El existencialista

Creativo

La policía llamó a mi padre y me llevó a la casa dándome un sermón por el camino. Días después del incidente, en la vista preliminar, el juez archivó el caso porque los dueños de los establecimientos retiraron los cargos. Empecé a vivir una vida normal como todo el mundo. Pero sentía que me faltaba mi razón de vivir.

El 4 de julio ataqué de nuevo, pero esta vez con una lucidez que me sorprendió en lo más profundo de mí. Rompí cristales de bancos americanos, de autos americanos, europeos y japoneses, cristales de las tiendas con anuncios en inglés y de los establecimientos de comida rápida. Después que me soltaron los federales, mi padre me dijo tranquilo que él sabía que yo había roto esos cristales. Pero él tenía una carta escondida debajo de su manga.

En verano, mi padre me encerró en un hospital psiquiátrico. Allí recibí terapia y atención personalizada. Al principio extrañaba mi libertad, pero aprendí con el tiempo que la libertad es un estado de ánimo y que a veces tiene uno que tomarse unas vacaciones para tener una perspectiva de la realidad. Los analistas me convencieron que yo no había madurado y que esas acciones revelaban una etapa infantil.

Estaba en mi último semestre de estudio de Humanidades cuando se desató la huelga. La administración universitaria se negó a aceptar los reclamos de nuestros representantes y las organizaciones estudiantiles llamaron a un piquete masivo y pidieron que nos presentáramos todos en el campus. El orador nos explicaba la intransigencia del rector y del gobierno. Entonces, se apoderó de mí la indignación.

Estuve rompiendo cristales hasta que se acabó la huelga.

Después que me gradué, seguí rompiéndolos…

Por eso, soy el más buscado...


Wikimedia Commons, bajo licencia de Creative Commons.

 

22 de octubre de 2008, Connecticut, USA