La muñeca

Creativo

A Doris Caraballo

“Quiero esa muñeca, mami, esa, la quiero”. Grita y llora la niña señalando una de las muñecas amarradas en la fachada de una casa abandonada. La mamá tiene prisa de llegar a la peluquería, hace meses que no se arregla el cabello. En realidad ni tiene tiempo de arreglarse desde que la hija tiene tres años. Ya son tres años soportando sus caprichos y gritos. Agarra a la niña del brazo, pero esta se tira al piso y empieza a llorar. Las personas que pasan en los carros la miran, hasta el perro que deambulaba por los adoquines cercanos aceleró la marcha. Entran a la pequeñita peluquería sin letreros de doña Tata. San Juan está lleno de fantasmas y gatos, tenga cuidado con esas muñecas. Los gatos nos salvan de la ira del pasado, comentó la peluquera. La mujer se dejó lavar el pelo. Mientras la niña jugaba con unos gatitos en la terraza, por un rato la mamá se relajó. Cerró los ojos mientras acariciaba a uno de los gatitos que se había subido a su falda. Trató de imaginarse su vida si no se hubiera preñado del guardia de seguridad del condominio de su exnovio. Se sintió tan emocionada que tuvo un agradable orgasmo. Al terminar, pagó, escondió el gatito en su bolso y tomó a la niña del brazo. “Mami, recuerda la muñeca…”. Caminó cuatro cuadras hasta llegar a su casa y preparó la cena para ambas. Esa noche dejó al gato dormir en la cama con la hija. Despertó con los maullidos. Al abrir la puerta de la habitación, solo había una muñeca en la cama. La mujer respiró sonriente y la amarró en la fachada de su casa.

Del libro inédito: Carnaval de la sangre

Crédito foto: Lara604, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/)