Dianiluz Cora y la espontánea actitud del ser

Caribe Imaginado

Un simple gesto cotidiano, como una llamada telefónica, puede cambiar el rumbo de las emociones. Ese intercambio de palabras es capaz de dirigir un nuevo comienzo, un replanteamiento del día. Y es ahí cuando inicia uno no solo un regreso a la sencillez sino una vuelta al estado primigenio de permitirse fluir.

Así ocurrió el pasado miércoles cuando tenía previsto entrevistar a la escritora Dianiluz Cora. Como siempre contaba con un liviano bosquejo que me conduciría en el arte de la entrevista y como siempre todo tomó un derrotero distinto.

Es cierto que comenzamos la conversación sobre sus estudios en Teatro en la Universidad de Puerto Rico y la culminación de su bachillerato en New York University y cómo fue parte del Teatro Pregones y el Puerto Rican Traveling Theater. Asimismo, la escuché cuando contó haber sido directora del Teatro Raúl Juliá del Museo de Arte de Puerto Rico y luego gestora cultural en el municipio de Carolina, en donde creó la Galería de los Gigantes -convertir un espacio de exhibición en uno de museo-, entre otros proyectos. Ya para ese momento reconocía estar hablando con una mujer de entregada gestión cultural.

Sin embargo y reconociendo todos los méritos de su labor, no fue hasta que Dianiluz empezó a narrar su cambio que mi mañana tomó un giro que no preveía. Y es que recuerdo que ante mi comentario más o menos esbozado así “escuchándote se le quitan todas las penas a uno”, ella en algún momento preguntó “¿qué te pasa?”. El mundo al revés; un mundo más cálido y humano, por cierto. Estoy segura que mi comentario se debió a la enérgica voz de Dianiluz y a su historia de vida que relata optimismo, eso que yo suelo llamar, magia.

“Yo tomé la decisión de cumplir mi misión de vida y establecerme como coach y a la misma vez seguir desarrollando eventos culturales porque el arte es lo que va a echar el País hacia adelante”, me dijo para asegurarme sobre la importancia de sanarnos a nivel espiritual y mental, siendo responsabilidad de todos estar bien. “No podemos sentarnos a no hacer nada”, añadió para confirmar que la pasión debe ser una regla de vida.

Pero fue cuando mencionó que “la felicidad no depende de circunstancias externas” que todo empezó a cobrar otro matiz no solo para mí en aquel día de agotadora tristeza sino que imagino para todas las personas que visitan Café con poder y espiritualidad -espacio de encuentro en Beta Book Café en Plaza Carolina-, donde Dianiluz en anfitriona. Sábados alternos, esta mujer apasionada por la existencia, por su empeño de ayudar a los demás, ofrece ese espacio de “esperanza y luz” como ella lo distinguió y donde cuenta que “se dan dinámicas de sanación hermosas”.

Inmediatamente, quise conocer acerca de su reciente libro Tocando cielo. “Yo canalicé este libro en seis meses. Es una guía de poder que consta de dos partes: Tocando fondo (¿qué hago yo aquí?)y Tocando cielo donde vamos al empoderamiento interior a través de los chacras o puntos de energía y externo mediante las leyes universales”, sostuvo. Igualmente, explicó que el libro es interactivo, por lo que invita a conectarse con el mundo. Y es que mediante conexión a Internet los lectores podrán ver y escuchar enlaces a los que dirige el texto y su autora.

El libro que consta de nueve capítulos en la primera parte y tres en la segunda está escrito, según puntualizó Dianiluz, desde su propia experiencia. “Lo que el libro propone es que el cielo lo vamos a hacer en la tierra”, expresó para explicar que esto se realiza cumpliendo la misión de vida y alineándose con las almas gemelas. “Tocar el cielo es una elevación en conciencia”, manifestó, agregando que la gestión cultural como la que ha mantenido con los poetas en la Isla le permitió moldear un espacio de espiritualidad. Para ello reconoció al escritor y presidente del PEN Club de Puerto Rico, José Muratti, por su maravillosa gestión en Plaza de la Cultura, donde se presentan semanalmente escritores y artistas. “Estamos creando pulmones de vida”, sentenció Dianiluz.

Por otra parte, al preguntarle sobre cómo ve al País, me sorprendió con su respuesta, toda vez que lo que nos acostumbramos a oír es exactamente lo contrario. “El País lo veo en magnífica evolución expansiva. Cuando miras desde la gratitud, todo es bello”, expresó, quien se describe “todopoderosa”.

Finalmente, Dianiluz, aun reconociendo que hay momentos de oscuridad, existe una grandeza en el saber que estamos tocando cielo y que esto se logra, primeramente, desde el silencio y la calma, solo así se permite la conexión y uno recibe lo que necesita. “Nosotros somos la divinidad”, culminó Dianiluz.

Y yo, mediante una tarea que iniciaba como un trabajo que debía llevar a cabo -la entrevista- y en el sencillo gesto de llamar, encontré un espacio para el silencio, donde el ruido de la tristeza empezó a ceder. A las personas que logran eso en otras solo puede mirárseles con extremo agradecimiento.

Fotografía suministrada por Dianiluz Cora