Cinco microcuentos como saludo

Cultura

La próxima semana será el Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe Hispano, que se efectuará del 6 al 8 de octubre en el anfiteatro de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Recinto de Río Piedras. Y tal acontecimiento me ofrece la oportunidad para reflexionar acerca de mi propio acercamiento a la narrativa. Sucede que después de 20 años de cultivar el género, ya sea mediante el cuento tradicional o el microcuento, me percato de que durante la última fase de tal proceso creativo lo que he ido produciendo desemboca, como si se tratara de un cauce natural, en obras que funden la ciencia ficción con cierta búsqueda filosófica u ontológica, presente en sociedades orientales y occidentales a través del tiempo, y que escritores como Jorge Luis Borges y Philip K. Dick han explorado magistralmente en algunas de sus obras.

Por lo anterior, y como saludo al Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe Hispano, comparto con los lectores de Breves en la cartografía cultural, aquí en El Post Antillano, cinco microcuentos de mi autoría que de una forma u otra se sumergen en esos linderos creativos que tanto disfruto en estos momentos.

Moradas: I (Y todavía pienso en ti)

Entre los dos universos paralelos juega Dios al esconder. Por eso no lo hemos visto.

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Alfa, omega, y después

Todos los colonos, los sobrevivientes y sus descendientes, detuvieron los relojes en la precisa hora en que la Tierra agonizó.

Desde ese instante un nuevo modo de medir el tiempo se instaló como norma entre los expedicionarios.

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Cool!

Vio como Tiresias se alejaba con su lazarillo y repitió para sí cada una de las sentencias que integraban la profecía. En este mundo paralelo el rey no tuvo reparo de sonreír para sus adentros.

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De sus esencias

Son ocho los borrachos que me persiguen sin tregua. No descansan. Todo sucedió cuando, envalentonado por varios copetines de vino tinto, me le acerqué a la única fémina de aquel grupo.

Blanca era su nombre, por lo menos así se identificó. Y aproveché la algarabía que produjo la nueva ronda de copas que yo invitaba, para insinuarle una sutil huida.

En mi apartamento, nuestros retozos activaron aquellas partes sensitivas y jugosas de su cobrizo cuerpo. El bendito orgasmo fue climático, un efluvio translúcido destiló el Ying lo suficientemente puro para que hiciera de mí otro inmortal.

Jamás lo imaginé. El bendito sabor de sus esencias transformaría mi sedentaria existencia en un tránsito permanente y laberíntico. La travesía de un eterno fugitivo.

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Moradas: II

Cuando localizamos el elusivo Higgs Bossom descubrimos el aposento secreto de Dios.