El asesinato de la familia Ortiz-Uceda no es justificable

Justicia Social

Hay un pequeño debate en la criminología de la década de 1970 que nos ha influenciado a todos y todas al día de hoy de forma directa. Este sugiere que las condiciones materiales afectan los comportamientos sociales, lo cual incide en la actividad delictiva. Por muchos años, esta criminolgía, llamada marxista inicialmente y luego crítica, asoció las condiciones materiales (es decir, la pobreza) a los comportamientos humanos, donde la actividad ilegal o delictiva se asocia. Sin lugar a dudas, la criminología crítica fue por muchos años la que lideró los debates en torno al bien y al mal.

No obstante, y de forma posterior y reciente, en los pasados 20 años, tanto la criminología administrativa como la cultural se han impuesto como forma y manera de explicar, desde la perspectiva del Estado como desde la mirada crítica de la criminología contestataria, el cómo se explica la condición criminal, el comportamiento marginal y su efecto en su entorno. Así las cosas, nunca hemos podido resolver a satisfacción una pregunta clásica y también básica: ¿por qué la persona delinque?

El asesinato de cuatro miembros de cinco, de la familia Ortiz-Uceda, en Guaynabo y Bayamón, no es aceptable. No existe explicación alguna que de forma preliminar pueda justificar esto. Se trata de un acto barbárico de terrorismo urbano. Punto. De esta forma, sería muy simplista y arriesgado tratar de mitigar el daño causado para esa familia, como para la sociedad en general en Puerto Rico. De forma inevitable, este acto causa pánico. Y aclaro, no causa un pánico moral, basado en percepciones. Cuatro personas fueron asesinadas a sangre fría, sin razón lógica, y un quinto miembro de la familia se salvó de milagro.

Entonces, ¿qué hacer? Lamentablemente hay momentos donde la vida humana solo se puede explicar de la forma más sencilla: tal cual es. La prevención de un crimen como el de la familia Ortiz-Uceda no es previsible.

Simplemente, los asesinos confesos, Christopher Sánchez Ascencio y José Bosh, optaron por actuar bajo la teoría del riesgo y la expectativa de un crimen perfecto. Así las cosas, actuaron de forma individual y, sobre todo, de forma responsable. Al llamado de la Policía para ser investigados, ambos asesinos confesos respondieron de forma inmediata y comparecieron al cuartel de la policía.

En fin, que es un hecho lamentable, que no acepta explicación alguna. Ni los juegos de Nintendo son responsables; ni la desigualdad social, si alguna, es responsable; ni la niñez e infancia de los asesinos es responsable; ni el colonialismo es responsable. Hay momentos que el acto criminal es meramente lo que es: un acto criminal injusto e irracional. Este es uno de esos momentos.

La única receta para prevenir un crimen como el de la familia Ortiz-Uceda es fomentar la educación como antídoto de prevención. De otra parte, continuar exigiendo al Estado la pronta resolución de los crímenes, como fue lo que sucedió en este caso. El resto es continuar la vida como es: viviéndola.

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