Santurce de Macoris

Creativo

La arena estaba caliente a pesar de que la planta de mis pies está acostumbrada a estos trópicos. A lo lejos la laguna promete cangrejos. Más allá el mar con otras orillas. Recuerdo esas  costas, las fiestas bajo la luna. Mis aretes, mis paños al viento, el sonido del tambor, el sudor, el baile, la brisa, la dicha.

Después el viaje, la sal, el sol, el mar infinito, la luna y esta orilla. Huir, hacerme invisible entre los mangles, correr hasta sangrar. Hoy todo me es familiar  ya estoy aprendiendo su acento al hablar y al andar. Conozco esta tierra y sueno con la otra. En el día trabajo de sol a sol y en la noche, busco soñar con mi otra tierra. Busco soñar con mi gente y su amor. Mi madre, su olor, su sazón, sus guisos, sus ganas de vivir. Por las noches busco el sonido del tambor  y el fuego para acurrucarme y descansar.

En la segunda guerra mundial se levantó en estos terrenos el campamento Las Casas. Toque de diana y ejercicios militares enmarcaban la vida civil de los alrededores. Después la construcción de un caserío moderno que asumió el mismo nombre: Caserío Las Casas, Caserio Fray Bartolome Las Casas, poca gente sabe el nombre completo, poca gente sabe que es en honor al fraile que por salvar a los nativos esclavizo a los negros, pobre fraile , la historia no lo ha ubicado bien, en fin eso ya paso.

Treinta y tantos edificios de dos pisos con 12 apartamentos por edificios. Apartamentos de una, dos y tres recamara con sistema sanitario integrado y fogón. Una chulería.!!! Enmarcado por el camino Capenter Road, y lo que después de embreadas se convirtieron en las avenidas Borinquén y la Eduardo Conde.

El Caserío Las Casas es un semillero de músicos y cantantes populares: los pleneros del Quinto Olivo, Gilbertito Santa Rosa, El Cano Estremera, Marcos Mallory, por mencionar a quienes alcanzaron la fama. Los viernes en la noche, los muchachos le tiraban piedras a las bombillas de los postes del alumbrado para quedarse a oscuras, beber, fumarse su gallo y tocar  congas. Algún sonero improvisaba y así me dormía.

Temprano caminaba, subiendo la calle Haydee Rexach hasta llegar a l esquina, entrar  por el pinar arenoso para alcanzar la avenida Eduardo Conde y llegar a la Escuela Jesús María Quiñones. Un edificio precioso, con un gran patio lateral en donde nos reunían a cantar los himnos de Puerto Rico y Estados Unidos. Maestros y alumnos subían en orden a sus respectivos salones.

Esa escuela tiene unos pasillos largos y amplios, unas escaleras hermosas.  Uno de los centro en donde salimos del analfabetismo muchos de los cangrejeritos de la época. La magia de unir las silabas, leer en voz alta cuanto letrero había a lo largo de la Borinquén. FAR MA CIA  SAN JO SE COL MA DO FOR TU NA CALLE TA VA REZ.

En la Eduardo Conde los cines pululaban: Imperial, América y Morell Campos. En el Morell Campos vi a Felipe Rodríguez, su guitarra y a la diva Marta Romero , en plena fama de la película Maruja. Recientemente supe del fallecimiento de esta gran actriz que se atrevió a incursionar también en la cantada.  ( siña María la colora, colora, colora….)La recuerdo con sus mangas largas y el enigma de que había tenido un intento de suicidio y que por eso se cubría las cicatrices. No sé si era cierto yo  solo se que era preciosa, solo sé que murió sin pena ni gloria y me sentí cómplice y culpable de tanto abandono.

Desde las Margaritas, allá en el antiguo Bravos de Boston, hasta Llorens Torres, por toda la  avenida Eduardo Conde y la Ponce de León hasta la De Diego y de ahí, por la Loiza es la ruta de las guagüitas. Un resuelve que alivia la larga espera de la AMA.

Dependiendo de la hora en que esperes la guaguita es la composición de los pasajeros. Temprano en la mañana es un mujerío, casi todas dominicanas, que se conocen al dedillo y van rumbo a sus trabajos. Me pregunto dónde están los puertorriqueños. Regularmente el chofer y yo somos la representación boricua en ese viaje mañanero. Es más, para seguir con este análisis, creo ser la única cangrejera, porque el chofer no es de todo esto, en realidad no se como y porque cayo en estos lares.

La arena es buena para sembrar yuca. La yuca es buena para comer jueyes. Los jueyes son buenos para comer al carapacho o en salmorejo, con panapen, con yuca, con guineos verdes o plátanos. De todo esto hay alrededor de mi bohío. Lo que necesito para comer lo tengo en el patio. Las cuevas de los jueyes son como túneles, por la noche los perros labran y ya sé que hay jueyes en el patio. Los cojo, los limpio con maíz y prendo el fogón, agua con sal, recao y lo que se me ocurra y los pongo a hervir. En esa misma agua hiervo las viandas y me siento dueña del  día y la noche, una hamaca completa este manjar y me digo que estoy feliz, que no me puedo quejar hay gente que viajo conmigo y murieron en el camino y hubo que echarlos al mar. A mí me mantuvo viva el miedo a morir. Un viaje largo, una noche larga, un día largo un miedo largo y por fin la orilla,larga. Y la promesa de libertad…

En el patio de mi escuela intermedia había huesos humanos. Ese terreno había sido un cementerio y las excavaciones carecían de protocolos. Es la segunda escuela intermedia del barrio, nos decían cajas de muerto porque el uniforme era gris con un lacito amarillo y los predios eran un cementerio, se llama Ernesto Ramos Antonini y ahí forme parte de los grupos superdotados. Veía la vida desde el amor incondicional de mi abuela, desde el  exceso de poder de mi tía, desde la ausencia de mi padre y desde el silencio de mi madre.

Los veranos ocasionalmente los pasaba en la Calle Lippit,  413 interior, en la casa de mis padrinos, correteando con la muchachería, adoraba esos veranos, la libertad, los pastelillos de La Bodega, los cines. Era mi refugio, pero duraba poco… Todavía voy a La Bodega, ahora unas bandadas de palomas siempre merodean los alrededores buscando algún pedazo de pastelillo mal puesto. El plumaje esta opaco a consecuencia de su nueva dieta. Las pobres renunciaron a su vuelo por los pastelillos, se rajaron de la paz.

Cuando llegue aquí no conocía a nadie, me daba miedo caminar por las noches, vivía encerrada en aquel cuartito húmedo y maloliente al pie de la laguna. Los boricuas son muy habladores y me daba miedo que chotearan mi identidad de indocumentada. Pasaron muchos meses en lo que me sentí en confianza y me percaté de que nadie me delataría, cada quien tenía su porción de vida clandestina y había un acuerdo silente de no chotear. En una de las paredes se leía un mensaje de odio al chota y otro que sentenciaba que uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. Todo está dicho.

Una paisana me recomendó con los hijos recién casados de su patrona y así fue que comencé a ganarme los cuartos. Tempranito en la mañana esperaba la guagüita y me quedaba en la calle Loiza, para de ahí seguir a pie hasta un condominio lujoso del Condado. Allá en la Republica deje a mi mama cuidándome el cuadro de barrigones. Aquí estoy sola como una perra triste. Pero tenía que hacer algo, no podía quedarme esperando lo que no ha de venir. Por eso me arriesgue en esa yola, con ese mar horrible, llegue a una costa del Norte de Puerto Rico, cuando atracamos, todos a correr, sin tener idea de donde estas ni pa donde vas. Corrí como desesperada, cuando llegue al pueblo, me recosté en la plaza. Cuando desperté venia una señora mayor cargada de paquetes y me ofrecí a ayudarla. Ella dibujo en su cara la desconfianza y la compasión y me dijo que sí. Le cargue los paquetes, me convido un café con pan y me supo a gloria, pienso que se dio cuenta de mi hambre vieja y me volvió a servir la misma dosis. En la parte de atrás tenía un cuartito de cachivaches y me dijo que podía usarlo a cambio de que la ayudara en los quehaceres de la casa. Pensé que Dios me vino a ver y por supuesto que acepte. Quedarme aquí, con esta bendita señora en lo que me aclimato, aprendo el acento y el andar y disimulo un poco mi condición. Pero mi meta era Santurce, muchos de los de mi barrio en la Republica vivíanallá, y hablaban maravilla, y me dije Altaagracia, para ya vas…

El domingo siguiente vino su hija a visitarla y la señora me llamo para que la conociera. Aproveche para preguntarle si Santurce quedaba lejos, con la dicha de que ella vive cerca de Santurce. Me dio pena dejar a la señora, pero ahí no estaba ganando dinero, por eso tenía que irme, con dolor en mi corazón. Un par de domingos después aproveche la bola de la hija de la señora y me fui para la capital, me quede en Rio Piedras, ella me explico cómo tomar el tren y llegue a la estación Sagrado Corazón.

Con que esto es el Santurce mentao, está lleno de gente de la Republica, aquí me siento menos sola, el acento al hablar y al andar me refresca la vida. Unos pesitos que me dio la viejita me sirvieron para llegar a un acuerdo para un ranchito, en la Calle Cortijo. Y asíempecé aquí a tratar de ser feliz y, sobretodo, a buscar los cuartos para mi gente en la Republica.

Cimarrón es quien se va a la cima, quien huye, se rebela, escapa y resiste. Los primeros negros llegaron al Nuevo Mundo en 1502 como sirvientes del gobernador de las Indias, Nicolás de Ovando.  Para entonces se permitía pasar a las nuevas tierras   a los negros que ya eran cristianos y hablaban español.  A estos negros se les llamaba ladinos o sea latinos. El comportamiento de esos negros provoco que más tarde el término ladino adquiriera el significado de las características de esos negros; esos ladinos eran sagaces y astutos, y hasta el sol de hoy ladino es sinónimo de: sagaz, astuto.

Estos negros ladinos llegan a España por el tráfico portugués iniciado para el siglo XV, venían principalmente de las islas de Cabo Verde. La mayor parte de estos ladinos se encontraban en Andalucía, especialmente en Sevilla. Las  primeras dos autorizaciones del Rey para traer esclavos a la isla de San Juan Bautista datan, una del 11 de abril de 1510. Esa autorización era para traer dos esclavos. Dos años  después, hubo una segunda autorización, allá para el 10 de agosto de 1512, para traer otros dos esclavos.

Pero el asunto se flexibilizo y el 22 de julio de 1513 se publicó la cedula real que autorizo:” la introducción general de esclavos negros a las Indias, mediante el pago de dos ducados por cada licencia. Ese fue el inicio de un tráfico humano masivo e inhumano.  En 1517 se le concedió al Mayordomo Mayor de Carlos V el privilegio de enviar 4000 negros a las islas de La Española, Puerto Rico, Cuba y Jamaica. La llegada de estos africanos a las costas tropicales de la antillania les traía gratas semejanzas con su tierra y se les hizo fácil encontrar causa común con la población explotada de los amerindios o como soneara  siglos después otro negro cangrejero cimarrón, Ismael Rivera: Dios los cría y ellos se juntan…

Ya para 1503 se registra  una prohibición de traer esclavos negros a las tierras de América porque estos” se huían entre los indios y les enseñaban malas costumbres y nunca podían ser avisados.” Es decir se prohibía traer negros porque huían a las cimas y se convertían en cimarrones.

Ante la pobre población europea en las antillas este junte de negros con indios era una verdadera amenaza para la colonización, al punto que en 1516 el Cardenal Cisneros, regente del Reino suspendió temporalmente la trata de negros de España para América. Esa prohibición duro poco porque al siguiente año, en 1517, el Emperador Carlos V restableció el permiso para traer esclavo siguiendo la propuesta de Fray Bartolomé Las Casas. Fray Bartolomé Las Casas abogo por la exportación de negros por ser estos más fuertes físicamente  que los nativos. La estrategia de Fray Bartolomé era  proteger a los indios esclavizados que estaban siendo  aniquilados por el exceso de trabajo en las granjerías y en las minas de la colonia.

Para 1531 en Puerto Rico había 2,007 esclavos que se empleaban en la agricultura, la producción de azúcar, la minería, la construcción y los servicios domésticos. No todos estos esclavos estaban aquí legalmente, muchos venían como contrabando por los traficantes portugueses quienes los traían directamente de África. Al punto que entre 1551 y 1600 entraron a las Indias unos 62,400 esclavos. Los esclavos procedían de diferentes regiones y culturas que se extendía desde el Río Senegal hasta el Cabo Verde. Llegaron aquí los jelofes que venían de la región del Senegal y tenían fama de ser revoltosos, rebeldes, ingobernables y se les adjudica ser los líderes de los alzamientos desde 1527.

También llegaron los bramas que procedían de las riberas del Río Zaire, los biafas, procedentes de la costa occidental del Río del Rey. Los zapes que venían de la Sierra Leona, los mandingas, que procedían desde la costa del Atlántico hasta la región intermedia del Río Níger. Los mandingas era la etnia más abundante por eso todavía hoy se dice que el que no tiene dinga tiene mandinga… Otra de las etnias fueron los bañol, los coculis, los terranova, los malagueta y los bobos que procedían del Alto Volta. (Acá entre nos, se sabe de un esclavo del ingenio La

Trinidad del Toa de nombre Juan Bobo.) Habrá que ver si el personaje de los cuentos era un jíbaro o se trataba de un esclavo…

Santurce,un poblado  fundado en el siglo XVII por esclavos cimarrones y negros libertos que inicialmente se habían instalado en Puerta de Tierra, procedentes  de territorios no españoles, fundamentalmente, daneses, ingleses y holandeses.

Ante semejante inmigración  España expide una real cedula en el 1664 la cual prometía libertad a todos los esclavos africanos de las islas no españolas. A los negros que emigraron de las otras antillas para liberarse de la esclavitud el gobierno español  les otorgaba predios de cultivo y libertad si juraban fidelidad al Rey y si se hacían cristianos. ¡Que chula España, esclavizaba a los indios y a los negros en Puerto Rico pero le daba la libertad a los negros de territorios no españoles…! Sabía que no podía confiar en la Corona, teníamos que hacer redes entre nosotros y los nativos.

Ese decreto de darles albergue a los negros inmigrantes tenía como propósito primero, fomentar la población de la isla, segundo, debilitar los imperios de las islas vecinas y tercero, fomentar la agricultura. Una vez que los negros  se acogían a este decreto se les cedían a los hombres  dos cuerdas de terrenos en Puerta de Tierra.

Pero los terrenos de Puerta de Tierra  eran poco fértiles y su actividad estaba  dominada por la milicia. Entonces los negros astutos pidieron moverse más allá del Puente. Las autoridades aceptaron que los colonos negros cruzaran el puente, del Caño  San Antonio, y poblaran los terrenos hasta el otro Caño, hoy conocido como el de Martín Pena.

La Cedula no quizo darme mi tierra y me tuve que juntar con el negro Nurse para poder tener mi cantito de tierra.

La fundación de Cangrejos por negros rompe con el patrón de asentamientos europeos en la fundación de poblados en la isla. La noticia de un pueblo de negros se regó como pólvora en  y fuera de Puerto Rico y así se convirtió Santurce en la tierra prometida para muchos. Sus colinas y mangles, la solidaridad y empatía de sus habitantes  la convertían en el espacio perfecto para iniciar una nueva vida y así  fue.

En 1770 Fray Iñigo Abad describe a Cangrejos así: “ A distancia de tres cuartos de leguas del puente esta el poblado de San Mateo de Cangrejos, cuyos habitantes son negros, en donde  se les ha dado tierras, aunque arenizas, son a propósito para casabe, frijoles, arroz y otras legumbres que llevan a la ciudad.”

Aquellos negros y negras Cimarrones que fundaron a San Mateo de Cangrejos, que lo arriesgaron todo, trajeron a esta orilla sus ritmos de África mezclados con las culturas de sus respectivos amos.. Vinieron con todo y sin nada y fueron mezclándose con los negros y las negras de Puerto Rico, con los indígenas, con los mestizos, fueron mezclando sueños, dolores, sabores, valentía y esperanzas. Y  a fuerza de sudor  y amor transformaron esta tierra arenosa y le sacaron frutos y flores.

Santurce, el antiguo San Mateo de Cangrejos, Capital de los Cimarrones, fue convertido en pueblo independiente desde 1773. Para ese entonces Cangrejos tenía cinco barrios o unidades administrativas: Barrio del Condado, Barrio de Bayola, Barrio de Hormigueros, Barrio del Pueblo y Barrio del Seboruco.

En Cangrejos se formaron dos compañías de morenos libres cimarrones que desempeñaron un papel sobresaliente en la defensa de Puerto Rico. Los Cangrejeros, sin tener fortificaciones, como las que abundaban en el casco de San Juan, supieron mantener a raya a los enemigos de la Corona. Por la fama de combatientes la Corona Española, los  convirtió en un pueblo a petición de Don Pedro Cortijo, Capitán de las Milicias de Moreno. Así Cangrejos obtuvo su propio delegado ante la Corona Española, que era algo así como un comisionado residente…

San Mateo de Cangrejos estaba formado por una sarta de morenos, mulatos, grifos, zambos y mestizos, según el censo de 1775, que dicho sea de paso, ese censo ofrecía más alternativas que el de 2010 para definir las razas. Yo era una de ellos

El origen multicultural de Santurce lo convierte en un territorio único en Puerto Rico y el Caribe. Negros y negras amantes de la libertad que lograron sobrevivir a la esclavitud, que atravesaron mares y males diversos, seres que supieron ser solidarios con los nativos, que se unieron a su lucha, que amaron estas costas tan semejante a las suyas lejanas, gente trabajadora, ladina, que supo escapar a la cima de la unión y el trabajo hasta arrancarle a esta tierra arenizca frutos para sobrevivir y contrabandear.

Esos negros y negras que todos llevamos dentro hoy todavía nos invitan a la cimarroneria, todavía nos llaman desde la cima del Seboruco para que no nos conformemos con la tierra infértil que hay regada por ahí con violencia, desigualdad, enfermedad y abandono. Todavía hoy los tambores nos llaman a ser cimarrones, a no conformarnos, a luchar por lo nuestro.

Todavía hoy Santurce es el refugio de negros y negras esclavizados por la pobreza, que ofrenda sus vidas al mar bravío con tal de encontrar la libertad. Como los cimarrones del pasado, estos se adentran al mangle de callejones de las barriadas y sobreviven escondidos entre una multitud multiétnica  que hanguea por sus calles al son del guaguancó, la plena, la bomba cangrejera y la bachata. Ron y noche, sueños y aromas nos definen y envuelven.

Yo nací aquí. Hace casi 60 años. Donde hoy  está el Museo de Puerto Rico estaba el hospital municipal.. Era cuando las heridas se sanaban por la brisa cálida que venía de la costa. Aquel hospital olía a salitre. Era cuando maternidad era un ranchón con ventanas de madera. Era cuando los pacientes miraban pa’ lejos asomados a la vida y a la muerte.

Yo nací aquí. Corriendo por la colina del Seboruco, montada en una capota de carro rumbo al islote de la Guachinanga, husmeando en los Bravos de Boston. Llenando las pupilas con las mil y una películas mexicanas que recorrían todos nuestros cines.

Santurce es mi país, sus lagunas me arrullaron los sueños.  Sus cinco colinas me entrenaron el carácter para subir y bajar armoniosamente. Por las noches las congas explotaban las escasas luces del tendido eléctrico que exhibían los tenis que se cansaban de correr.

Santurce es libertad. Lo fue desde el inicio cuando los cimarrones encontraron en su arena el mejor lugar para ser feliz y borrar el carimbo pescando jueyes. Santurce es un tambor antillano que marca el ritmo de nuestra vida.

Si tú quieres  entender su brisa y perseguir los ritmos de su máquina del tiempo. Si tú quieres abordar su Maquinolandera y sonear el Bombón de Elena hoy puedes nacer aquí.  No es necesario el seguro social, ni las fuentes de tu ingreso, basta con reconocer el arte que hay en ti, basta con exhibirte en el museo de sus calles y luchar por ser feliz. Hoy esto es Santurce, ahora de Macoris.