Daniel Nina y la vida como pura pasión

Caribe Imaginado

Con el paso de los años, Daniel Nina ha servido al Archipiélago Nacional y Caribeño, desde muchas instancias y roles. Ya sea desde la sociedad civil, desde la academia, desde el espacio mediático o literario, mucho se puede decir de este Abogado, Profesor, Escritor, Mediador y Gestor Cultural.

Hoy, sin embargo, lo escucharemos hablando sobre temas propios de la creatividad, un tema que me apasiona. Y fue sobre el arte y la palabra, cuando le escuché por primera vez en Ponce. No fue en estos lugares en donde la gente va emperifollada a exhibir sus lujosas prendas. A Daniel lo escuché leyendo uno de sus cuentos de su libro En tránsito en el colmadito La Pocilga, en un ambiente pueblerino, en el que cada vecino escuchaba atentamente con cervecita en mano. Recuerdo ese momento porque el cuento que Nina compartía hacía alusión a viajes, al sur de África, pero también a mi patria chica: Cataño. De eso han pasado diez años, y de una manera u otra los pasajes del camino compartido han tenido momentos de solidaridad, diálogo, enriquecimiento y respeto. Por muchas razones Daniel Nina, el co-fundador de El Post Antillano, es para este servidor un Maestro.

En medio de la polifonía de voces nacionales como internacionales que se han unido a esta serie que celebra mis 21 años de servicio a la cultura puertorriqueña, caribeña, latinoamericana y planetaria (así ha resultado con el paso de los años; a modo de círculos concéntricos), sacamos espacio en Letras, Café, Tostadas para tener una conversación dominical con este Renacentista, orgulloso hijo del Caribe: Daniel Nina.

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Carlos Esteban Cana: Hablemos acerca del mundo de la creación… por qué crees que tu vida ha sido marcada por el signo artístico…

Daniel Nina: No fue por mi padre ni mi madre.  Fue por la calle.  Asumí la parte creativa desde la calle, y a partir de ahí todo cambió en mi vida.

En fin, durante la infancia me debatí entre la figura de Juan Mari Bras, a quien años después le escribí un libro testimonial, y ser creativo. A temprana edad, triunfó el pensamiento racional.

A mi padre, que era un insigne caribeño,  pero muy racionalista, le faltó algo de creatividad artística. Le faltó algo de masón o rosacruz, también para guardar un aspecto espiritual que también es creativo.  Y luego fui a una escuela cristiana, la Discípulos de Cristo de Bayamón, lo cual intentó darme una formación que nunca asumí.

Mi madre Nela, durante los años de vida matrimonial su creatividad fue más limitada. Ahora en la viudez se ha convertido en una mujer muy creativa. Pero su influencia en mí, sobre todo en la niñez fue limitada en este aspecto.

Pero nunca lo vi: lo artístico y creativo en mí (es decir comprendí) hasta que a los 20 años me fui a vivir a Nueva York. Ese fue el momento de ruptura con el mundo racional restricto.

Carlos: En qué género te sientes que fluyes más como creador, al menos en este momento…

Daniel: Escribo en cualquier formato. Salvo poesía, que aún no la entiendo (aunque he escrito un solo poema en mi vida), todos los demás géneros los práctico. Tengo dos novelas a mitad, que espero terminar para fines de este año. Tengo una colección de cuentos lista para ser publicada. Tengo en desarrollo de una nueva colección de micro-cuentos, inspirados por el arte. Ahora sale el libro con el artista plástico y creador Dennis Mario Rivera (testimonial). Y tengo un texto en derecho que debo publicar en las próximas semanas. 

Pero, inventamos El Post Antillano, en parte por la condición de desempleados de ciertos compañeros.  El periodismo me ha permitido realizar un sueño: escribir continuamente y bajo presión de tiempo. Esto siempre lo soñé desde que viví en Nueva  York a los 20 años. Siempre pensé que en lugar de haber regresado a la isla, me debí haber quedado en dicho país e incursionado en el mundo del periodismo. Me tardé casi tres décadas en poderlo hacer.

Carlos: Cómo contrastas esa experiencia (la que se hace referencia en la pregunta anterior) con la que recibes al explorar otros géneros u otras disciplinas artísticas…

Daniel: Para mí la vida es pura pasión. Y hay que vivir apasionadamente todos los días. Aún cuando uno anda medio deprimido. Intento que toda mi vida pueda verse alrededor de la creatividad. Así que exploro cosas, en los últimos años de forma muy autodidacta, para aprender y darle curso a la creatividad. A veces me sale bien. A veces no tan bien.

Carlos: Necesitas distancia o soledad para realizar tu obra…

Daniel: No (y ahora me contradigo). Lo que necesito es mucha disciplina. Me levanto todos los días y escribo entre 5am y 7am.  A veces hasta las 10am estoy escribiendo.  Eso requiere disciplina, pero lo tengo claro, lo único que no permitiría es que me privaran del espacio para escribir.

Soy sumamente gregario, por naturaleza y por ejercicio de vida. Entonces, durante el curso de cualquier día, veo a cientos de personas. Pero siempre guardo el momento para recluirme y escribir. Esto es de madrugada. De tarde, saco informes de trabajo. Y de noche, antes de dormir, ya no escribo. Hago otras cosas, creativas, pero que no me fijen al teclado.

Carlos: Como creador, con toda esa visión propia de tu época… como observas lo que te precede en el arte… ¿cuáles son, si alguna, esas voces creativas del pasado o de la actualidad que merecen tu atención?


Daniel: Soy un afortunado que he vivido muchas vidas. Vengo de una familia muy caribeña que me dio unas herramientas de vida, sin saberlo, complejas e hibridas. Así que por formación aprendí francés a los tres años (antes que inglés);  luego mi padre nos inculcó la música clásica, y aunque no salí músico, sí entendí el mensaje. Luego tuve una formación académica de esas sólidas, que me permitieron adquirir un conocimiento y satisfacer un estándar, que permite vivir de otra forma.

Ahora bien, lo más que me ha gustado es vivir. He vivido demasiado. Al punto que deseo seguir viviendo o volver a comenzar la vida. Pero las experiencias vividas me han marcado, y son los referentes que están presentes en todo lo que escribo. Y donde empecé a vivir fue en el 1965 cuando nos quedamos varados en la República Dominicana, producto de la revolución que se daba allí durante el mes de abril.

Vi los 200 años de la revolución francesa, bailando al ritmo de la Mano Negra (hoy Manu Chau). Viví bajo Margaret Thatcher, pero más que nada la vi cuando colapsó. He estado en Irlanda del Norte y el País Vasco viviendo transiciones políticas. Pero lo más que marcó mi vida fue el fin del apartheid en África del Sur donde viví casi 10 años, llegando en el 1991 y yéndome en el 2000, y luego he continuado de forma itinerante.

Como dirían en Blade Runner, al final de la película “all those moments…” en mi caso, los plasmo en mis escritos.

Carlos: Puedes describir tu poética… es decir, la materia prima… esa con la que piensas que hacer tu obra…

Daniel: La mirada de los objetos. Como sociólogo del derecho, observo mucho los comportamientos sociales. Me encanta ver la vida. Como voyerista de lo social. Por ejemplo, un micro cuento que escribí recientemente dedicado a Oscar López, titulado “Entre cuervos escuchaba la melodía”, lo desarrollé a partir de una imagen: El óleo “Coro de Cuervos” que pintó Oscar López y que yo vi en una exhibición en Ponce hace unos dos años. Se me quedó grabado, y cuando hubo que escribirle a Oscar, pensé en dicho cuadro. Lo rescaté de forma privada y le escribí.

Vivo, más que nada, de las experiencias de vida diaria en las cuales participo, y creo de ahí una narrativa.  Si me “apagaran la luz”, es decir, si no pudiera vivir-viviendo en la calle, no tendría herramientas para ser creativo.

Carlos: Tienes algún ritual a la hora de acercarte a la página en blanco… Concibes la idea, el motivo, con anterioridad o te vas en un flujo de palabras hasta que encuentras el delta indicado…

Daniel: Me quedo con una imagen o experiencia de vida vivida, y le doy la vuelta y la vuelta hasta que digo: ‘déjame escribirlo’. Aún me funciona.  Ahora bien, soy de las personas que mucho de lo que escribo salió como salió, y aunque lo edito, intento no rescribir. Gozo de la confianza de que lo que escribo hoy no será lo último que escriba. Es simplemente un trecho que recorro. 

Carlos: En un mundo como el nuestro, y enmarcado en todo lo que quieras nombrar del mismo -en una dirección u otra-… ¿tiene lugar el arte, la palabra, la creación?…

Daniel: Para mí, sí. Lo que no tiene lugar es la dicotomía entre arte superior y arte inferior. Para mí ir a ver a Farruko es tan importante como ir al Festival Casals. Voy a los dos. Por ejemplo, veo todo el cine. Soy fanático de las producciones comerciales, pues te dan una mirada del tiempo cinematográfico. Pero también voy a los cines de las películas de arte. Una buena película, sea comercial o artística, vale todas las noches del verano…

Carlos: ¿Qué es necesario para ser un escritor?

Daniel: Escribir. Y sobre todo, no parar de escribir… y hacerlo de forma apasionada. Y de mi parte, en lo profundo, hacerlo con esa ingenuidad cuasi infantil, en la que se debe sentir que lo que se escribe siempre contiene esa ilusión de la primera vez que se dice algo. Cada escrito para mí, es siempre el primero. El más importante de mi vida.

Daniel: ¿Crees que existe el llamado bloqueo del escritor?…

A mí no me ha dado. ¿Es eso parte de legado de la chinkungunya? (se ríe). Aspirina para quien tenga bloqueos.

Carlos: Hay quienes piensan que las mejores páginas salen de situaciones extremas o dolorosas… ¿Qué piensas al respecto?

Daniel: Para mí, no. Lo mejor que he escrito, pensando en Charlie Gorra Strikes back (cuentos-novella) o en Por la libre, conversaciones con Juan Mari Brass (testimonio) o en El 18 brumario de Luis Fortuño (ensayo);  todos son trabajos bien pensados que salieron de la reflexión. Pero nada corriendo. Todo a lo lento.

Carlos: Otros esgrimen la tesis de que ese periodo nocturno y sinuoso de los sueños, abona para la creación ¿Será valioso ese universo onírico para crear?…

Daniel: Cuando duermo, que es bien poco, duermo. Tengo que escribir de inicio de mañana. Escribo con fuerza y alegría.

Carlos: ¿Hay algo que no te gusta o disfrutas del oficio, del ser creador?

Daniel: Que los inseguros e inseguras ‘invisibilicen’ el trabajo de uno. Yo diariamente recibo comunicación de escritores y escritoras. A nadie juzgo. A todos y todas les doy y les damos un espacio en todos los formatos en los cuales opero. Pero cuando viene el turno de uno, la tendencia dominante es a invisibilizar. Y como me enseñó mi padre, y la calle, vivo siempre agradecido y nunca destruyo a la persona que más daño me haga. Ahora bien, tampoco la invito a cenar a mi casa.

Carlos: Prefieres escribir o crear todas las semanas o tienes periodos voluntarios de silencio artístico…

Daniel: No paro. Aquí siempre hay un proyecto en torno a la creatividad. A veces puede recoger la escritura, a veces otra forma. Pero me siento hoy muy tranquilo con este tema. Me encanta publicar, así que me dedico a escribir para publicar. Nunca estoy en silencio. Lo que cambia es el formato de la expresión.

Carlos: Otros teóricos del proceso creativo, o incluso artistas, manifiestan que el creador es un medio, una especie de antena o médium por el que desemboca la creación. ¿Concurres con esa idea?

Daniel: Sí. Lo importante es crear. Como dirían en el concepto de propiedad intelectual, lo importante es plasmar en un medio tangible. Por lo tanto, no tengo que dominar. Una de las partes lo asume y escribe de forma creativa y la otra parte lo lee. Es un diálogo. Pero siempre será plural. Amo vivir en la diversidad.

Carlos: ¿A qué aspiras con tu arte?

Daniel: A dos asuntos: a transformar lo real, y a cambiar el orden de las cosas existentes. En particular desde las izquierdas libertarias, que son como un pensamiento plural, siempre me voy de la mano de los discursos emancipadores, y contestatarios (por no decir anti-disciplinarios). Aspiro a fin de cuentas a la libertad, la individual y colectiva.

Entonces, siempre he escrito más como sociólogo que como escritor. Lo que pasa es que he aprendido a ver los colores de la diversidad y a incluirle cierto grado de poética a la vida. Con el pasar del tiempo, no nos envejecemos, sino que nos añejamos. Es decir, maduramos para estar en nuestro mejor punto. Ante esto, y en la eficiencia que asumen las neuronas del cerebro, podemos potenciar mucho mejor nuestros pensamientos y acciones.

Aspiro pues, a contribuir, desde mi yo individual a mi yo colectivo, a cambiar el orden de las cosas. A decir algo que sea más que estética. Que sea masa, que sea la perfección en contenido. Aspiro a ver que el mundo en que he vivido se transforme a lo que de forma individual y colectiva decimos es un mundo mejor; (“en verdad-verdad”, como dicen los niños y niñas en Puerto Rico), a la búsqueda de la justicia social, a la erradicación de la desigualdad, a  la lucha por un mundo donde el capital no sea la forma de pensar hegemónica, y donde las relacione sociales sean humanas antes que ser intercambios económicos.

Carlos: Cuáles han sido los libros más significativos, esos que ocupan un lugar de privilegio en tu biblioteca (si quieres mencionar además producciones discográficas o películas, lo puedes hacer)…

Daniel: Earl Lovelace (Trinidad y Tobago) Joebell and America (cuentos)
Franz Fanon (Martinica) Los condenados de la tierra (ensayo)
Manuel Vázquez Montalbán (España) toda su obra, pero en particular Milenio (tomo 1  y 2)
Alejo Carpentier (Cuba) El reino de este mundo
Luis Rafael Sánchez (Puerto Rico) La guaracha del macho Camacho.
Bell Hook y Cornell West (EE.UU.), toda su obra que he leído, pero en particular el texto conjunto titulado Breaking Bread: Insurgent Black Intellectual Life

Ngugi wa thiong´o (Nigeria) toda su obra, en particular el ensayo Decolonizing The Mind.

Carlos: A veces, como autor, tenemos un aprecio particular por un libro de nuestra autoría… cuál de tus libros o cuadernos propios merece tal aprecio…

Daniel: Charlie Gorra
Seis cuentos de amor (breves) y uno del recuerdo
Ensayos para la terraza

Carlos: En una sociedad tecnológicamente globalizada con redes cibernéticas y teléfonos inteligentes, correos electrónicos, y espacios en la WEB como Youtube… ¿Crees que eso coloca en ventaja de exposición a los autores actuales? En tu caso, esos recursos, ¿han sido útiles?…

Daniel: Soy autodidacta en este tema. No tenía tanto dominio o entendido de lo que estaba pasando por ahí. Había leído a Bruno Latour (Francia; No somos modernos), pero lo vine a comprender unos años después, en el 2011, cuando fundamos El Post Antillano. Hoy entiendo el valor social, político y cultural de manejar bien, o lo mejor posible, las redes sociales. Creo que son los nuevos inter-conectadores primarios. Los secundarios somos nosotros y lo físico.

La literatura se debe nutrir de ese espacio de conexión. Ahora bien, este no sustituye la lectura colectiva, la lectura familiar, o sentarnos en el parque a leer un libro en papel. Para mí no lo sustituye. El libro en papel, como objeto significante de una modernidad educada, sigue siendo fundamental. Una persona leyendo un libro en una tableta, aún no me comunica nada de forma inmediata. Pero una persona con un libro en la mano, es un mundo por conocer. 

Carlos: ¿Cuál, entiendes, es el mayor reto que tiene de cara un autor en el futuro?

Daniel: Escribir, leer y comunicar. Hoy estamos en una fase en Puerto Rico que gracias a los programas graduados de redacción creativa, a los juntes de iguales por la lectura (poetas, narradores, y ensayistas), hemos alcanzado un buen momento en el que nos convocamos a leer y a comentar los libros escritos por otros y otras. Tenemos que movernos a la segunda fase, que es hacer masiva la lectura de libros o textos en todos los formatos. Leer y poder a partir de dicho punto: comunicar. Es decir, si no escribo no me comunico, si no leo no me comunico, pero si no tengo las destrezas de comunicación, por más que lea y escriba, no puedo conversar.

El gran reto para los que escribimos hoy en Puerto Rico, superado el miedo a escribir, es leer y poder comunicar todos estos mundos que descubrimos. Estamos en la ruta, pero aún no hemos adelantado tanto camino. Pero vamos caminando. Poco a poco. Tiempo de afinar los procesos.

Carlos: Y para finalizar… ¿Qué te ocupa en estos momentos? ¿En qué linderos creativos pernocta actualmente el creador que eres?

Daniel: Próximamente sale el libro que hice junto a Dennis Mario Rivera, titulado ‘Dennis Mario de Seis a Seis’.  Es un texto hermoso (testimonial), el resultado de una entrevista de 12 horas. Fue un libro que hicimos hace 10 años y lo publicamos una década después. Todo tiene su explicación, y por eso es importante ir a su presentación (25 de noviembre, Libros AC).

Por otro lado, intento terminar las dos novelas que escribo, una sobre la vida de un salsero boricua, y la otra (género que es usual en lo que vemos en los ‘best seller’), sobre ciencia ficción en Puerto Rico 2108 (un siglo después que inició la crisis económica de la llamada burbuja hipotecaria).

Tengo dos proyectos fílmicos personales, que deseo poder producir. El primero es un guión completado hace unos dos años, sobre un encuentro caribeño. El otro es de igual manera un guión, y también en el género de ciencia ficción o sociedad de futuro.

Y pues claro, seguir desarrollando el proyecto de El Post Antillano, en el que nos encontramos en las etapas iniciales de un proyecto que aspira ser un gestor Cultural (en el sentido Marxista del término) a partir de la palabra escrita, cibernéticamente de forma prioritaria, pero luego traducida en papel, en imagen y en sonido. Poco a poco. Poco a poco.

Pero sí te digo algo, en todos estos proyectos por lo que se lucha, y yo como parte de ellos, lucharé siempre por alcanzar la libertad. La cual, sin lugar a dudas, es inalcanzable. Pero no dejaré de luchar por ella. Amo la libertad.