Michael Brown, Misuri y la reforma policiaca: ¿Puerto Rico, cómo te va?

Política

Curiosamente a la muerte de Nelson Mandela el pasado 5 de diciembre de 2013, siempre comenté que la relación histórica del independentismo puertorriqueño y el Congreso Nacional Africano (CNA) fue y era inexistente. Dicho esto, que había que comprender que Barak Obama, primer presidente afrodescendiente de los EE. UU., epitomiza una larga historia de vinculación entre el pueblo negro de su país y el de Mandela. Esa relación histórica data de más de 100 años. Al día de hoy, el independentismo puertorriqueño sigue aún sin establecer lazos de solidaridad con el gobierno de Jacob Zuma, actual presidente y también miembro del CNA.

La muerte del joven-niño de 18 años, Michael Brown, a manos del policía Darren Wilson, el pasado sábado, 16 de agosto, es parte de un largo caminar de las relaciones raciales en los EE. UU. Brown, afrodescendiente de la comunidad-poblado de Ferguson, al norte de la ciudad de San Luis en Misuri, fue abatido por un policía municipal, blanco-caucásico. Este hecho, hubiese pasado desapercibido si no hubiese presentes múltiples variables que lo pronuncian como algo de mayor trascendencia. Por un lado, las encrucijadas de Barack Obama, a quien las tensiones de las relaciones raciales en los EE. UU. lo persiguen; por otro lado, la desigualdad y la pobreza de los negros en Ferguson; y más que nada, la reforma policiaca que desde el 2006 el expresidente George W. Bush había iniciado en los estados, de proveer armamento militarizado a las policías locales.

La complejidad del evento habla por sí sola. Misuri es un estado “sureño”, aunque adoptado por los del medio-oeste. Pese a su geografía tiene mentalidad sureña, y en la guerra civil americana de 1861, tomaron posición inicialmente a favor del sur, hasta que fueron “invadidos” por las fuerzas de la unión. Su población es 84 por ciento blanca-caucásica. La población afrodescendiente es apenas el 11.7 por ciento. No obstante en el pueblo de Ferguson, la población es 67 por ciento afrodescendiente, y el resto es esencialmente blanca. En dicho poblado, la policía local o municipal consta de 56 miembros, de los cuales solo tres son afroamericanos. Es por esta razón que el gobernador del Estado, Jay Nixon, ha tenido que traer al capitán a cargo de la división de carreteras del Estado, Ronald Johnson, quien es afrodescendiente y oriundo de Ferguson, a calmar los ánimos en dicho poblado.

Dicho lo anterior, Ferguson representa la desigualdad social y racial en los EE. UU. De esto ha estado muy claro el presidente Obama, quien también ha entendido la magnitud de este caso. En particular, porque Misuri es un enclave demócrata, como a su vez lo es el gobernador Nixon, y siendo negro el presidente, es un momento de dar una lección de fuerza de cómo se deben manejar las relaciones raciales. En particular, porque Nixon hizo todo lo posible por encubrir los eventos y subvalorarlos. El pueblo negro de Misuri continua protestando cada día porque exige justicia, no a Nixon, sino a Obama.

Ahora bien, lo que ha salido a relucir es que los equipos antidisturbios utilizados en Misuri no tienen que ver nada con las reacciones de pueblo, sino con conflictos militares. El miércoles pasado, cuando el gobernador dispuso inicialmente el uso de fuerza mayor, movilizó cuatro vehículos blindados cuya característica principal es que se trata de vehículos de transporte antiminas personales. Es decir, tecnología militar aplicada a un conflicto urbano civil. Se trata de tecnología que desde el segundo cuatrienio de George W. Bush, el Pentágono comenzó a compartir a las policías estatales para prevenir conflictos sociales. Este acto, no divulgar el nombre del policía asesino, luego tratar de opacar el asesinato con conductas previas de Brown, como a su vez el uso indiscriminado del uso de la guardia nacional contra el pueblo, ponen en juego no solo la permanencia de Nixon, sino del Partido Demócrata a nivel de la presidencia de los EE. UU. de 2016. En otras palabras, políticamente hablando, Barack Obama debe demostrar en Misuri, de forma contundente, que los EE. UU. han cambiado y para bien.

Esto me devuelve a Puerto Rico. Por un lado, bajo la dirección de José Figueroa Sancha, la Policía de Puerto Rico adquirió dos “tanquetas” para lidiar con motines. Ese acto y el mal manejo de los recursos policíacos en los disturbios de la Universidad de Puerto Rico en el 2010 y 2011 dejó a la Policía de Puerto Rico bajo sindicatura federal.

Por otro lado, me sigue sorprendiendo que ante los disturbios en Misuri, nadie de la izquierda en Puerto Rico, ni de la derecha, se ha pronunciado de forma alguna a favor o en contra. Salvo la postura adoptada por El Post Antillano, nadie ha tomado postura en esta colonia-territorial de los EE. UU. Me sorprende. Aprendamos de nuestros errores en África del Sur. Caramba, estuvo mal asesinar a Michael Brown. Por lo menos, eso pueden decir. ¿No les parece?