A la mañana siguiente

Creativo

Cuando Abdel Malik despertó, aún sobre su cama, intentó buscar con su brazo izquierdo el cuerpo de su amada, Adila. Sólo alcanzó a tocar su mano derecha, de donde aún prendía su sortija de casada. No le respondió. Llamó a los niños, Wadi y Yaiza, y no le respondieron tampoco. Cuando logró abrir sus ojos vio un sol resplandeciente sobre lo que aún quedaba de su casa: polvo y escombros.

Recordó que fueron dos misiles que cayeron sobre su hogar. El primero que impactó lo destruyó todo. El segundo estaba ahí todavía sin haber explotado, a unos metros de lo que aún quedaba de su cuerpo: un torso, un brazo izquierdo y dos muslos. El resto era sangre, coágulos y piel quemada.