¿Racismo y xenofobia en el nacionalismo puertorriqueño?

Caribe Imaginado

La reciente propuesta de extender el voto a los extranjeros que viven en Puerto Rico ha provocado poco debate profundo al respecto. Algunos sectores simplemente la han descartado como fruto de la inexperiencia del gobernador Alejandro García Padilla. Otros han dicho que se trata de un truco para adelantar sus intereses políticos. La oposición simplemente ha dicho que no por ser idea del partido de gobierno. Pero lo más serio es que en los sectores independentistas el silencio ha sido bastante profundo.

A parte de las reacciones a favor de la medida de un sector dentro del Partido Independentista Puertorriqueño no he escuchado otras reacciones a favor de la medida de otros grupos que promueven la independencia de Puerto Rico. Este silencio es el que más me preocupa porque implica una de dos cosas, o esos sectores están totalmente desconectas de los debates dentro de la isla o esos sectores se oponen a las propuestas de García Padilla.

Si los sectores independentistas están desconectados de los debates en Puerto Rico sería lamentable pues esas voces, aún cuando no representan una mayoría del electorado, sí representan un sector histórico que no puede ser excluido. Si, por otro lado, ese sector simplemente se opone a darle el voto a los extranjeros que viven en Puerto Rico es necesario escuchar sus objeciones. ¿Existe una objeción de principio o es política-estratégica? Me refiero a que algunos independentistas conocidos han admitido sentir una contradicción interna, a pesar de que simpatizan con la propuesta sienten resistencia a permitir que esos extranjeros que viven en Puerto Rico sean los que decidan el futuro de la nacionalidad. Obviamente esta objeción está orientada hacia el asunto del estatus. De hecho algunos independentistas que objetan las propuestas lo hacen porque sienten que sería injusto que esos extranjeros pudieran votar en un plebiscito y que los puertorriqueños de la diáspora no tuvieran oportunidad de participar en el mismo.

La resistencia del independentismo, por lo menos de cierto sector, al voto de los extranjeros se construye sobre dos elementos principales. En primer lugar se parte del supuesto de que esos sectores extranjeros no votarían a favor de la independencia en Puerto Rico. En segundo lugar esa resistencia parte del supuesto de que esos extranjeros realmente están de paso en Puerto Rico y que su destino final son los Estados Unidos. Este segundo elemento debe ser mirado con mayor detenimiento. Es posible, y la experiencia trabajando con comunidades extranjeras lo confirma, que un grupo de extranjeros estén viviendo en Puerto Rico en espera de irse a Nueva York. Eso ha ocurrido anteriormente con otras comunidades, por ejemplo los cubanos que migraron a Puerto Rico y luego se fueron a Miami. Otra alternativa es que esos extranjeros estén viviendo en el territorio de Puerto Rico pero no en Puerto Rico. Esto parece una contradicción pero me refiero a aquellos que están en la isla sin que su objetivo sea vivir en Puerto Rico sino que viven realmente en Estados Unidos. Para este grupo estar en Puerto Rico no tiene gran importancia ya que de lo que se trata es de estar en Estados Unidos, sea en Puerto Rico, Washington DC o Miami.

Si los sectores nacionalistas, aquí utilizo el nacionalismo como un referente teórico-social y no como una ideología ya que no todos los independentismos son nacionalistas, se resisten a la participación de los extranjeros en el proceso electoral porque piensan que votarían contra la independencia entonces hay algunas alternativas. Por un lado se podría proponer que la participación política fuera en algunos renglones del proceso, voto por el alcalde, gobernador, legislatura, excluir al comisionado residente. Por otro lado podríamos proponer que esos extranjeros no pudieran votar en un plebiscito dentro de Puerto Rico. Claro que esta segunda alternativa tendría un profundo problema. ¿Qué de aquellos extranjeros que sí viven en Puerto Rico y que sí han emigrado a la isla? Si la resistencia al voto de los extranjeros en el plebiscito se basa en que ellos realmente no emigraron a Puerto Rico ¿Cómo hacemos la distinción de aquellos que sí emigraron a Puerto Rico?

Este problema incluye la definición de la nacionalidad. Los debates de la década de los noventa entre los nacionalistas y los posmodernos se centraron en el problema de la nacionalidad. ¿Cómo se define lo que es la nación puertorriqueña? ¿Quienes pertenecen a ella y quienes son excluidos? Este debate incluyó el problema del rol de los intelectuales dentro de ese proceso de construcción de la nación. Los posmodernos acusaban a los nacionalistas de querer constituirse en los guardianes de la nacionalidad, ellos, según los posmodernos, querían determinar quién es la nación y quienes no pertenecen a la misma. Los nacionalistas acusaron a los posmodernos que flexibilizar tanto el tema que hacían desaparecer la nacionalidad. En ésa época tuvimos el fortalecimiento de la idea de la nación está en peligro. Algunos sectores nacionalistas se adscriben a esas ideas, aún hoy. Si la nacionalidad está asediada entonces los guardianes de la misma tienen que defenderla. Esa defensa comienza por determinar quién es parte de la misma. Parte del debate está relacionado con la pregunta sobre los extranjeros. ¿Los dominicanos que viven en Puerto Rico, por ejemplo, son parte de la nación?

Si los dominicanos que viven en Puerto Rico son parte de la nacionalidad entonces no pueden ser excluidos del proceso electoral para determinar el destino final de Puerto Rico. Esto significa que si son parte de la nación tienen derecho a participar en el plebiscito. Obviamente este criterio implicaría que la diáspora también tendría derecho a participar si son parte de la nación, aún cuando no vivan dentro del territorio. Si los extranjeros que viven en Puerto Rico no son parte de la nación, porque para ser parte de la misma se necesita ese “no sé qué” que requiere la nación entonces no deben poder votar en el plebiscito. Este hecho implicaría que el requisito territorial no podría ser la base para determinar quienes votan o no en dicho proceso.

El Gobernador ha propuesto que los extranjeros que puedan votar sería aquellos que lleven viviendo cierta cantidad de años en Puerto Rico. Esto significa que si el criterio es vivir por un tiempo determinado en la isla entonces la diáspora no podría participar porque el criterio de pertenencia estaría atado al criterio de la presencia en el territorio. Esta propuesta cerraría las puertas para un verdadero debate sobre el problema. ¿Qué tal si consideramos lo siguiente? El extranjero participa del proceso, así como la diáspora, en igualdad de condiciones.  Así podríamos terminar con la duda con quien cuentan los independentistas y el nacionalismo en materia de la definición del estatus de la isla.  Y de paso, esto nos ayudaría a transformar la aparente sombra de racismo y xenofobia que trasluce hoy.