Ricardo Vega, o el otro discurso de la democracia

Creativo

Una versión Nácar-Colunga de la Biblia. Unos papeles de infancia que nunca se abandonan porque el mapa de la vida empieza ahí, en ese trazo de suave grafito que hace la curva de la letra, intrínseca y secreta, dándose en armonía en un intimismo que enseña el rostro al estilo, la entrega y las ideas. Un paseo pictórico, preferiblemente en un cuadro célebre con una perspectiva ceñida a una rutina de la inmensa cotidianidad “La ronda nocturna” de Rembrandt pintada entre 1640 y 1642 cuyo protagonista es el capitán  Frans Banning Cocq en el momento en el que éste da la orden de marchar al alférez Willem van Ruytenburch, -que, recordamos en paréntesis, amparados en la bitácora de trasfondo se hicieron aparecen 18 integrantes de la compañía, que pagaron una media de cien florines al pintor holandés por aparecer en el cuadro-,

y echar a perder la imaginación, hacerla propia, visceral, luminosa ya casi para toda la vida. Una democracia sin números estadísticos, sin podios a contrafigura con un traje Giorgio Armani, y una candidatura, una democracia antes de Platón y Aristóteles, o los registros de Plutarco, sin divisiones o subdivisiones, democracia representativa, democracia líquida, directa o semi-directa, participativa o inconclusa, en fin la fusión etimológica de “demos” como pueblo y “krátos” como poder, y por supuesto el tiempo.

Digo, ¿es el escritor un ser de consensos y muchedumbres? ¿alcanza para una sola voz? El término “intelecto” fue usado por primera vez en la escolástica medieval; fue usado como interpretación, como decodificador por excelencia en la lingüística griega. Hoy “intelectual” se masifica bajo el término de sabio, o “el más entendido” o de mente y pensamiento estructurado y proverbial ¿o me equivoco? Pero no sigamos echando senderos a las definiciones, que siempre irán en el verbo de la vida junto a sus iluminaciones y sus oscuridades, mejor entrar al mundo creativo de Ricardo Vega puertorriqueño radicado en Boston, escritor, profesor, y su última publicación “Democracia Intelectual” bajo la editorial Casa de los Poetas. La pregunta para partir sería ¿dónde inicia todo? Hay dos evento en este poeta quelo definen, en tránsito.

“Recuerdo tener algunos 8 ó 9 años, yendo a visitar la familia de mi tío en Morovis, lo cual en aquellos tiempos, viajando desde San Juan, era una aventura que comenzaba de madrugada. Reunida toda la familia en la sala, y mientras los adultos conversaban y los primos jugaban, estaba yo en una esquina ojeando, con una fascinación que todavía siento, una versión Nácar-Colunga de la Biblia que encontré entre los tablilleros de la casa. Yo pensaba que nadie me miraba, pero estudiando en detalle las páginas con reproducciones a color de obras maestras de El Greco, Miguel Ángel, Rembrandt, y otros, representando escenas bíblicas, al cabo de algunas horas, y cuando me disponía a regresar la Biblia a su tablillero, pues nos despedíamos para regresar a San Juan, mi tío, el famoso e imponente sargento Vega de la policía en Morovis, dándose cuenta de mi entusiasmo por el texto, me dice, “llévatela, ahora es tuya.” Yo no podía creer mi suerte, y en agradecimiento al gesto, me dispuse a leerla de tapa a tapa por lo próximos años. Aún conservo la versión.

El otro evento, en Caparra Terrace, en la casa de mi abuela desterrada de la montaña jayuyana, se había comprado, para beneficio de mi prima que vivía con ella, la cual era unos años mayor que yo, y para que supuestamente la usará para la escuela, una versión de la Enciclopedia Americana. Esta contaba con unos 25 volúmenes encuadernados en cuero, que contenían extensos artículos escritos por expertos en las diferentes materias, además de profusas ilustraciones. De nuevo, cada vez que visitábamos a la abuela, y mientras la familia conversaba, y los primos jugaban, yo me escondía en el cuarto de mi prima, pasándome largas horas ojeando los volúmenes. Hace algunos años encontré una versión idéntica de la Enciclopedia Americana, que iba saliendo de un sótano en Massachusetts rumbo a la basura, y en perfectas condiciones. Hoy es parte de mi colección personal, y todavía la prefiero a Google, por la calidad y profundidad de sus artículos.

Esta pasión por la lectura jamás subsanó, y aunque al final de mis años de escuela superior, y principio de mi universidad, comencé a escribir cosas con algún tipo de valor literario, la verdad es que la lectura siempre representó la mayor parte de mi relación con las letras. Mi “carrera” como escritor, en donde un balance entre lo leído y lo escrito se establece, no comienza propiamente hasta que casi cumplo los 50 años.

En todo este trayecto de lectura intensa que se expande por unas 4 décadas, he leído de todo. Es por lo tanto difícil nombrar las influencias en mi presente trabajo como escritor, pues serían demasiadas. Pero para complacer la curiosidad, diría que leer a García Márquez cuando adolescente, abrió una importante puerta que por lógica me llevó a leer muchos de los exponentes del boom latinoamericano. Los cuentos de Cortázar me tentaban a querer imitarlo, pero sufría al hacérseme imposible. La profundidad de los ensayos de Octavio Paz le añadió más leña al fuego de la pasión por la lectura, y aunque los trabajos de Vargas Llosa no me movían tanto como otros, sí me impresionó mucho cuando lo escuché en persona en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, hablando de su proceso de creación. Allí también escuché a Carlos Fuentes y a Manuel Puig, donde la idea de ser escritor, aunque inalcanzable, seguía tomando forma. Cuando descubrí a Borges, confirmé que escribir sería una aventura compleja que tendría que esperar varios años, antes de poder tener alguna oportunidad de producir algo lejanamente similar a todos estos maestros.”

Una vida, un proceso, una imaginación. Ricardo Vega entonces nos habla de cómo ocurre el orden de lo creado bajo su rúbrica. Si hay una premisa a la manera de aquella canción que abría la antesala del programa “Blanco y Negro” de Fernando Sánchez Dragó y que decía “todo está en los libros, todo” más cauce aún está dispuesto a revelarse;  “Trato de estar a solas con mis libros y computadora por largos periodos de tiempo, pues es para mí la manera ideal de escribir. Pero la verdad es que logro esto sólo en contadas ocasiones. Trabajo, esposa, dos hijos pequeños, y todo el resto de la familia y amistades, siempre están buscando un pedazo de mi atención. Y lo agradezco, pues la soledad que busco no es una en la que nadie se preocupe por mí. Pero esto hace que tenga que ajustarme a estar escribiendo todo el tiempo dentro de mi cabeza, aun cuando trabajo, atiendo a mis niños, converso con amistades, viajo en el tren, me baño, me voy quedando dormido en las noches, y así por el estilo. La conveniencia del iPhone también me permite tomar notas en cuanto se me ocurre algo que pueda terminar en un escrito, haciendo que nos pocas veces la gente que me rodea me pregunten por donde ando, pues obviamente no estoy con ellos, encontrándome sumergido en mi próximo cuento, ensayo, o poema.

Pienso que escribo sobre todo. Aunque debo reconocer que, por razones obvias, el tema de los niños aparece mucho en mis escritos recientes. Pero me esfuerzo por ser un observador. La vida ocurre en todo momento, sin detenerse, y no hay por que desatender esa mina de escritos que pasa por nuestros ojos a cada minuto.

Aun así hay ocasiones en las que puedo, o tengo que encerrarme, para poder irle dando forma final a las notas que he acumulado, y que me envío a mí mismo por correo electrónico o, en caso de que hayan pasado dos o tres días sin que produzca nada, obligándome a crear un escrito de la nada. Casi siempre trabajo una pieza a la vez. A diferencia de los libros, los cuales también trato, pero me es mucho más difícil leer sólo uno a la vez, la pieza literaria en la que trabajo al momento tiene por lo regular toda mi atención, hasta que siento que está lista para publicarse. Y he ahí una de mis claves, pues un buen escrito es el resultado de un trabajo intenso, continuo, y exclusivo de reflexión, asegurando que se ha exprimido todo lo que la pieza puede ofrecer. Sería entonces muy difícil para mí trabajar en dos escritos al mismo tiempo, no doy para tanto. En ocasiones he tenido que abandonar un escrito pues no le encuentro por donde seguir, aunque sé que no está terminado, y entonces me permito a mí mismo descansar por uno o dos días, en lo que comienzo un nuevo proyecto. Rebusco entonces en mi mente y, en cuanto doy con una buena primera oración, me siento como si la próxima pieza estuviese ya escrita, por decir, pues aunque falta una inmensidad de trabajo después de esa primera oración, por alguna razón, quizás como producto de los casi 40 años de lectura que le preceden, siento que las siguientes oraciones fluyen, por momentos, hasta casi solas. Lo más difícil para mí es esa primera oración, la cual una vez encontrada, aun cuando cambie, y con regularidad lo hace, inicia un camino, que aunque arduo, es el que me siento a gusto seguir. Algunas veces esa oración resulta el final de un trabajo. Entonces escribo al revés. Pues luego de encontrar y desarrollar un final sólido, del cual me siento satisfecho, comienzo a trabajar en crear los eventos o ideas que llevarán a tan querido final. Lo que sí puedo asegurar, cuando comienzo alguno de mis escritos, especialmente cuentos, es que no tengo una idea definida de cómo van a terminar. Y es esa una de las bellezas mayores que tiene para mí la escritura, la experiencia de dejar que el proceso de escribir revele su forma final, insospechada al principio. Escribir es difícil, pero no hay porqué lamentarse por las vicisitudes de aquello que hemos decidido hacer. Además, junto con la congoja de encontrar la oración perfecta, existe el excitante sentimiento que se experimenta una vez se encuentra”.

Y, ¿qué es “Democracia Intelectual”?

“Democracia Intelectual” es una colección que recoge lo que pienso son mis más logrados trabajos (ensayo, crítica literaria, cuentos, poemas) escritos entre los años 2011 y 2013. Es también mi primer libro, y me siento privilegiado de que luego de tomar la consciente decisión de escribir a casi tiempo completo, un grupo de mis escritos encontrarán apoyo y aplauso entre mis colegas escritores. El título del libro se lo da el extenso poema con que concluye, el cual trata de recoger el espíritu que inunda todos los escritos anteriores. Pues aunque se tratan temas como la muerte, la puertorriqueñidad, el estado, el amor, los niños, la educación, y demás, el tema de una descripción de la realidad en la cual unos pocos se han apoderado de casi todo, incluyendo nuestras ideas, requiere un llamado, o toma de conciencia, a rescatar el intelecto, la capacidad de pensar que tenemos todos, para el servicio de las mayorías. Si el libro es pertinente o relevante, sólo el tiempo dirá. Pero con humildad acepto la acogida que otros escritores le han dado, lo cual es el primer obstáculo que todo nuevo escritor debe superar, antes de que se convierta en un libro que centenares o miles de personas terminen leyendo”.

Nuevos proyectos, nuevos tinteros; “Acabo de recopilar los escritos producidos en el último año (2013-14) que más me satisfacen, y enviarlos a la editorial Letra Negra en Guatemala, la cual los acogió con mucho entusiasmo, y accedió a publicarlos, en lo que será mi segundo libro. Al igual que “Democracia Intelectual”, el libro es una colección de ensayos, crítica literaria, cuentos, y poemas. El título para la colección que la editorial ha propuesto, por lo menos de manera tentativa, es “Al Filo del Exilio.” Además, la casa publicadora Mundi Book Ediciones en Madrid, España, me acaba de confirmar su deseo de publicar una traducción de “Democracia Intelectual” al inglés. Ambos libros deben de estar circulando en los próximos meses. Como sigo escribiendo de manera intensiva, ya tengo varios trabajos que serían candidatos para un tercer libro. Al ritmo que van las cosas, debería de poder publicar un libro cada uno o dos años. Sé que esto es ambicioso, y hasta pretencioso de mi parte, pero mantengo en mente que comencé tarde, y aunque no hay manera de predecir el futuro, es aceptable pensar que no me queda tanto tiempo como si hubiese comenzado a publicar cuando joven”.

Como de costumbre le preguntamos sobre su visión particular de nuestra literatura; “Mi conocimiento de la Literatura Puertorriqueña es todavía muy superficial, y cualquier opinión que haga al respecto debe de tomar esto en consideración. Recuerdo de niño leer los cuentos de Abelardo Díaz Alfaro y quedar grandemente impresionado. Rene Marques, Llorens Torres, De Diego, José P. H. Hernández, Manuel Zeno Gandía, y Enrique Laguerre fueron otros que formaron parte de mis tempranas lecturas. Más adelante, y dejando una profunda huella, leí con detenimiento los cuentos y ensayos de José Luis González, y aún más adelante la obra de Magali García Ramis, la cual también me impresionó mucho. No podía faltar Ana Lydia Vega, aunque después de un tiempo me pareció que seguía repitiendo la misma fórmula. Alguien que leí desde muy joven, por haber estudiado juntos en la escuela superior, y recibir de su propia mano sus primeros poemarios, fue Rafael Acevedo. La sencilla y versátil profundidad de su verso siempre me motivó, aunque sin lograrlo, a querer imitarlo. Tuve también la dicha de compartir una amistad muy cercana en los años universitarios con Luis Raúl Albaladejo, y sus arrolladores comienzos en la literatura isleña. Uno de mis primeros ensayos de crítica literaria publicado en la Isla fue sobre su primer poemario, “Al Revés de la Caricia”, hace ya unos 30 años. Palés Matos, Matos Paoli, Clemente Soto Vélez, Julia de Burgos, y Corretjer, fue otra poesía que también estudié con detenimiento. Lamento no haberme adentrado, hasta mucho más tarde, en la obra de Rosario Ferre, Olga Nolla, Edgardo Sanabria Santaliz, Manuel Ramos Otero, y los demás de esta generación, excepto por Luis Rafael Sánchez y Edgardo Rodríguez Juliá, a los cuales si leí cuando joven. Todavía estoy recuperando camino con ellos, lo cual se hace difícil, pues con la recién explosión de literatura puertorriqueña en el mercado, mantenerse al día también consume gran cantidad de tiempo, aunque placentero por demás. Diría que mi entrada a la nueva literatura del país comienza con Rubis M. Camacho. Amiga también de los años de escuela superior, y que con su obra “Cuentos Traidores” establece un norte en el dominio del lenguaje al que todos debemos aspirar. Marioantonio Rosa, la imparable producción de Rafael Acevedo, Ana Marina Rua Kahn, Nemir Matos Cintrón, Zoé Jiménez, José M. Rodríguez, Alberto Martínez-Márquez, Bruno Soreno, Félix Jiménez, Edgardo Nieves Mieles, Marta Aponte Alsina, Francisco Velázquez, Dinorah Cortes, Lynette Mabel Pérez, Cindy Jiménez, Guillermo Rebollo Gil, Emilio Del Carril, Lilliana Collado, Eduardo Lalo, la deliciosamente desquiciante obra de Pedro Cabiya, y muchísimos otros que pido disculpas por escapárseme de la memoria, me mantienen constantemente ocupado, mientras se filtran sin cesar en mis escritos. En fin, que la literatura puertorriqueña, con semejante producción y calidad, se coloca en una excelente posición para contribuir de manera especial a la literatura mundial. Soñar con acuñar un pedacito de mis letras entre tanta preciada madera es de lo que al presente padezco”.

“Democracia Intelectual” está disponible en: casadelospoetas.com recomendamos este libro por sus cualidades creativas, su signo personal, y su lectura.

Si Ricardo Vega ha iniciado su viaje en esos papeles de infancia, no hay ayer, y casi no hay presente, yo digo que es un siempre sin ciclo o denominación: una democracia admirada, desde otra orilla.