Typo

Creativo

El 17 de julio de 2014, Elir Avivi, un joven israelí se mete en una manifestación antipalestina en Tel Aviv con la bandera palestina colgada al cuello y su kippah en la cabeza. Un reportero de Al-Jazeera lo entrevista.

—Me avergüenzo, —dice el joven de 22 años, ojos azules, piel blanca y cabello del sol, —de mi país. El judaísmo es todo lo opuesto al sionismo. ¡Estamos masacrando a nuestros hermanos y hermanas! Disiento de mi país. No estoy de acuerdo y lo llamaré siempre como lo que es: ¡genocidio!

Una pandilla de jóvenes con banderas de estrellas azules se le acerca. Uno de ellos le mete un puño.

Puedes golpearme, hermano, pero eso no cambia nada.

Otro le asesta una patada en el costado.

Cuando Elir recupera el aire, la cámara de televisión se le acerca.

—Este es el resultado del pensamiento libre. Así me trata mi país por hacerle frente a la injusticia.

La policía llega. Dos hombres armados con macanas lo someten en el piso y le rocían dos chorros de líquido pimienta en los ojos. Elir grita. Los policías arrestan, golpean, subyugan, esposan. Sangre de la piel blanca. El cabello sol se tiñe de un julio rojo.

Al otro lado de la calle, Juan González, turista, ve lo que sucede y algo se rompe en su cabeza. Algo se suelta. El musculoso hombre de casi seis pies y bigotes redondeados al final corre hacia la multitud que rodea al muchacho. Varios cuerpos vuelan como cuando la bola blanca se dispara y choca contra la pirámide de sólidos y franjas en la mesa de billar. Juan empuja a los policías. Uno de ellos saca el revólver y dispara dos veces. Las balas rebotan y hieren a algunos sionistas. El otro policía interviene. Golpea a Juan en la rodilla con su macana, que se parte en varios pedazos. La macana. Juan lo agarra por el cuello, lo levanta y lo lanza a varios metros contra una pared. El silencio reina. Juan rehúsa decir palabra alguna, aun cuando el reportero de Al-Jazeera lo increpa. Solo le dice a Elir:

—Get out of here. My friends and I will deal with this.

Cuando el muchacho se va. Juan González, también conocido como Benhardt Destructo, se eleva a varios metros sobre el suelo y cae sobre éste con sus puños, creando una ola de pavimento destrozado que azota a los manifestantes y les cancela la actividad.

Las imágenes aparecen en todas las redes sociales. La gran incógnita de principio de siglo: “¿dónde están nuestros superhéroes?”, queda meridianamente contestada. Mientras los comentarios que se disparan, son en su mayoría halagos a los bíceps y pectorales de B.D. o a sus glúteos que amenazan con romper su mahón, otros comentarios se concentran en Dances with Wolves y el americano que siempre tiene que resolver los problemas en las civilizaciones menos avanzadas. Solo una madre soltera, de apellido Rodríguez, comparte la foto de un Elir Avivi, de nariz rota y sangrante, con el siguiente subtítulo: They would hurt their own children. How discusting. Así, con c, porque todo typo, en su origen, refleja un grave error.