Fernando Savater, Oscar López y los nacionalismos necesarios

Política

El principal centro docente del país, la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, invitó al distinguido filosofo y libre pensador vasco-español, Fernando Savater a disertar sobre El valor de la educación. La actividad ante casa llena en el histórico teatro de dicha institución, se celebró el pasado viernes, 19 de septiembre a las 10 a.m. Presentado con todos los honores que se merece un filósofo y, más aún, ante un intelectual el cual llena un auditorio de sobre dos mil butacas, uno se tiene que preguntar ¿de qué tipo de filosofía nos vino a hablar en Puerto Rico?

Luego de los saludos protocolares, tanto del presidente de la UPR, Urayoán Walker, como del rector de la institución, Carlos Severino, el invitado fue presentado por la directora del programa de filosofía de dicho centro, Anayra Santori. Sin lugar a dudas, ella marcó la nota, inspirada en el texto Ética para Amador, libro publicado en el 1991 por Savater. La profesora Santori nos compartió cómo la visita del filósofo a la Isla, así como la presencia de profesores, estudiantes y público en general, constituía una invitación a asumir la utopía, como faro de vida. Es decir, y recordando a los ilustres latinoamericanos, en la voz del Che Guevara, seamos realistas hagamos lo imposible.

De esta forma nos adentramos al pensamiento de este intelectual público, más que profesor hoy de la Universidad Complutense de Madrid y ya retirado de la Universidad del País Vasco, quien con sobre 100 libros y 600 columnas en el diario El País, nos invita a pensar que la lucha de todos y todas debe ser contra la ignorancia y la miseria. Es curioso, pues siendo filósofo, inspirado en la utopía, habría uno pensado que el punto de partida es la aspiración a la libertad. No fue así. Se trata del apoderamiento y empoderamiento del sujeto individuo, como este constituido en colectivo, quien debe ser asistido para conocer las verdades, todas. Pero a su vez, debe tener la capacidad, desde la lógica del joven Marx, de reproducir su vida diaria. Es decir, superar las miserias, tanto las tangibles como las intangibles. Pero más que nada, y de forma oculta en su discurso, esas condenas de vida diaria donde el poder nos inhabilita en nuestro desarrollo potencial como humano.

Ahora bien, a un costo aún no especificado por las autoridades universitarias, Savater entró en la noche del jueves y partió en la tarde del viernes. Es decir, Puerto Rico, fue una escala en fuga a otro destino en los EE. UU. Aunque conoce a la Isla y su problemática, el intelectual de origen vasco, fue muy cuidadoso de hablar sobre la experiencia colonial de Puerto Rico y su relación con los nacionalismos que aquí imperan. Solo ante una pregunta del profesor José “Pinchy” Méndez, quien le inquirió sobre el resultado del plebiscito en Escocia, donde se impuso la opción del no a la independencia, Savater simplificó la contestación, oponiéndose a todo tipo de nacionalísimo. En particular, vio el ejercicio de dicho discurso popular y de estado, como un retroceso en el pensamiento moderno, y sin lugar a dudas, postmoderno. Para los boricuas, aún viviendo bajo un estatus de colonialismo clásico, la respuesta fue la del jíbaro ante el no pago, es decir “fiaó, ¡hummm...!".

Dicho lo anterior,  el peso de su intervención se reflejó en la forma cautelosa, parca y con solidaridad limitada en que la audiencia cerró el evento: no le aplaudieron de pie. Todo el mundo, como en el confort de sus hogares, le aplaudió sentado.

En este punto, donde la especulación reina, es importante cualificar que Savater ha sido un fuerte defensor del derecho a la vida y a la tolerancia de la diversidad de ideas. Esto lo ha llevado a confrontar abiertamente al nacionalismo vasco, y a exigirle a este que se distancie de la lucha armada de dicha comunidad autónoma en España. De esta forma, condena los distintos nacionalismos, pero también condena la violencia, y más que nada no reconoce a los presos vascos como presos políticos. Esta curiosidad en la praxis política de Fernando Savater siempre ha sido una curiosidad. En el Caribe, sería visto como asumir posiciones desde la derecha. En España y en Europa, se asocia con el pensamiento liberal, ese que nace en el siglo XIX, pero que tiene sus vertientes más recientes en el siglo XX.

Para un intelectual contemporáneo español, quien recientemente junto a Mario Vargas Llosa firmaron un manifiesto de 100 intelectuales contra la independencia de Catalunya, uno puede entender el porqué de sus no pronunciamientos en torno al estatus de Puerto Rico, y la relación colonial imperante hoy con  los EE. UU.  Más que derechista, se asume como liberal, y su silencio otorga consistencia con su pensamiento en España.

Pero donde uno no puede entender a Fernando Savater, lo fue en su silencio en torno a la excarcelación del preso político de más prolongada detención en los EE. UU., el puertorriqueño Oscar López. Para alguien que le gustan los asuntos mundanos como las carreras de caballo, no solo por ser autor de libros al respecto como en Juego de Caballos (1994) sino porque le gusta apostar dinero en carreras de caballos, uno piensa que también pudo haberse detenido para comprender las necesidades históricas de su audiencia, y sus anfitriones.

En esta medida, no haber hecho alusión a Oscar López y el reclamo legítimo a su excarcelación nos deja pensando que la lucha contra la ignorancia y miseria que postuló Savater, tiene límites. Es decir, sus propias creencias lo limitan. De algo de esto se dio cuenta la audiencia. Por eso su reacción tan cauta para aplaudirle solo sentados.