En Puerto Rico ganó el patrono (de nuevo)

Política

Un sonido promocional de una estación de radio anuncia la queja de uno de sus oyentes. En síntesis, dice que las uniones están acabando con el País. Lo triste es que la misma actitud la refleja gran parte de los medios. “Las uniones son malas”, parece ser el consenso del público en una sociedad cuyos trabajadores les tienen mucho que agradecer a los gremios.

Por otra parte, los paros selectivos de uniones como la UTIER, como se le conoce a la unión principal de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), se han confundido con el malestar general con las corporaciones públicas que son vistas, muchas veces justificadamente, como ineficientes. Eso es una cosa, y culpar a las organizaciones que representan a los trabajadores es otra. Para dar un ejemplo, ¿es correcto pensar que el alto costo de la luz se debe a la UTIER? La realidad es que ese costo tiene varias fuentes, mayormente la cantidad que paga la AEE por el combustible. La transacciones que resultan en un gran costo en el petróleo están relacionadas en gran parte a las cantidades que se llevan los intermediarios.

Se me ocurre pensar que el hecho de que no se haya diversificado las maneras de proveer electricidad es otra razón de peso de las tarifas altas junto al pésimo estado en que está la infraestructura de la Autoridad. Esto se debe a mal manejo de parte de la gerencia. Las uniones no se mandan a sí mismas sino que hacen un trabajo que se les exige por parte de una gerencia. En el cuatrienio pasado, el Gobierno se gastó infructuosamente más de $60 millones en promover una red distribuidora de gas natural. Esto nada tiene que ver con la UTIER. Menciono a la AEE porque es la corporación pública que se lleva la mayoría de las quejas del público.

Se reconoce generalmente que la nueva ley de reestructura de la deuda con los bonistas de las corporaciones públicas va dirigida a la AEE. Es también un hecho que los convenios colectivos van a ver congelados o eliminados cuando entre en vigencia esta nueva ley.

Sé que ya no estamos viviendo en otra época en la que las uniones tenían más poder. Mientras que las factorías han cerrado o se han relocalizado, ha mermado el poder de los gremios en Puerto Rico. He sido parte de dos uniones, y sé del poder que tiene una gerencia en negociar un convenio. En época de vacas gordas, tienden a haber mejores convenios con los gremios. La razón de los trabajadores a reunirse en un gremio para negociar un contrato de trabajo es conseguir más beneficios y mejores condiciones de trabajo. No hay nada malo con esto. Si bien ya no estamos en la época de las General Electric, que tenía 1,500 empleados unionados y de plantillas tan grandes como la refinería CORCO, que una vez llegó a tener 30,000 empleados, esto no quiere decir que las uniones no tienen razón de ser.

Hay leyes federales que amparan el que los trabajadores se agrupen para negociar un contrato colectivo. Mi experiencia es que muchas veces esta es la única manera en que los trabajadores pueden tener un salario digno y beneficios en su industria. Lo que me preocupa es que haya un sentimiento generalizado que las uniones lo que hacen es destruir fuentes de trabajo. Lo que he visto a través de mi vida es que los patronos con todo y convenio colectivo tienen más poder que las uniones. ¡Pero si de ellos es la empresa, y el dinero operacional! No nos dejemos confundir sobre lo positivo para los trabajadores que es tener un convenio colectivo.

 Crédito foto: Mauricio Planchart