La cultura de la muerte y el terror

Cultura

No sé usted, sí, la persona de a pie que nos lee, pero vivimos dentro de un régimen cultural, en el cual la cultura de la muerte y el terror se ha impuesto como la única forma de entender el mundo en su paradigma de cambio, transformación y movimiento. Así las cosas, hoy en ciertas regiones del planeta, la violencia, por vía de conflictos armados de naturaleza bélicos, se impone como una forma “natural” de ver la vida. Pensar en el Mediano Oriente, es pensar en distintas formas de violencia, que por un lado uno intenta deplorar y cuestionar, pero que se ve neutralizado ante otras formas de violencia que son aún peores. En otras palabras, entre la violencia del Estado de Israel contra el pueblo palestino, las ejecuciones sumarias de Hamas contra los informantes, o los secuestros y las violaciones por partes de las fuerzas bélicas del Estado Islámico, ¿habrá alguna diferencia?

Realmente hablando, no hay diferencia. Se trata de la misma cultura que ha impuesto la muerte y el terror contra las poblaciones civiles en un sitio como en otro. De igual forma, cuando hablamos de decapitar a las víctimas, ¿existirá alguna diferencia entre lo que se hace por distintas fuerzas Yihadistas en Siria hoy, y lo que se hace en la frontera de México con los EE. UU.? No hay diferencia.

Lo que se perdió fue una ética como aspiración, que culturalmente fuera aceptada por todos y todas, y de tal forma respetada. En esta medida, hoy nos movemos de conflicto a conflicto, a nivel internacional, que reproducen la misma lógica dominante. Ante esto, ir al cine a ver una película de Hollywood es realmente hablando quedarse con el mismo sentimiento de que la violencia y, en particular la muerte y el terror, se han apoderado de toda instancia. A manera de ejemplo, ¿entre la película Expendables 3, reseñada en Página 0 el sábado pasado, y la guerra en Siria habrá alguna diferencia? No.

Como si todo lo anterior fuera poco, ayer caminando por las calles de Santurce me encuentro con una situación muy a tono con esto. Un hombre de tez blanca, entre unos 55 a 60 años, discutía acaloradamente con unos jóvenes, salidos de un taxi, ambos jóvenes de tez negra. Un problema de carros y acceso a una calle. Un tercer carro, con otros ocupantes se veía imposibilitado de transitar, mientras los otros dos vehículos, ahora en disputa, no se movieran. El consenso que se gritaban entre los tres vehículos era igual: si no te callas te “exploto”. Es decir, te asesino de un balazo. Curiosamente la sabiduría de los jóvenes del taxi pudo más que todas las agresiones verbales y la situación no llegó a nada. Pero potencialmente hablando, se trataba de otra matanza.

En fin, usted decide. Pero no podemos continuar apoyando ningún tipo de violencia. Controlar las existentes es el primer paso. Retomar una ética por la vida es nuestra primera meta.