Testimonios que valen más que mil reseñas

Cultura

Ahora que el grupo de lectura Letras Robadas me ha invitado a conversar acerca de Testamento, mi antología poética, vienen a mi memoria algunos lectores que han hecho referencia a varias de las poesías que componen tal volumen, que reúne 29 cuadernos y otros experimentos realizados durante la pasada década. 

Quizás de la pieza que más me han hablado es de Momentáneamente, una poesía que explora el maltrato infantil. Aún conservo en la memoria las palabras acerca del mismo que me prodigaron en su momento los escritores José Manuel Solá y Angel Darío Carrero. El dramaturgo Abniel Marat (q.e.p.d.) hizo lo propio con Paraíso, cuando la leí en un evento público en Mayagüez. A Julio César Pol le debo haberme acercado nuevamente a la poesía, después de haber estado desarrollándome durante la década de los años noventa en la narrativa. En la antología Los rostros de la Hidra, Pol seleccionó la Pieza 1, del cuaderno antibélico Novo vía crucis. Para mi sorpresa, recientemente la escritora y profesora Nancy Bird incluyó en su página oficial Al filo del abismo, una breve pieza que nació tras un sanador viaje a Isla de Mona. 

En ocasiones las creaciones que menos uno imagina detonan en los lectores, así me ocurrió con La esencia amorosa que gustó a la escritora Natasha de los Santos. En una de esas tertulias de café, Iris Miranda me habló de una pieza que realicé a modo de poética: Intento de mapa. Otro poema que fue leído por una colega escritora en un reciente festival poético en San Sebastián se titula Arde Roma, y tal pieza me recuerda a la poeta, ida a destiempo, Awilda Castro que tanto disfrutaba de la misma.

Mi queridísimo colega en la Junta Editorial de Taller Literario, Juan Carlos Fret Alvira, y corrector de lujo de Testamento, fijó su atención en Agradezco, un experimento en el que juego con el clásico de Goethe, Las desventuras del joven Werther. La novelista Marta Aponte publicó en redes sociales unos versos del poema Por alguna razón.

Por su parte, el novelista y poeta Stefan Antonmattei me habló con entusiasmo de Es invierno en Puerto Rico, una poesía de corte social. La comunicadora Ivonne Brown manifestó predilección por la brevísima Alguien me ve y El dolor y la soledad, que rinde homenaje al poeta español Angel González. Los músicos Guarionex Morales y Miguel Ayala se han dado a la tarea de musicalizar dos poemas: el primero se ocupó de Si no me mato, que indaga en mitos griegos y pasajes bíblicos; el segundo en la poesía existencial Pedacitos digeribles.

El mes pasado otro músico, y también poeta, el mexicano Oskar Luna compartió conmigo un enlace de la Librería Barco de Papel de Nueva York, en el mismo reproducían el soneto Sueñas y el poema Si el corazón, que dialoga con El cantar de los cantares y Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare.

Agradable sorpresa ha sido encontrar el poema Siluetas humanas en el epílogo del libro de la profesora Ruth Nina Estrella, Los idiomas de la pareja. El artista español JL Sansaloni incluyó versos del mismo en una de sus fotografías. Y el editor Caronte Campos Eliseos seleccionó para su bitácora, y entre sus cinco favoritas, el soneto Cuando algún fortuito lector y Día cuatro, perteneciente al primero de mis cuadernos.

En la página cibernética Portal de los Poetas Boricuas seleccionaron mi soneto Quise fecundarla, un homenaje al gran César Vallejo. El lector y amigo Jesús Matos fotografió y difundió en las redes la pieza que abre la antología: Si cada momento. En esa misma dirección, destacó unos versos del poema Me aferro la escritora Natalia Ortiz-Cotto y la poeta nacional Magaly Quiñones tuvo palabras de elogios para el poema El duelo en el no lugar. Con curiosidad he descubierto que el editor español Fernando Sabido Sánchez incluyó piezas de este servidor en su antología mundial titulada Poesía del siglo XXI, entre las que destaca El más leve de nosotros, dedicado a mi amigo Joel Villanueva Reyes y Adelante, que indaga en lo femenino y el mito de Orfeo.

Guardo estos gratos recuerdos porque estas impresiones acerca de mi obra han sido manifestadas por las personas antes mencionadas de forma espontánea, por lo que suman y enriquecen el valor personal que tienen para este servidor las páginas de Testamento. Tal enumeración evidencia que cada lector hace suyo el poema, sin que necesariamente lo vislumbre el propio autor. Y ese, más allá de la crítica, es el mejor testimonio que uno, como escritor, puede recibir.

 

En la foto, el escritor Carlos Esteban Cana. Foto suministrada.