La cultura del mayoral: odio [nacional] al empleado público unionado

Cultura

El coro se salió de control: lo escuchamos tanto en la radio matutina, como en la vespertina o nocturna. Esto sin dejar de hablar de la prensa corporativa que produce la reacción colectiva, y luego se extiende a través de los sistemas mediáticos. Pero la reacción es igualitaria: el problema de la crisis actual no es ni el gobierno, ni las empresas trasnacionales que hacen todo lo posible por no pagar impuestos ni contribuciones locales. El problema actual, según esta mirada dominante, yace en los empleados públicos unionados, los cuales reciben grandes beneficios salariales, y sueldos extraordinarios. Ante esta forma dominante de pensar, me pregunto ¿quién habla?

La forma dominante que se ha asumido en Puerto Rico, es la del mayoral. Es decir, el capataz que infligía disciplina en el mundo laboral de la plantación agrícola, donde uno era esclavo o arrimado-jornalero, pero nunca hombre o mujer libre. Ese mayoral, por vía del fuete, imponía una condición férrea: la dominación del otro y la otra, mediante la fuerza e intimidación. Esto dejó una cultura de dominación y opresión, de la cual realmente hablando no nos hemos podido escapar en Puerto Rico.

Por ejemplo, Víctor Villalba, presidente de la Central Puertorriqueña de Trabajadores (CPT), indicó por vía de comunicado de prensa, que la acción del gobierno central con la Ley de Sustentabilidad del Gobierno del Estado Libre Asociado, “mutila derechos adquiridos de decenas de miles de trabajadores”. Es curioso, pues el coro dominante de Puerto Rico, realmente hablando lo que hace es repudiar que los empleados y empleadas unionadas tengan condiciones decentes de trabajo. La opinión pública dominante es que esos derechos adquiridos dan privilegios, los cuales hay que “destruir”, como indicó el líder sindical Villalba.

José Pérez, nombre ficticio para un joven empleado de un restaurante de comida rápida en Puerto Rico, me decía que “los empleados públicos no quieren trabajar y quieren vivir bien. En la empresa privada, si no trabajas te botan”. Es terrible que un empleado de 19 horas a la semana, a $7.25 dólares la hora, asuma la postura de su patrono o de la prensa corporativa, como la válida. En su lugar, su pensamiento debería ser: yo deseo trabajar bajo las mismas condiciones laborales que tienen los empleados públicos. Ese debería ser el paradigma a seguir en Puerto Rico.

Es realmente curioso que lo que se ha impuesto es la cultura del mayoral. Es una pena.


Foto: Mauricio Planchart Navia