Ghul

Creativo

Ghuls - Grotescos demonios antropófagos que profanan tumbas para satisfacer su hambre con cadáveres recientes. Tienen su origen en el folklore árabe, y hoy en día se le consideran muertos vivientes. Despojados de su libre albedrio, de todo pensamiento creativo y de la capacidad para sentir dolor.

¨Esos espíritus son como la yedra que se pueden subir más alto que los arboles en que se enredan y muchas veces descienden después de haber llegado hasta la copa¨

René Descartes.  Discurso del método.

Clara tenía la implacable necesidad de escribir, aunque escribir y contar no fueran lo mismo para ella. El contar la amalgama que en su alma se pugnaba no era buena opción. El amor se le dividía, se rasgaba, se sumaba, se restaba en una obscena operación matemática infinita. Entre pedazos caminaba como los niños que veía jugar dentro de una de esas cajas llenas de pelotas de colores 

Una mañana caminando hacia la factoría y ya recibiendo a lo lejos el olor de las telas nuevas, decidió seguir sin detenerse. Era la primera vez en veinte años que lo haría. No llegaría a su trabajo. Miro de reojo la cicatriz en su dedo pulgar que le había proferido una aguja con la que remendaba la cubierta de los colchones en la factoría.

Nunca había dormido en ningún colchón de aquellos. Trabajo durante veinte años para que otros descansaran en su trabajo, amarán en su trabajo, saltaran como chicos juguetones en su trabajo.

Ese día ella decidió comprar uno de aquellos colchones sólo por el placer de saber que podía disfrutar algo de su esfuerzo.

Camino largas horas por las calles infectadas de personas que en un ir y venir hacían su rutina diaria hacia la nada. Como poseídos por los ghuls hambrientos. Inexpresivos autómatas despojados de su libre albedrio. Como muertos vivientes cadáveres poseídos por espíritus malignos. Comenzaba a lloviznar. Clara disfrutaba de la candidez de un tiempo en libertad, de un tiempo en tierra neutral .Chapoteaba entre charcos llena de alegrías nuevas. Preparaba en su mente la excusa perfecta para remediar aquella ofensa. Diré que enferme repentinamente, de algún virus moderno. Diré que se enfermó mi hijo, claro que no tengo ninguno y no podría inventarme uno ahora. Ya se diré la verdad. La mañana estaba tan hermosa que decidí no perdérmela, además quería regresar a casa después del paseo para sacar mis ahorros de la cajita azul y comprarme un colchón. No dicen ellos que son los mejores del mercado, no podrán ofenderse por que una insignificante empleada quiera uno. Además yo tengo la facilidad de pagarlo.

Doblo la esquina aquella que todas las tardes doblaba en bus. Esta vez lo hizo a pie. Si percatarse que unas malévolas bestias la acechaban, la miraban, la deseaban. Clara no tuvo tiempo de gritar sus sueños se dispersaban en aquel viento con grotesco olor a escatol le recordaba la porqueriza de sus tíos en el campo donde se crio. Pero eran otros cerdos hambrientos los que con sus afilados dientes lastimaban su piel. Cuando el últimos hubo concluido sus retozos en el lodo mal oliente. Allí quedo clara. Era una estrella que no podía ver su reflejo en aquella mugrosa escena llena de fango.

Aquella tarde Lucía, se hizo carne en Clara y ella aún no lo reconocía.  Se levanto y camino a casa. Mientras guardaba las lágrimas en un frasquito para curar el futuro, que se avecinaba. Había escampado. Cuando llego a casa solo escribió.