El odio a sí mismo en Puerto Rico (segundo de una serie)

Justicia Social

La realidad del proyecto colonial en Puerto Rico está marcada por el rechazo a lo que somos con el fin de promover un proyecto alterno. Si el problema somos los puertorriqueños lo que tenemos que lograr es dejar de serlo. Un ejemplo de este hecho es que cuando hablamos de los problemas de Puerto Rico siempre hacemos referencia a los gobernadores puertorriqueños Luis Muñoz Marín, Rafael Hernández Colón,  Carlos Romero Barceló, Pedro Rosselló, y los demás pero nunca hacemos referencia al hecho de que Puerto Rico fue gobernado por norteamericanos entre 1899 y el 1948. Los gobernadores norteamericanos no cuentan, ellos no tienen culpa de nada de lo que pasa.

Es interesante por que el proyecto para acabar con nuestra agricultura comenzó mucho antes del 1948, el proyecto de asimilación fue anterior al 1948 y el proyecto de emigración masiva comenzó en el 1900. Es decir, la mayoría de los proyectos políticos que tienen una incidencia profunda en lo que pasa hoy en Puerto Rico realmente son responsabilidad de la administración norteamericana de la isla.

Si internalizamos el sentimiento de derrota que va marcando la creencia de que somos nosotros los que no sabemos gobernar entonces asumiremos que la solución es que algún otro nos gobierne. Yo he escuchado más de una vez a alguna persona decir que esto no lo resuelve nadie hasta que los americanos vengan y se hagan cargo de la isla. El problema es que ellos ya estuvieron a cargo y no resolvieron nada. La era de mayor pobreza, estancamiento económico e inestabilidad política fue la era en la que los americanos nos gobernaron. Nadie quiere que eso se diga. En el fondo hay un temor a ver la realidad por que siempre estamos con esa sensación de que alguien viene a salvarnos. En ese sentido el colonialismo es un buen ejemplo de un pueblo que está “esperando a Godot”, como nos recuerda el fenecido escritor estadounidense, Samuel Beckett.

Este año estamos a punto de terminar con el menor número de asesinatos de toda nuestra historia desde el 1990. Como parte del proyecto colonial la prensa comercial ha comenzado a reportar que la reducción de los asesinatos es gracias al acuerdo del gobierno con la fiscalía federal. Lo interesante es que ese acuerdo existe desde la era del exgobernador Luis Fortuño. Ese acuerdo fue firmado el 2 de febrero del año 2010. El año 2011 es el año con más asesinatos en la historia de Puerto Rico, bajo el acuerdo con el gobierno federal.

La afirmación de que la reducción de los asesinatos está relacionada con el acuerdo con los federales es una falacia. Podemos identificar otras razones para esa reducción, incluyendo la reducción poblacional o la estabilización del narcotráfico. Es interesante que en Puerto Rico sigamos asumiendo que la criminalidad es solo nuestra responsabilidad sin darnos cuenta de que es el narcotráfico la causa principal de que los asesinatos sean tantos. Olvidamos que el narcotráfico es jurisdicción exclusiva de los Federales. Si tenemos un problema de narcotráfico es gracias a la ineficiencia de los americanos. Pero el discurso en Puerto Rico va por otra ruta, nosotros solos somos los responsables.

El odio hacia nosotros mismos tiene un efecto paralizador. Miriam Jiménez, una académica puertorriqueña que trabaja en Nueva York, viuda de Juan Flores quien recientemente falleció, afirmó en una entrevista en el 2010 lo siguiente; “Nos odiamos a nosotros mismos. Si te odias, ¿cómo puedes luchar contra la injusticia? Ni siquiera la reconoces.” Esta afirmación encierra el problema principal del odio a sí mismo. Si estamos convencidos de que somos poca cosa, de que somos inferiores, si internalizamos el mensaje principal del colonialismo no podemos hacer nada contra dicho sistema.

Ese odio, del cual habla Miriam Jiménez, está íntimamente conectado con otro proyecto que afecta directamente a la diáspora boricua. No solamente nos convencen de que somos inferiores sino que luego nos convencen de que nuestros enemigos son los negros en los Estados Unidos. Más de una vez he escuchado a los boricuas de la diáspora despotricar contra los negros, asumiendo el discurso clásico de los blancos de Estados Unidos. Olvidamos que no existe tal cosa como una lucha “Brown vs. Black” sino un sistema de opresión “White vs Color”. En esa categoría de “Color” caemos todos los que no somos blancos, incluyendo cualquier latin@ que cree que es blanco.

Los boricuas de la diáspora no pueden olvidar la historia de los lugares donde ahora viven. Miriam Jiménez, hablando de una experiencia de la cual incluso mi padre fue parte como soldado de los Estados Unidos, comenta en su artículo “Real Unity for Afrolatinos and African Americans”, que muchos lugares propiedad de blancos por mucho tiempo tenían letreros que leían, “No niggers, no spics, no dogs allowed”(No se admiten negros, latinos ni perros). Muchos boricuas, incluso soldados como mi Padre, tuvieron la experiencia de tener que ir a otros estados a para poder tomarse una cerveza por que el lugar donde estaban exhibían este tipo de letreros. Esa lucha no la podemos olvidar.

El odio a sí mismo, en el caso de la diáspora, incluye el odio al negro como si fuera un enemigo cuando la realidad histórica nos indica que somos aliados naturales.