¿Estamos tan cansados para movernos?: Puerto Rico y la inmovilización colectiva

Justicia Social

En el artículo publicado hoy en El Post Antillano por el colega Francisco Concepción en el que reflexiona sobre el nuevo impuesto al petróleo llamado “la crudita”, la poca participación en la convocatoria de ayer frente al Capitolio como reclamo a esta medida y el silencio del PNP, menciona y cito: “En las calles no se ve la oposición al impuesto, seguramente por cansancio, además hay que recordar que la indignación se está limitando a las redes sociales y no se traduce en movilización política”.

De esto, han quedado revoloteando sobre mi cabeza las palabras cansancio, indignación e (in)movilización política. Y es que me pregunto si el hartazgo que hemos alcanzado por la ineficacia política, por las nefastas medidas históricas del Estado bipartidista, produce asimismo inercia colectiva y si nuestra indignación es solo como dice el refrán de la boca para afuera. Me cuestiono si el marasmo, la paralización, se debe a una cultura ya asentada, en términos generales claro está, de cierta aceptación ante nuestra “inevitable” condición colonial. Y en ese pensamiento del ser colonizado ¿no habrá entonces una especie de rendición, de subestimar la propia fortaleza, de que ya nada puede tomar otro rumbo?

Sin embargo y retomando la palabra indignación, evoco el movimiento pacífico Indignados en España por la crisis social y económica que enfrenta el País y que fue el estado primigenio de lo que hoy es Podemos, una propuesta ciudadana, multisectorial, que en última encuesta aparece destronando a los dos partidos que se turnan el poder: el PP y el PSOE. Aquí no es menester defender o no específicamente a Podemos, pero sí es relevante observar y analizar lo que puede lograr la coherente participación ciudadana de forma masiva.

Entonces, considerando nuestras respectivas diferencias sociohistóricas, pero también teniendo en cuenta que al igual que en España el bipartidismo ha sido un mal social, cómo es posible que no transicionemos con empuje hacia lo que se denomina soberanía popular, ciudadanía participativa: una reconstitución de la democracia, tan erróneamente entendida y “manipulada”. No es posible que sea el agotamiento, la frustración. Es imposible que nos satisfaga solo el debate en una mera plataforma cibernética.

Tiene que haber algo más, sin duda. Reflexionemos.

Crédito foto: Christian Jiménez, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)