José Muratti Toro: geografía a una letra iluminada

Creativo

La utopía puede ser caminar al compás de la visión, sentarse en un café y observar el entorno; allí la imaginería se nos hace visible y a veces inquisidora para que la veamos. Se nos sucede una mirada de cambio, de arquitectura futura, lentamente o en diversidad de expresiones, símbolos, universos paralelos, y hasta el sonido puede tener su nombre y su vestido.

La utopía fue una tentación irresistible para los primeros pensadores. Platón en La República, no solo defiende un alto concepto de justicia sino que describe con precisión como sería el Estado ideal, justo. Y hasta esboza decidido las tres clases sociales –gobernantes, guardias y productores– que integrarían esa república y las funciones. O decir, la utopía no es solamente la esperanza de un mundo mejor; como motivo, fusiona y perfila los pensamientos de acción-innovación rebasando gustosamente el límite. 

En la utopía esa especie que conformamos, ese “Homo-Sapiens” insatisfecho con las imperfecciones que veía en su relación con los semejantes se osaba en imaginar un estado de gracia en el que unos y otros conseguían sus objetivos de forma armoniosa y equitativa. La revolución por ejemplo aquilata un estado de utopía pues se aspira a un nuevo orden, una fusión de propósitos, una diferencia, una manera de caminar hacia el futuro y la transformación.

 Nos queda imaginar entonces a Tomás Moro (1478-1535), teólogo y humanista, nombrando “Utopía” la ciudadela donde imperan incólumes la igualdad, la justicia y, por ello, la felicidad. En ella, la propiedad privada es el origen del conflicto que seduce, subyuga y erosiona la buena relación de los hombres en armonía; se ofrece un nuevo contrato social basado en la dignidad del hombre y rechazando toda forma de poder personal. ¿Deslumbrante, verdad?

O a contraportada, Cioran en “’Historia y Utopía” reflexiona: “En cualquier gran ciudad donde el azar me lleva, me sorprende que no se desaten levantamientos diarios, masacres, una carnicería sin nombre, un desorden de fin de mundo. ¿Cómo, en un espacio tan reducido, pueden coexistir tantos hombres sin destruirse, sin odiarse mortalmente? A decir verdad, se odian, pero no están a la altura de su odio, la mediocridad salva a la sociedad”. Aunque a veces tengo que confesar-aparte de lo vivido como le sucedió a Pablo Neruda-que no sería mala idea ya descarrilar la propuesta de Cioran, ya que las masacres y la criminalidad parecen ventilar un orden de poder y supervivencia.

Jonh Carpenter en su “Escape from New York” lo adelanta con honestidad en un hipotético Nueva York de 1997, convertido en una megaprisión a la que son llevados los criminales de todos los Estados Unidos. Allí los presos han construido su propia sociedad fundamentada en la barbarie, pero aun así tienen el deseo de escapar. Ya escapar en esa gran línea del caos es una propuesta utópica, y eso, que nunca Carpenter imaginó el ataque contra Las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2011, y el rostro de George Bush entre la sorpresa y el mutismo o la antesala a una guerra absurda. ¿Podría pasarnos eso a nosotros? ¿Es ya la tolerancia una utopía?

José Muratti, escritor, poeta, presidente del Pen Club de Puerto Rico Internacional, descifra utopías, o más bien lanza una geografía tallada por él para que cada letra proponga iluminarse en un mensaje o entorno. Presenta bajo su propio sello editorial 360 su libro “Utopías descifradas” a presentarse este próximo miércoles, 10 de diciembre a las 7 p.m. en Plaza de La Cultura cobijada en el “Le Petit Bistro” en el segundo nivel de Plaza Las Américas. Gestor cultural incansable, echado como muchos de nosotros a los bienes de la utopía ya como al menos un deseo de culturización y transformación, nos hace entrega de su tercer libro, adelantando un universo que se ofrece, vivaz, necesario y venturoso. He aquí los motivos, y la provocación.

"Utopías Descifradas" y el discurso de una poesía de cambios o nuevas tendencias. Háblanos del proceso.

Utopías descifradas es un ejercicio de introspección sobre dos historias oficiales. La primera representa todo lo que se nos ha enseñado, la historia oficial política y religiosa que nos socializa para ser peones en el tablero de ajedrez en el que ya no hay rey y reina. Esos puestos los ocupan políticos de la mano de quienes en realidad juegan el juego: los dueños del mercado o, en lenguaje de épocas anteriores, los que controlan los medios de producción. La segunda historia oficial que es la de la resistencia al coloniaje, pero que también sufre de excesos de convertir gestos en gestas e ignorar los atropellos hechos a nombre de la ideología. Descifrar utopías para mí ha sido el proceso de descubrirnos sin los anteojos prescritos, que comprometen la vista por medio de ese omnipresente mercado, y por los legados emocionales de nuestras formaciones primeras. Ante esas miradas heredadas, empleamos acciones en favor del compromiso que hemos decidido asumir por un futuro alterno. Este que tiene mucho que incluir y mucho que descartar de ambos bandos de la lucha ideológica, para construirnos una realidad basada en nuestros propios conocimientos, nuestros propios talentos y nuestras propias herramientas.

Utilizo este corto relato como ejemplo de mi mirada alterna. Aunque aborrezco el sionismo y el atropello de los palestinos, hay una lección que aprender de los israelíes. El Guerra de los Seis Días no se ganó por el apoyo de los países de la OTAN versus el apoyo de la Unión Soviética a Egipto. Los israelíes se prepararon durante diez años para esa guerra, desarrollaron sus propias estrategias, sus propias armas, su propia inteligencia. Cuando comenzó la guerra supieron exactamente dónde atacar a las superiorísimas fuerzas – tanto en cantidad de hombres como en equipo bélico suministrado por los rusos – y neutralizar sus fuerzas aéreas, su caballería y sus fuerzas navales. Los golpes fueron tan contundentes que impidieron a los egipcios utilizar su superioridad tecnológica y cantidad de tropas. Hubo otro factor: todo el país se unió en apoyo a los soldados del frente: desde suministros de elementos de logística hasta cartas, regalos y gustitos que se enviaban al frente. Era una nación que luchaba por su supervivencia contra un enemigo que le superaba en recursos. Los paralelismos me parece que son evidentes. Una lectura superficial de este hecho histórico me atribuiría admiración por Israel y apoyo indirecto a sus espantosas prácticas de genocidio contra los palestinos. Una lectura más cuidadosa, sin las distorsiones que ofrecen los espejuelos de la ideología a ultranza que no reconoce errores en los propios ni virtudes en los opuestos, demuestra cómo una nación de cuatro millones de habitantes, muchos sobrevivientes del holocausto, se reinventaron para hacerle frente a su realidad, capitalizando en el apoyo de los intereses del capital norteamericano, británico y francés, pero desarrollando sus propios armamentos, sus propias estrategias y su propio acercamiento a una guerra que, la historia demuestra, los dos grandes imperios: los Estados Unidos y la Unión Soviética no hubiese terminado – nunca lo han hecho, es un negocio – en seis días.

¿Qué relación tiene esta anécdota con Utopías descifradas? Pues precisamente que cuando miramos el mundo exclusivamente a través del crisol de las ideologías nos cegamos a las opciones que yacen más allá de lo que consideramos el orden “real” o el orden “deseado”. Ambos bandos tildan ese orden de democrático, defensor de la justicia, comprometido con el pueblo y la humanidad. Pero ambos, de igual forma, obedecen a estructuras cimentadas en las visiones de hombres y mujeres de carne y hueso, que no siempre responden a los intereses que el materialismo histórico les adjudica. Descifrando nuestras utopías, desmaniqueizamos la realidad. Hay malos y buenos en ambos bandos. Hay aciertos y equívocos en ambos bandos. Y nosotros tenemos la misma materia gris que el resto de la humanidad para decidir por nosotros mismos qué podemos adoptar de ambos bandos y qué tenemos que inventarnos nosotros mismos a base de nuestros recursos, nuestros talentos y nuestra propia definición de lo que es mejor para nosotros, no para el mercado o la ideología que lo combate.

¿Seguimos siendo poetas con esencia lírica o buscamos otros signos de expresión?

“Gabriel Celaya maldecía la “poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales”. Creo que hay espacio para todo. Julia de Burgos tiene poesía exclusivamente lírica y tiene poesía valerosamente desafiante del poder colonial. Hay espacio para todos. Sin embargo, no podemos olvidar que toda expresión literaria revela los valores de la época en que se produce. Edouard Said descobijó la visión imperialista de occidente en las novelas británicas del siglo XIX. La poesía, sobre todo en los pueblos intervenidos – aunque también entre los oprimidos en las sociedades opulentas y las imperialistas – debe reflejar no solo los aspectos románticos, esotéricos o religiosos y filosóficos (aunque estos últimos dos son imposibles sin los anteojos de la ideología) sino también la realidad que confrontan aquellos sectores de la sociedad que han sido marginados exclusivamente por la clase social, el color o el género con que nacieron. Esa poesía de denuncia tiene un papel revelador, deconstructor de las definiciones de lo que es aceptable o deseable y, por lo tanto, es aleccionadora de la equidad con que los seres humanos deben acceder los recursos con que construyen y transforman su sociedad, su cultura, su futuro”.

¿Son el poeta y el narrador un diálogo integrado, o se hacen divergentes?

“Leonardo Padura en una de sus conferencias durante la más reciente visita a Puerto Rico habló de que cuando concebía una idea para un relato se le hacía muy difícil no convertirla en novela en vez de cuento. Lo mismo mencionó sobre la poesía. Hay poetas que narran y narradores que matizan sus relatos con poesía. Creo que vivimos en una época en que cada vez más los escritores se sienten capaces de explorar ambos géneros y cultivarlos o deciden dedicarse a uno solamente. Ana María Fuster es un excelente ejemplo de una poeta que escribe relatos, ya sean cuentos o novelas, o una narradora que escribe poesía. ¿En qué género me gusta más? Me es muy difícil escoger pues para mí, que no soy literato – soy estudiante de sociología e historia que le gusta escribir – Ana María es excepcional en ambos”.

Presidir el Pen Club de Puerto Rico Internacional de la mano con una magnífica Junta Directiva, ayuda a enriquecer planes, proyecciones, maneras innumerables de hacer de la cultura una necesidad de primer orden también utopía que va en busca de disolver el caos, y poner a pensar al país:

“Nuestras metas iniciales han sido dar a conocer el PEN, muchas personas no lo conocen en Puerto Rico. Sacarlo del área metro. En julio inauguramos una sede del PEN en Hormigueros, en acuerdo con el municipio y hemos recibido un enorme apoyo de su alcalde Pedro García. Nos hemos propuesto continuar ofreciendo talleres para estudiantes, maestros y escritores por toda la isla, como se estaba haciendo en el pasado. En seis meses hemos patrocinado talleres de creación literaria en San Juan, Ponce, Hormigueros, San Germán, Caguas, Guayama y Carolina. Hemos llegado a acuerdos colaborativos con ocho asociaciones de escritores, un municipio y tres recintos universitarios, incluyendo la Universidad de Ohio. Por primera vez en 49 años, el PEN tiene sede en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Tenemos planes de contribuir a internacionalizar la literatura puertorriqueña a través de los PEN en otros países y sus consulados en Puerto Rico. En el 2015 celebraremos nuestro 50mo aniversario y los centenarios de los natalicios de Francisco Matos Paoli y Francisco Arriví con representaciones de sus obras y sendas conferencias magistrales. Además comenzaremos talleres de periodismo y teatro para alcanzar esas dos poblaciones también cobijadas por el PEN. Además, este año anticipamos ayudar a la República Dominicana a establecer su propio PEN Club y publicar una antología de poesía de Jamaica, Haití y Puerto Rico. Toda vez que el PEN de RD se aprobaría en el Congreso mundial en septiembre, probablemente hagamos una antología de narrativa que incluya a RD y Cuba en el 2016”.

Editorial 360. Motivaciones, planes y autores.

“Editorial 360 Grados es un sueño realizado. Como bien dice su nombre la idea es que pueda ayudar a autores de todos los renglones a publicar sus obras a un costo mínimo para ampliar la oferta literaria del país. A diciembre de 2014 habremos publicado una antología de poemas, dos poemarios y un libro de cuentos. Durante el 2015, hasta ahora, publicaremos dos libros de ensayos, dos libros de cuentos, un libro de historia, un libro de entrevistas periodísticas, una antología de poesía y un poemario. Entre los autores se encuentran Esther Andrade, Mario Cancel Sepúlveda, Ignacio Olazagasti, Ana Luisa Sierra, Andrés Candelario y Mayra García, mejor conocida como Viento Serena”.

Usando como referencia tus viajes y diálogos con otros países. ¿Cruza fronteras nuestra literatura? ¿Es esperado el mensaje de nuestros escritores?

Nuestra literatura está comenzando a tener repercusión internacional gracias, en gran medida, a los premios y reconocimientos recibidos por Eduardo Lalo, Luis Negrón y Juan López Bauzá. Pero nos queda mucho camino por recorrer. En el reciente Congreso del PEN Internacional en Asia, compartí con escritores de Argentina, el País Vasco, Catalunya, Honduras, Cuba, Haití y Estados Unidos. Les compartí libros que han ganado premios del Instituto de Cultura Puertorriqueña, pero ninguno de estos autores conocía de nuestra literatura.

Claro, esta no es una población representativa de los 400 millones de hispanoparlantes del planeta ni mucho menos. Pero por virtud de pertenecer a un PEN uno pensaría que tienen – y lo tienen – acceso a una mayor cantidad de literatura mundial. Toda vez que nuestro mercado es limitado y la literatura que viene de los EE. UU. suele opacar y resultar más económica – gracias a la economía de escala - en librerías, farmacias y otros establecimientos, nuestra literatura no circula tanto como la de otros países, al menos en los mercados a que tienen acceso estos colegas. Pretendemos cambiar eso. A estos efectos le hemos solicitado a las editoriales locales que nos donen libros que llevan más de tres años en inventario para donarlos tanto a estudiantes y niños en hogares de crianza como a los PEN de otros países hispanos para hacerlos llegar a sus autores a través de sus consulados y nuestras oficinas comerciales”.

Desde luego, y en gran visión, es la mejor manera de que una utopía compartida por todos, sea tierra nueva que nos edifique como pueblo.

Más información en la Página Oficial del Pen Club Internacional de Puerto Rico.