Concluye primavera libertaria de La Habana

Cultura

Este sábado se celebró la última de las actividades integrantes de la serie Primavera Libertaria de La Habana. Estas páginas han servido para ofrecer a los lectores los detalles de estas jornadas, organizadas por el Taller Alfredo López y el proyecto Galería Cristo Salvador, en función de aquellos fines de nuestros colectivos que buscan potenciar los procesos emancipatorios y solidarios de todas las personas.

La acción de esta vez consistió en un recorrido por algunos lugares de La Habana, que resultaron distintivos por razones históricas y socioculturales, dentro de las tradiciones de los movimientos sindicalistas y fraternales cubanos. Un par de vehículos alquilados condujo a los participantes por antiguas sedes de asociaciones obreras; locales donde se editaron periódicos y revistas de estos movimientos; la casa del apóstol de la independencia cubana, José Martí; barrios notables por sus historias de militancia en el trabajo, para culminar en la llamada Loma del Burro, en el municipio habanero de Diez de Octubre, como manera de concluir relajada y fraternalmente esta primera jornada de Primavera Libertaria.

Un punto en común que tenían varios de estos lugares es el olvido aparentemente total en que han quedado sepultados los actos y vidas de los que protagonizaron desde ellos, en el pasado, numerosos hechos de valor histórico. Las edificaciones han seguido en sus sitios, sufriendo el lento deterioro físico al que está sometida la mayor parte de nuestra ciudad. Hoy sirven como viviendas de familias sencillas, humildes, que no han tenido muchas oportunidades de conocer sobre su pasado, las raíces de esas mismas comunidades y los esfuerzos de sus antepasados por labrarse una vida más digna.

Un pequeño número de personas que nos veían detenernos, tenían el tiempo y el interés, compartían las explicaciones que íbamos recibiendo de parte de nuestro erudito hermanazo Mario Castillo. Éste nos ilustró sobre los afanes de los Alfredo López, Margarito Iglesias, Sandalio Junco, entre otras figuras del anarcosindicalismo cubano, para multiplicar la capacidad combativa del proletariado y la reivindicación de sus derechos; aquellas revistas y otros proyectos culturales organizados por los propios colectivos de personas trabajadoras, como medio de ilustración y liberación desde el terreno del conocimiento y el saber; del papel de los trabajadores de la emigración de Tampa y Cayo Hueso para el rescate de la morada del Héroe Nacional, José Martí, y otras facetas de la historia, mucho más coloridas que las aburridas, maniqueas y desmovilizadoras versiones oficiales.

Esta jornada ha pretendido contribuir a la profundización del conocimiento y el interés por unos temas de importancia fundamental en nuestros quehaceres e ideales. Las tradiciones, iniciativas, gestiones, victorias y también retrocesos de aquellas épocas, ponen a disposición del presente un cúmulo de invaluables lecciones, ejemplos, inspiración y motivaciones. La actividad de un sindicato de lavadoras y planchadoras, por ejemplo, resalta la necesidad de reconocer la dignidad del trabajo doméstico, casi nunca reconocido, no digamos ya remunerado. El hecho de que fueran los más humildes los que rescataran de la destrucción la casa de José Martí, mediante la ayuda espontánea y las colectas populares, para entregársela a su madre Leonor Pérez, demuestra las posibilidades y los valores de la gente sencilla, normalmente menospreciada por las élites, por los que se consideran a sí mismos superiores. La impronta de Alfredo López en Julio Antonio Mella y la labor de ambos promoviendo la ilustración de la clase obrera son también legados difíciles de pasar por alto.

En los diálogos que sostuvimos, y el debate que se sucede a partir de aquellos momentos, pretendemos realizar un balance de lo alcanzado por nuestro colectivo en esta jornada de Primavera Libertaria; sus méritos y sus defectos; su aporte para nuestra comunidad y nosotros mismos. Un valor incontestable radica en la demostración de que se puede lograr un objetivo importante sin depender de la sombrilla de instituciones oficiales, cuyas limitaciones e inhibiciones lastran aquello que vaya a cubrir. Esto no quiere decir, sostendrán algunos, que se le deba dar la espalda automáticamente a espacios o recursos que aquellas puedan reportar. Otros puntos de suma importancia han pasado por cuestionar espacios donde las malas costumbres del patriarcado y otras discriminaciones asumidas pueden hacer perder de vista que la libertad debe florecer también en espacios tradicionalmente relegados; no caer en indulgencias frente a posturas enraizadas de segregación por sexo, nivel cultural, origen geográfico, orientación sexual, ni ninguna otra.

Otros debates estratégicos deben resaltar la posición anticapitalista del Observatorio Crítico, en la coyuntura especial de estos tiempos. Una consecuencia natural de la decadencia del totalitarismo de estado es que muchos ven en el capitalismo la solución a todos los males, cuando derivar en la dirección de la privatización abierta de los medios de producción no será más que un cambio de dominaciones. Nunca los capitalismos, y no digamos ya el imperialismo, han tenido la menor preocupación sincera por las libertades o los derechos humanos –por lo menos, no los de las clases trabajadoras, y poco habremos adelantado si nos tragamos el cuento de que esa parafernalia que mal oculta su carácter ideológico, va a llevarnos a ningún lugar que no sea de más exclusiones y explotación. Nuestra lucha por la libertad deberá dirigirse, como hasta ahora, al empoderamiento de las personas trabajadoras, su liberación en el marco de las comunidades libre, espontánea y democráticamente organizadas, bajo los principios de solidaridad, fraternidad, opuestos a las discriminaciones y dominaciones de cualquier tipo.