La conversación sobre el estatus es cosa de blancos en Puerto Rico. Rafael Hernández Colón, por un lado, Alejandro García Padilla, Ricardo Rosselló, Rubén Berríos. Todos hombres blancos de clase alta. Escasean las voces de los pobres en el discurso sobre el estatus, excepto para acusarles de que quieren más y más ayudas, y cupones, y otras cosas. No hay voces negras en la discusión sobre el estatus, hay una excepción, Rafael Cox Alomar.
En el 1978, Ángel Quintero Rivera, en el coloquio de Princeton, dijo que, “el proletariado emergente del proceso de transformación capitalista desarrolló un concepto de patria antagónico a la concepción de los hacendados”. Esto se debió, según Quintero, a que los artesanos se identificaron más con las fuerzas progresistas internacionalistas que con las fuerzas conservadoras nacionalistas de la isla. Los trabajadores negros no son independentistas por que se identificaron con fuerzas progresistas que eran contradictorias a las fuerzas del nacionalismo local. Estas fuerzas nacionalistas, dice José Luis González, son conservadoras en su esencia. Ángel Quintero, y José Luis González, para la misma época, emiten el mismo juicio sobre la participación política de los negros en Puerto Rico. Los negros son estadistas por que su visión del mundo es antagónica a la de la clase propietaria, la cual incluso poseyó sus cuerpos.
En el año 1919 Luis Felipe Dessus escribe un artículo titulado la Raza de Color y la Independencia de Puerto Rico, incluido en el libro Literatura puertorriqueña negra del Siglo XIX. Dicho escrito contradice las conclusiones de José Luis González y Ángel Quintero. De hecho Dessus asume una posición totalmente progresista, pero superando el progresismo de Estados Unidos. El escrito de Dessus dice, “Mientras no haya garantías para la igualdad, para la libertad y el derecho, las gentes de color de Puerto Rico deben de abstenerse de ofrendarle de manera absoluta su adhesión a los Estados Unidos”. Esta posición es totalmente progresista, pero no asume un independentismo radical. Se condiciona la adhesión a los Estados Unidos a que se garantice la igualdad de la raza negra en ese país. Para el 1919 uno sospecha que esa adhesión no se iba a concretar muy rápidamente. La americanización, vista por ciertos sectores incluyendo a Hostos y Matienzo, como una forma de progreso, es vista, por Dessus, como un retroceso pues los derechos de los negros no son reconocidos en los Estados Unidos.
Los soberanistas siempre están hablando de educar al pueblo. Esa actitud implica que alguien más no sabe la verdad que se puede conocer por medio de la educación. Esa educación puede ser tan alienante como la estadidad. Frantz Fanon ha dicho que lo que importa no es educarlos, “sino que el negro consiga no ser esclavo de sus arquetipos”. En lugar de seguir colocando al negro como un enajenado que no sabe la verdad y que requiere de un mesías que le salve lo que hace falta, para que haya un proceso de descolonización real, es que no sean esclavos de lo que se espera de ellos. Fanon añade, en su libro Los condenados de la tierra, “la descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados…” En Puerto Rico la descolonización del negro no debe pasar por dejarlos en la situación de “espectadores”, para que exista una verdadera descolonización deben convertirse en “actores” del proceso. Por eso pregunto, hablando del estatus, ¿Y tu abuela a donde está?