Sueño, sueño, sueño con un país...

Política

Sueño, sueño, sueño con un país que ahora luce imposible. En mi memoria, Puerto Rico no había recibido tanta prensa y tanta atención como en los últimos dos años. Todo triste, todo negativo. Desde los Estados Unidos hasta en España se llora o se canta la mala fortuna de Puerto Rico. Como sabemos los que estamos en estos menesteres de la prensa, la mala noticia vende, pero eso no quita que hay una obligación de reportarla. 

Los medios solo han cumplido con ese deber: el de reportar las tribulaciones de una colonia cuyos votantes felizmente han optado por ser colonia. Antes, nuestros líderes culpaban a los “mercaderes” de las malas noticias. No somos colonia, nos dijeron, engañándonos-- eso se resolvió en el 1952 con la creación del Estado Libre Asociado y la adopción de una Constitución. Primeramente, nos olvidamos que el Congreso norteamericano, bajo cuya tutela todavía estamos, eliminó una tercera parte de esta por encontrarla inaceptable. ¿Que no somos colonia? Al arbitrio de una de las partes del supuesto pacto del ELA está la decisión, no solo de dar el visto bueno al documento fundamental de Puerto Rico, sino de decidir cuáles leyes federales aplican aquí. Digo aquí porque escribo desde Puerto Rico, y hasta ahora no tengo planes de irme. Lo que tengo es ganas de soñar con un país que pueda llevar buenas noticias al mundo.

En días recientes, el tema de los artículos sobre Puerto Rico en la prensa mundial ha sido la pérdida de población. No perdamos de vista que estamos hablando de una jurisdicción que por mucho tiempo ocupó un puesto alto en la lista de los países de mayor sobrepoblación del mundo. De acuerdo a datos divulgados por el Gobierno de los Estados Unidos, solo en el año pasado, Puerto Rico tuvo una pérdida neta de 36,000 personas -ya porque estos se marcharon o les tocó morir. Los demógrafos nos recuerdan que la población de la Isla está envejeciendo. Añádale a este dato que somos un país de mucha pobreza, y tome en cuenta la deserción de mucha gente que se encuentra en la plenitud de sus capacidades productivas, y usted se podrá imaginar el reto que nos espera en el futuro próximo.

Ahora dígame usted, ¿y cómo no reportar esto si es la historia de un país del Tercer Mundo bajo la bandera norteamericana que está cayendo en el abismo? ¿Y cómo no reportar esto cuando antes nos la dábamos con golpes en el pecho de que éramos del Primer Mundo? Ahora resulta con más claridad que nunca que eso era una mentira con la cual nos engañábamos con arrogancia. Los últimos datos y estudios demográficos -y en El Post Antillano hemos reportados muchos de ellos- muestran un país que no puede proveer empleos no solo para su gente pobre sino para los egresados de universidad. Básicamente, en el sistema público de la Universidad de Puerto Rico estamos sufragando a una generación de jóvenes cuya mayor parte no va a aportar a la economía local. Se tienen que ir porque no encuentran empleos. ¿Y qué queremos, que se unan a las filas de cupones de alimentos?

En específico, estos jóvenes no tienen la culpa de esta situación. Pero los que se creyeron el embuste de que somos del Primer Mundo gracias a épocas de bonanza como la que hubo bajo la gobernanza de Pedro Rosselló, sí tienen la culpa. Esto aplica a los que votamos por los partidos tradicionales como los que no, al no ver la urgencia de cambiar nuestra condición colonial. Es casi espeluznante, pero la situación en que estamos viviendo la predijo don Pedro Albizu Campos, el líder nacionalista de una época remota: el resultado de nuestro coloniaje será (y es) un país dependiente y pobre, socialmente casi degenerado y sin rumbo.

Crédito foto: bachmont, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)