Gaza, las piscinas y los pobres: ¿cuál es la posición correcta?

Política

La última acción militar, de corte destructivo e inhumano, por parte del gobierno y ejercito israeli contra la población palestina que vive en la Franja de Gaza, ha tenido una serie de consecuencias y reflexiones importantes de examinar. En particular, porque como era de esperarse, polarizó al mundo, entre aquellos que justificaban la agresión militar de Israel, y aquellos que se oponían y la condenaban. Ante esto, un menor consenso se concentró en poder explicar si es correcto que Hamas tenga túneles de guerra y le envie entre 10 y 50 cohetes diarios a distintos puntos de ruralía israelí.

Al final de la jornada de cuatro semanas, donde al momento en que escribimos hoy, el gobierno de Israel retiró sus tropas, y donde también el gobierno local de Hamas en Gaza, acató un cese al fuego, las cifras de muertos hablan por sí solas. Por un lado al día de hoy se han contado 1,717 muertos palestinos. 1,176 son civiles. 296 son niños y niñas. 198 son milicianos de Hamas. 343 son personas sin afiliación clara en el conflicto.

Por otro lado, de parte de los israelitas, murieron 64 soldados en combate (uno por fuego amigo). Tres civiles murieron, dos de ellos por los cohetes lanzados por Hamas.

Se trata de una guerra, entre dos bandos, completamente desproporcionada en sus objetivos de destrucción. Consistentemente con las intervenciones que viene haciendo desde el 2006 en la Franja de Gaza el gobierno israelí, la muerte de los civiles palestinos es desproporcionada. Pero más allá de ser palestinos, en tierra ocupada por los israelitas, los 1.8 millones de personas que viven en Gaza, son pobres, sumamente pobres, y sin muchas garantías de mejorar su calidad de vida mientras Israel se lo impida. A manera de ejemplo, agua potable en Gaza, por cañería, no es un concepto conocido. La luz eléctrica solo funciona apenas seis horas al día, y luego de iniciada la guerra, se redujo a dos horas al día.

Mientras esto pasa en el Oriente Medio, en Puerto Rico las voces a favor de Israel se quedaron en silencio. Pero también lo hicieron las voces a favor del pueblo Palestino. Esas también se quedaron en silencio. Más allá de la postura sin cuestionar de la prensa corporativa, que nadie sabe por qué, pero su apoyo es a los actos de guerra que cometen los Israelitas, la mayoría de los artistas, intelectuales, y sectores liberales hicieron silencio ante este acto de guerra, el cual muchos ya han catalogado de genocidio o crimen de lesa humanidad. Salvo Calle 13, y uno que otro grupo político como el MST o el MIHN, nadie más tomó postura pública ante esta situación.

Destacó, no obstante, la postura asumida por un grupo de poetas radicalizados llamados Poetas en Marcha, que más allá de expresarse por las redes sociales, también asumieron posiciones en torno a llevar a cabo un acto político cultural, mañana miércoles a las 6:00 p.m. en la Plaza de Recreo de Caguas. Pero el silencio gobernó la situación. La complacencia ante el informe de la prensa corporativa, que se olvidó que en cada bombazo israelita, se destruía más de un sueño del pueblo Palestino.

Pienso que la condición de pobreza de los palestinos, los vincula con el verano que acabamos de vivir, en el cual, la reacción de la prensa corporativa contra los pobres y vulnerables de Puerto Rico, fue similar a la mirada en torno a gazaties. En particular, cuando por casi un mes, la prensa corporativa se dedicó a vapulear y a condenar a los pobres del país que viven en residenciales públicos, porque estos ,ante el calor, inflaron unas piscinas de goma y las llenaron de agua para pasarlo bien en el verano. Nosotros aquí en El Post Antillano, destacamos en todo momento, que se trataba de una forma de manejar la información de forma clasista y racista.

Hoy la vida nos da la razón. El actual secretario de vivienda, Alberto Lastra, acaba de informar que se habrán de construir piscinas en algunos de los 322 residenciales públicos del país, para que la gente que allí vive, se entretenga. También les darán clases de natación y los llevaran a la playa. No está mal la idea. Pero, enfatizamos, las piscinas inflables respondían a una necesidad.

En conclusión, que los pobres de Gaza o los pobres de los residenciales públicos de Puerto Rico, actúan conforme a sus necesidades. Si entendemos esto, entenderemos las piscinas y los cohetes. Pero solo así entenderemos que lo que hizo el ejército de Israel, o el clasismo que se promovió este verano en Puerto Rico, no son la solución al problema. Actos concretos, respondiendo a las necesidades de los pobres, sí lo son. Un voto a favor de Alberto Lastra, secretario de vivienda de Puerto Rico. Un voto en contra al gobierno y ejército de Israel.