo para sofocar la insurrección de Lares, entre sus militares venía el sub-teniente José Gautier Benítez. Tendría Gautier 18 años, Fidela contaba 16. Se vieron y se enamoraron, como suele decirse. Y ese enamoramiento habría de trascender toda frontera, como ocurre con los grandes amores de la historia. Debió haber correspondencia, sobre todo en forma de poemas, que hoy no existen. Lo que sí se puede constatar es el cruce de poemas que bajo el seudónimo "Luisa" por parte de Fidela, y el llamado "Gustavo", por la parte de Gautier, se cruzaron en la prensa del país, en especial entre los años 1872 a 1874, cuando más intensas y tensas estuvieron sus relaciones. Fidela fue el amor eterno de Gautier. Pero éste, confiado en sí, un día formalizó compromiso con su prima Cecilia Benítez y en enero de 1874 contrajo matrimonio, dejando a Fidela desolada. De hecho la producción poética de Fidela de más alto significado se concentra entre los años 1872 - 1876, aunque sigue escribiendo hasta los 75 años, cuando muere en Yauco en 1927. Gautier, que quizás pensó que aún casado podría retener a su amada, debió reconocer que ella tenía el derecho de hacer por cuenta propia su vida, y jamás superaron sus emociones el haberla perdido”.

Entonces, ¿cuál fue el origen de esa Residencia Inédita de poesía? Álvares nos dice; “Una realidad se impone cuando uno quiere analizar por qué se echó al olvido el nombre de Fidela Matheu Y Adrián en la historia de las letras nacionales. La primera razón pudiera ser que Fidela vivió su amor al margen de las reglas, en una sociedad donde ella se atrevió hacer lo que muchas desearan hacer pero se acogen a la hipocresía social vigente. Ella amó y vivió el amor. Por eso, aunque no culminara su relación con Gautier en el matrimonio que tal vez deseara, hoy no existe en la historia de las letras puertorriqueñas un amor trascendental que supere la relación Fidela-Gautier, ni siquiera el amor de José de Diego y "Laura", de Luis Palés Matos y "Filí Melé". Otra razón por la cual se margina a Fidela podría ser porque ella queda inscrita dentro del marco del romanticismo y como sabemos, el modernismo asimiló dentro de sí la tradición romántica, en fusión con el simbolismo y el parnasianismo francés. Si a esto se suma la profusión de escuelas de vanguardia que invaden la poesía, se podrá imaginar que una poeta esencialmente romántica, aunque tiene atisbos modernistas, sea vista como cosa del pasado. Pero, me parece, la razón de mayor peso es que por influencias sociales, la relación de Fidela y Gautier debía ser borrada de la biografía del más prestigioso de los poetas románticos puertorriqueños. Aun así, podríamos añadir una cuarta razón: los historiadores de la literatura puertorriqueña han sido en extremo indolentes. Las llamadas historias de la literatura en P. R. han sido tesis para obtener un grado, como las de F. Manrique Cabrera y la de Cesáreo Rosa Nieves: la primera se va por las ramas y la segunda ausculta en lo más evidente. Esa superficialidad existe también en tesis dedicadas a autores en particular, donde se exige que nuestros autores sean analizados a la luz de los peninsulares o escuela literaria, antes que ver cuál es la aportación propia”.

Dichas estas palabras como una certidumbre que nos abraza y nos acerca a Fidela, el Dr. Álvarez no habla del ciclo creador de estos libros; “De Fidela hemos producido, Haydée de Jesús Colón como investigadora y yo como el escritor de su biografía, Fidela: Vida tiempo y poesía de Fidela Matheu y Adrián. Nos tomó dos años de investigación y análisis de los materiales poéticos exhumados de las hemerotecas de la Biblioteca UPR, del Archivo General, de la Biblioteca de la UPR en Mayagüez y otras. Publicado este primer libro, conocimos a la Dra. Jennifer Oppenheimer Catalá, que guardaba cuadernos y un cúmulo de papeles de puño y letra de Fidela, materiales que generosamente nos confió, lo que nos permitió publicar un segundo tomo: Fidela Matheu y Adrián: Obra poética inédita. Con esto podría decirse que hemos dado a la luz la "obra completa" de Fidela, aunque sabemos de un par de títulos de poemas que no hemos logrado localizar”.

Así en la historia se está trabajando con un tercer tomo relacionado a esta excelsa poeta, la que estaremos esperando, abriendo nuevas coordenadas en vida y obra de Fidela Matheu y Adrián. Cabe recordar un libro que disfruté mucho; “Hölderlin y la esencia de la poesía” escrito por Martin Heidegger en el año 1936 partiendo de la premisa de explicar qué se busca hablar de la poesía y el ser de la misma, partiendo de la obra del mismo  Hölderlin. En su discurso Heidegger hablaba interpretando al poeta que la palabra es un bien del hombre, porque solo a través de ella puede realizarse como tal.


Y qué mejor que Fidela Matheu y Adrián, nos lo confirme:


                                  Yo soy fuego que abrazo-dice el rayo-

                                   y se lanza a la tierra;

                                  yo soy agua que apago-dice el río-

                                  en cuyo fondo queda.


                                  Yo soy la noche y en mi manto obscuro

                                  cobijo la tormenta:

                                  soy el día, en los pliegues de la aurora

                                  al claro sol se muestra


                                  la copa del dolor, de nuestra alma

                                  las dichas envenena…

                                  pero siempre en el fondo de su cáliz

                                  una dicha nos deja


                                                            -Fidela Matheu y Adrián.

                                                             Compensaciones


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