Justicia, impuestos y transporte colectivo

Justicia Social

La justicia, según el teólogo afroamericano Cornel West, es cómo el amor se ve en público. Esta idea que está íntimamente relacionada con la forma en que se maneja la cosa pública, tiene como fundamento la caracterización de una sociedad que se ve como un todo. Cuando consideramos un debate sobre un impuesto tenemos que ser capaces de abrir la discusión para que se incluya una perspectiva amplia, esto quiere decir que todos los sectores afectados puedan participar. Un elemento que reduce el valor del debate es la retórica que raya en la mentira.

Cuando tratamos de legitimar una acción del estado diciendo que vamos a cerrar, que se van a dejar de dar servicios, y cosas parecidas, reducimos el debate al miedo y tratamos de hacer que los que deciden lo hagan por temor al impacto negativo.

En el debate sobre la crudita tenemos dos aspectos que tienden a ser demasiado simples. Por un lado Alberto Figueroa advirtiendo que van a cerrar el tren urbano, la AMA y otros servicios; por otro lado ciertos sectores del público que asumen la posición de que si ellos no utilizan esos servicios que los cierren. He leído opiniones de ciudadanos, quienes parece que fallan en la práctica de su propia ciudadanía, diciendo que ellos no usan el tren, que la AMA solo sirve a los de la zona metropolitana, que los cierren, que la gente que los usa se vayan a pie. Ambas posiciones son demasiado simples y ambas reacciones parecen ser fundamentadas en una lectura egoísta y parcial del problema.

Alberto Figueroa no habla como si el interés realmente fuera las necesidades del público, Figueroa está tratando de remediar el problema de los bonistas e inversionistas del país. Puerto Rico, como un típico país pobre, es propiedad de unas élites del mercado, que no tienen en consideración el bien común. Sabemos muy bien que esas élites, incluyendo gente como John Paulson que se hizo rico con la crisis de las hipotecas, están tratando de que no se utilice la nueva ley de quiebra criolla aprobada por la legislatura. Por otro lado tenemos los ciudadanos que se centran en “poner comida sobre la mesa”, según lo que dicen, pero que realmente lo que tienen en consideración es cómo reducir el impacto personal de lo que se vaya a hacer. Entonces esto se convierte en un debate entre tres millones. Cada cual buscando, a como de lugar, su comodidad y lo que le conviene personalmente.

La calidad del debate se va reduciendo, también, por que los que tiene autoridad para ayudar al público a comprender de lo que se está hablando, están alineados o demasiado comprometidos con ciertos intereses. Por ahora no tenemos acceso a alguna voz experta en economía que no tenga un compromiso con el PPD o el PNP o el independentismo. Cada cual asume el análisis desde esa perspectiva, en el fondo pesan más sus contratos con algunos sectores de las élites que su compromiso con el pueblo.

¿Es posible un debate sobre el aumento en el impuesto del petróleo, o la crudita como lo ha bautizado cierto sector de los medios, desde una perspectiva de justicia social? Yo considera que tenemos que exigir que podamos discutir este asunto sin egoísmos. Primero pensando que dicho transporte colectivo es utilizado, mayormente, por gente pobre, negra, estudiantes y trabajadores, sectores que no tiene capacidad para pagar más por esos servicios. Segundo hay que considerar que esos sectores que utilizan el servicio no tiene el lujo, en muchas ocasiones, de tener un carro en la casa para poder transportarse. Tercero es necesario considerar que existe un medio legal, la ley de quiebra criolla, que permitiría a la agencia operar sin tener que dejar de dar servicios. Cuarto hay que considerar el impacto real del impuesto en toda la población. Y por último tenemos que pensar cómo podemos maximizar los servicios sin tener que reducir la capacidad de producción de los sectores que utilizan estos servicios.

Yo no me creo el cuento de que estamos estancados o de que aquí no hay actividad económica. Yo me creo el cuento de que la gente ha seguido tratando, dando el máximo, no se ha dejado derrotar. Yo me creo el cuento de que el estado está renunciando, tratando de servir a dos señores, las élites y el pueblo, y que va a tener que decidir en algún momento. Creo, por último, que todas y todos tenemos la responsabilidad de elevar el nivel del debate en la isla para identificar las mejores alternativas considerando como punto principal la justicia social. Tenemos que recuperar la memoria de justicia.