En la serie de Baloncesto Superior Nacional, la cual recientemente finalizó en Puerto Rico, surgen interesantes cuestionamientos de lo que hoy constituye la nacionalidad puertorriqueña. En particular, porque una cosa es hablar de jugadores refuerzos, que son a fin de cuentas no nacionales que participan en el torneo.
En una columna reciente en la prensa corporativa del país, José Alfredo Hernández Mayoral, miembro de la Junta de Gobierno del oficialista Partido Popular Democrático, alegó que bajo el proyecto de Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en su modalidad “desarrollado”, los boricuas serían los que viven aquí. Para él, el requisito de ser hijo o hija de padre o madre, o ancestro nacido en Puerto Rico, impone una limitación. En otras palabras, boricuas también serían los nacidos en los EE.UU, cuarta generación, donde sólo el bisabuelo es boricua, pero luego todas las siguientes generaciones son nacidas en dicho país. También serían boricuas aquellos inmigrantes que viven en Puerto Rico, como a su vez sus hijos e hijas.
En otras palabras, la definición de lo que constituye hoy un puertorriqueño se ha convertido en un asunto de discusión política. Algún interés debe haber, más allá de los deportivos, en discutir y definir la puertorriqueñidad hoy. ¿Serían puertorriqueños los 4.6 millones de puertorriqueños que viven, fundamentalmente, en los EE.UU hoy? ¿Ser puertorrriqueño hoy es un asunto de asumirlo independientemente del vínculo sanguineo que pued haber?
Ya veremos. Pero pensando en torno al plesbicito en torno al estatus político, estas definiciones se convierten en importantes. ¿Quiénes tendrán derecho a participar? Ya veremos.