Performance y el arte provocador

Cultura

Me piden que escriba sobre el performance, conocido también como arte de acción; yo que estoy en estos recovecos artísticos solo hace algunos años. De modo y a propósito de la actividad próxima que auspicia El Post Antillano, la pieza de performance Esas que no soy yo por esta servidora sobre mi experiencia conviviendo con el Trastorno Obsesivo Compulsivo, confío hacer una breve narración que pueda exponer, sin limitar ni desterrar otras tantas posibilidades, en qué se basa esta manifestación del arte y sin querer abordar específicamente en lo que aún los estudiosos no se ponen de acuerdo: su controvertible definición.

El performance, siempre polémico desde su base, ya que algunos lo apartan de la seriedad del arte, fundamentado en la contundencia del cuerpo, permite trazar un boceto de la psique, que es a su vez una reescritura del dolor, en mi caso. Quizás la diferencia más clara entre él y otras expresiones artísticas es que es la presencia del cuerpo del artista la que muestra ya, física o simbólicamente, las cicatrices de su travesía personal. El cuerpo es en sí mismo la narración, el punto de conflicto en busca de su resolución. Por lo tanto, el performance es siempre vigente: el cuerpo, mientras viva, nunca se acaba, siempre puede reinventarse, redescubrirse, replantearse.

Escribiendo e insisto desde mi propia experiencia con el performance, siento una obligación con mi cuerpo. Con vehemencia, quiero sanar. Así que mi cuerpo se ve compelido, por mi alma, a curarse desde adentro. Los movimientos que aúno con la voz son las cicatrices, lo que ha dejado el dolor impregnado en mi piel, en mi garganta, aunque ese dolor provenga de la mente.

Por su parte, la provocación no se da porque sí. El intento es uno de personal introspección, en el que el artista que se mira hacia adentro provoca (o intenta) que todos quieran hacer lo propio. Transgredir nuestros propios miedos, el abismo del alma.

Finalmente, este brevísimo relato estaría incompleto si no incluyera uno de los aspectos que me parece más importante y necesario dentro de esta expresión. No concibo el performance sin los demás. De la forma en que entiendo el performance es una ruptura total de "la cuarta pared", donde el público ya no es un “espectador” sino que se convierte en un actuante; ya quizás y no necesariamente implica una cercanía física, pero sí completamente emocional. Asimismo, teniendo cuidado en mencionar que igualmente en el drama y la danza existe y se exige una gran intensidad, el performance lo considero de una manera completamente visceral, en el que el cuerpo sufre una especie de dolor innato, de catarsis, de reivindicación, de despojo, totalmente real (aunque seguramente aquí cabría un discurso de lo real). Hay casi un deber de exploración y acercamiento a los límites.

Esas que no soy yo, por Renia Fermaint Rosa con la colaboración de Enrique Cárdenas y Veroshk Williams, se presentará el próximo sábado, 25 de octubre a las 7 de la noche, en el Museo de Arte Contemporáneo en Santurce, en el cual se explorará el dolor, el miedo, la ansiedad, desde el Trastorno Obsesivo Compulsivo. Actividad auspiciada por El Post Antillano.

Foto suministrada.