Había una vez un viernes que debía desaparecer

Economia Solidaria

Falta poco más de dos semanas para el llamado viernes negro, ese día en el que la aparente solemnidad del agradecimiento que debería colmar el Día de Acción de Gracias desaparece ante el sinnúmero de ofertas que los comercios se comprometen a dar, sabido que la Navidad está a la vuelta de la esquina y que para demostrar "amor" hay que regalar en demasía.

Ante tal acontecimiento (aquí dicha palabra cobra todo su sentido magnánimo y por qué no, irónico) ya la agencia concerniente a la protección del consumidor, DACO, ha hecho sus declaraciones. Gracias a una alianza con los principales comercios, no solo se espera que se respeten los precios ofrecidos y la disponibilidad de artículos, sino que ahora “los comercios se comprometen a tener las condiciones más agradables o humanas posibles en las largas filas que se forman en las ventas del madrugador fuera de las tiendas”, se le oye decir al secretario del DACO, Nery Adames. Esto podría incluir según él, baños y hasta música, con el fin de calmar a la masa.

Con relación a esto, me parece que el asunto, que sí conlleva una responsabilidad gubernamental en defensa del consumidor y la seguridad del ciudadano, trata más bien de una errónea concepción social, que se da desde las huestes del Gobierno, los medios de comunicación, hasta la multitud del pueblo. Aunque es evidente que siempre querremos obtener los artículos que “necesitamos” al menor precio posible (la crisis económica no da para más), la verdad es que esa necesidad la hemos creado nosotros. Aquí recuerdo a Maslow y su jerarquía de necesidades y en ningún momento viene a mi mente el consumismo como parte de ellas.

Lo peor es que ese temible viernes con toda su gama de ofrecimientos suculentos aparece como el causante de las acciones más impropias por parte de algunos de los que van a comprar. Y eso es lo que para mí es sujeto de discusión. Una temporada que podría resaltar lo positivo, en ocasiones enfatiza en los valores trastocados que se cuelan como aves rapaces y como estigmas en nuestra sociedad. Creo siempre en hacer hincapié en lo bueno, en no autodestruir nuestra autoestima como pueblo, en creernos y reafirmarnos como seres plenos de humanidad.

Y aunque soy sincera y preferiría que ese viernes con sus connotaciones históricas tan negativas se saltara en el calendario, confío que esta vez y de aquí en adelante comprendamos que el materialismo está muy lejos de nuestra esencia y que antes que conseguir un televisor o un celular último modelo, están los demás (y nosotros) por encima de todo ello.

Crédito foto: Movistar Campus Party Méx, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)