Llegó Colón, sin saber que llegaba,
agua salada y hambre,
cargando una marea extraña,
edicto de los reales,
buscando sin timón
la corriente,
perdido sin ave y sin tierra;
llegó el navegante,
exigiendo y proclamando,
sediento y asustado...
los ojos calcinados,
la visión insoluble ...
Brilló escarlata el oro
del indio y la tribu dadivosa,
brilló la tierra platinada y desposeída,
nació la colonia,
desde España, por los hijos
y la vida,
regresó el señor de las mareas,
trayendo religión y muerte
atando el esclavo,
liberando la peste,
en busca de los misterios minerales,
la sangre que hace nacer
los frutos terrestres,
el oro escaso
y plata en la cueva.
La Santa María no era tan
santa, hundida se quedó,
gallega,
La Niña se hizo ramera,
amada por Colón en su lujuria,
y La Pinta herida también regresó,
cargaron la enfermedad europea
en lo físico y en lo abominable,
la historia las nombró
sin conocer sus nombres.
Aurvid©2014
Crédito foto: Gustav Adolf Closs (1864-1938), Wikimedia Commons, bajo licencia de dominio público