El Estatus Político y el Estatus de Puerto Rico (Primero de una serie)

Política

Para comprender las formas en cómo opera y se reproduce las relaciones de subordinación tanto dentro de Puerto Rico (P.R.) como entre EE.UU. suelo dividir el status político entre lo político y la política. Esta división es útil no solamente para encauzar el proceso de descolonización de Puerto Rico (en el cual una gran mayoría del pueblo está de acuerdo), sino para descolonizar el asunto del status político (asunto del cual pocos se han adentrado).

El historiador chileno Gabriel Salazar define lo político y la política de la siguiente manera: “lo político” es 1) la construcción del sujeto político, en términos de su construcción social y cultural de la soberanía popular o ciudadana (sin la cual no hay política posible); y 2) la construcción social (legítima) del Estado, en tanto ella representa la realización histórico fundamental de la soberanía como poder constituyente. “La política” es la administración funcional del Estado constituido formalmente. Salazar puntualiza que ese Estado no se debe de entenderse únicamente como el Estado Burgués-Occidental, sino como las organizaciones socioculturales y políticas que viabilizan procesos de decisiones colectivas para la propia reproducción de la comunidad.

Ahora bien, alterno ligeramente el significado de “lo político” en virtud de que ese sujeto político es inherentemente uno colectivo pues sin comunidad o de identidad colectiva ese sujeto no tendría a quien interpelar, con quien comunicarse y sentirse parte. Partiendo de esta definición de “lo político”, entendería al Estado Libre Asociado no meramente en su acepción legal (las leyes y decisiones judiciales federales que viabilizan la constitución legal que le da nombre), sino como un conjunto de organizaciones socioculturales y políticas (“formales” e “informales”, “internas” y “externas”) y los conocimientos que éstas producen que, en sus interacciones, producen al Sujeto (político) del ELA. “La política”, a diferencia de lo político, entraría solamente a cómo este sujeto político-colectivo se expresa políticamente en tales organizaciones.

El status político de P.R., mirado desde “la política”, todos los días damos cuenta de él. Es decir, el sujeto político de ELA tiene una misma aspiración o meta que se expresa a través de 3 narrativas (lo que llamamos ideologías) que prometen la consecución de tal meta mediante la concesiones (o el hablar) por un otro que, aunque muy presente cotidianamente, en materia de la aspiración, está muy ausente. A lo que me refiero es que las tres supuestas ideologías (independencia, autonomía y estadidad) aspiran a que P.R. alcance niveles de ingreso y consumo de país primermundista ya sea con más poderes en la burocracia federal o en la internacional, preservando la identidad (puertorriqueña) de ese sujeto político (del ELA). Las expresiones populares de “la estadidad jíbara”, “lo mejor de los 2 mundos” y “el P.R. Singapur” encarnan una misma aspiración: un puertorriqueño más moderno. Para lograr esa meta los representantes de estas 3 narrativas hablan, a nombre del Congreso de EE.UU., las concesiones que éste dará que permitirían el logro de la (misma) meta. Desde “la política”, el status político se trabaja a partir ese sujeto político colectivo, sin cuestionar las organizaciones que lo constituye, a fin de administrarle la no consecución de su meta (o la falta de más “modernidad”, “progreso” o “desarrollo”).

Desde “lo político”, el status político no solamente atendería al sujeto político de ELA, sino a los poderes constituyentes (u organizaciones política) que lo construyen. Hay dos poderes constituyentes complementarios que posibilitan a este sujeto, a saber: el gobierno federal de EE.UU. y la memoria blanca-mestiza de la élite puertorriqueña (que se organiza en organizaciones políticas y culturales).

El gobierno federal nunca ha reconocido que P.R. es su colonia ni siquiera en los primeros 50 años de ocupación al país. Ello radica a que EE.UU. se ve a sí mismo como uno pueblo inherentemente democrática, libre y próspera. Por cuanto, como P.R. no es el Pueblo de Estados Unidos de América, el país visto desde el gobierno federal, contrario a EE.UU., es decir, inherentemente “atrasado”, “antidemocrático” y “pobre”. Por tanto, la presencia de EE.UU. y la ciudadanía estadounidense no solamente nos hace pueblo, cuando nos empezaron a llamar People of Porto Rico en la Ley Foraker, sino también libre y próspero (aunque no completos por no “ser” EE.UU.). Ir en contra de EE.UU., para el propio gobierno federal, sería ir en contra de nosotros mismos (de nuestras libertades y prosperidades). Observen que cualquier informe del gobierno federal sobre P.R., partirá explícitamente de la premisa democrática, libre y próspera de EE.UU. e implícitamente del supuesto atraso, pobreza y “antidemocrático” de P.R., negando siempre el poder colonial que EE.UU. ejerce sobre P.R.

El otro poder constituyente, que estuvo en competencia en los primeros 50 años de la ocupación de estadounidense en P.R., es la memoria blanca-mestiza de la elite puertorriqueña. Esta memoria emerge con los dueños hacendados y profesionales blancos en el s. XIX. La misma va apalabrando una identidad puertorriqueña (o sujeto político) a su imagen y semejanza, o sea una identidad que le sirva a sí misma, representándola en el personaje mítico del jíbaro. ¿Pero por qué el jíbaro?

En la próxima columna seguiré abordando sobre este 2do poder constituyente y cómo tenemos que abordar “lo político” para realmente descolonizar al sujeto político el ELA y salir del impasse interno y externo.

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