Recientemente, conocimos por medio de la prensa que legisladores de la Cámara de Representantes habían establecido algún tipo de acuerdo para desaprobar de entrada -ni tan siquiera evaluar- cualquier intento de medida que fuera dirigida a la comunidad LGBTT.
De ser así, estos tipos de convenios entre los elegidos líderes para promover la injusticia deben ser objetados inmediatamente por toda la comunidad civil y política. Un proyecto de ley debe ser considerado por sus méritos. Practicar esta especie de censura está muy distante de la promesa y la consecución de la democracia.
No solo es un principio del derecho universal que todos “nacemos libres e iguales en dignidad y derechos”, sino que nuestra Constitución también así lo proclama y declara la supeditación del “poder político” a los derechos inviolables del ser humano.
Entonces, estas componendas, aparte de ser éticamente repudiables, representan un retroceso preocupante en el logro de la equidad, aquello que aún en las diferencias, resalta la igualdad en el trato y la estimación.
Incluso, parece totalmente inconcebible que se le atribuya -y se conceda- al conservadurismo de ciertos legisladores la afrenta de no considerar ni tan siquiera cualquier propósito de justicia social. ¿Qué será lo próximo?
Da miedo el menosprecio y la manipulación que hacen algunos políticos de la tan nombrada democracia.
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