Independentista libre pensador: José Nicolás Medina Fuentes

Cultura

En el contexto de los debates en los cuales participamos diariamente por las redes sociales, nos encontramos con varios colegas, compañeros y compañeras que van opinando, pero normalmente más allá del comentario jocoso, ocurrente y liviano, no desean profundizar en la conversación.

Le propuse al colega José Nicolás Medina Fuentes convocarnos a una entrevista en torno al momento actual y a los procesos culturales que estamos viviendo. La respuesta de Medina Fuentes de forma inmediata fue positiva. “Debido al hecho que al comienzo de este diálogo me invitaste a tomarnos un café, y de hecho está aún pendiente. No obstante, este intercambio parte de una premisa de generosidad, de compartir ideas”.

La sabiduría de José Nicolás Medina Fuentes se traduce en la postura siempre afirmativa que las ideas son necesarias para cambiar nuestro destino. Ahora bien, él nos aclara que “no represento a ninguna organización, y soy un libre pensador independentista desafiliado desde 1980 cuando corrí para un humilde cargo de senador por el Distrito de Bayamón en el extinto Partido Socialista”.

En esta medida, y desde El Post Antillano, invitamos a Nico Medina, como lo hemos hecho con todos los lectores, a ofrecer su mirada de nuestro País y los procesos socioculturales que atravesamos. Como bien apunta Medina Fuentes, “apoyo todas las gestiones de las distintas agrupaciones por adelantar la causa de la independencia y el socialismo democrático y participativo en Puerto Rico”.

Daniel Nina: ¿El independentismo puertorriqueño y las izquierdas tendrán alguna respuesta a los cambios que vivimos en nuestra Isla?

Nico Medina: La pregunta es muy compleja. El patriotismo y las izquierdas están muy fragmentados. Para mí que ha habido una erosión en la legitimidad del liderato de las diversas organizaciones, hay proyectos nuevos y sería muy ambicioso de mi parte anticipar si tendrán alguna respuesta viable para los cambios vertiginosos que se dan en esta situación de crisis. Reconozco que tenemos cuadros orgánicos y militantes muy valiosos, consecuentes con la búsqueda de la soberanía y cambios de justicia social. En los últimos días he leído unos artículos muy interesantes que aportan al conocimiento de las instituciones jurídicas aplicables, de Alejandro Torres y tu colega en El Post Antillano, Francisco J. Concepción, sobre este asunto del derecho al voto de los inmigrantes en Puerto Rico.

Este diálogo tuyo y mío, espontáneo, se ha dado sobre la marcha. Versa sobre asuntos vitales como los inmigrantes y nuestra diáspora y su derecho al voto trae implícito elementos de lo que llamo un pensamiento crítico, nacional autóctono. No es otra cosa que tratar de aproximarnos a la historia y al presente de nuestra realidad concreta; es decir, conocer nuestros orígenes porque así podremos ser más precisos en la búsqueda de avenidas y soluciones a los problemas que aquejan al archipiélago boricua y su diáspora.

Con humildad opino que una de las mayores dificultades que ha confrontado el independentismo y la izquierda, y por eso se achica vertiginosamente ha sido o aparenta ser, depender en demasía o de las contribuciones e ideas de nuestros antepasados más venerables -que pensaron y hablaron el lenguaje de su época y por tanto son ya clásicos. Noto mucha crítica de los problemas y no proponemos alternativas específicas a los mismos. Ante la deuda pública, por ejemplo, de más de $70 billones, impagable, El Post Antillano me publicó un ensayo reciente donde propongo un gran litigio de clase, que la deuda la pague el Congreso, fiduciario-dueño-administrador negligente del territorio, cercenador de nuestros poderes soberanos. Y sobre la problemática de los inmigrantes y la diáspora, la misma actitud, conocer esos fenómenos, existentes e irreversibles y ver cómo los timoneamos de manera favorable con las instituciones existentes, buscando la relación apropiada de la tradición y lo nuevo, huecos, espacios y acomodos. De la suma de todo eso y muchas cosas más saldrá un programa nacional, realista, entendible, posible del independentismo y de la izquierda.

DN: ¿Cuál debe ser la postura de los independentistas y la izquierda ante el voto de los migrantes dominicanos en la Isla?

NM: La actitud o postura debe ser de apertura, de estudiar todos los factores esenciales, incluyendo los jurídicos, en el ánimo de hacer extensivo el derecho al voto a aquellos inmigrantes que sea justo conferirle tal derecho. Debe establecerse unos criterios rectores, que incluyan definir lo que es un ciudadano puertorriqueño, estudiar si el inmigrante debe satisfacer los criterios de ciudadanía puertorriqueña para tener derecho a votar aquí. Así como contemplar el reconocimiento a la ciudadanía dual puertorriqueña y dominicana. Y para ser justos en República Dominicana debería haber reciprocidad para conferir el derecho al voto en su país a los puertorriqueños que residen allí y que cumplan con ciertos requisitos justos. Quien expide la certificación de ciudadanía puertorriqueña luego de la Opinión del Tribunal Supremo de Puerto Rico en el caso de Miriam Ferrer v. Mari Bras -caso que reconoce la existencia de la ciudadanía puertorriqueña independientemente de la ciudadanía americana-, es el Departamento de Estado. Definidos esos criterios es cuestión de plasmarlos en una enmienda al Código Electoral, ya que todo lo concerniente al derecho al voto de aquellos que sean mayores de 18 años tiene que ser dispuesto por ley.

Estoy claro que son dos asuntos. Los inmigrantes que a través del tiempo van formando la zapata al integrarse a la nacionalidad puertorriqueña, esos son más boricuas que el acalde de Guaynabo, Héctor O' Neill o un gringo que llega de Alaska. Pero, la nación puertorriqueña incluye la diáspora y es un derecho natural como nacionales a que voten. Son mas boricuas que los asimilistas. Por lo pronto, en esta etapa que voten por las candidaturas nacionales, eso se puede lidiar con legislación. Luego en una Asamblea Constituyente se les debe garantizar representatividad. Ello por supuesto cambiaría las dinámicas políticas y electorales.

Luego de iniciado nuestro diálogo salieron publicados los artículos de Francisco J. Concepción y de Alejandro Torres. Muy pertinentes e interesantes. Han salido comentarios de Eduardo Báez Galib y el secretario de Justicia, César Miranda, que indican que el voto para asuntos estatales se reglamenta por los estados. Si existe esa experiencia comparada, entonces hay que definir mejor lo que es un extranjero y un inmigrante que es parte de la nación. 

DN: ¿Cómo negociar la participación de la diáspora de Puerto Rico en EE. UU. en la política de la Isla? 

NM: Hay que enmendar el Código Electoral para eliminar el requisito de domicilio para que la diáspora pueda votar en los eventos electorales en Puerto Rico. Hacen falta unos encuentros de delegados y líderes de la diáspora para que vengan a Puerto Rico a reunirse y a dialogar con políticos y sectores sociales y viceversa para darle un impulso desde abajo a este reclamo.

Si no tenemos la sensibilidad para atender los problemas y el futuro de nuestros propios migrantes, cuanta sensibilidad creíble vamos a tener en cuanto a migrantes de otros países. Es un asunto de alta moral, además de que existe según mi modo de ver un derecho natural de los ciudadanos y nacionales puertorriqueños y sus descendientes a participar en los asuntos de su patria. La responsabilidad comienza en la casa. El problema de entrada que tiene la propuesta del Gobernador, según la leí en los medios, es dar derecho a votar a los inmigrantes con visa o no que no tienen ciudadanía americana. Tú puedes hacer una denuncia y decir que hay inmigrantes que llevan 20 años aquí, no tienen visado y deberían votar. Y yo creo que deberían tener ese derecho. Si tuviéramos soberanía, se lo daría sin titubeos.

 DN: ¿Cómo el independentismo y la izquierda se deben insertar en la nueva apertura con Cuba?

 NM: Este cambio de la política de Estados Unidos hacia Cuba, de intercambio de prisioneros, apertura de embajadas, flexibilización de intercambios culturales, de viajes y divisas y la contemplación de legislación para terminar el embargo, es lo que por décadas hemos estado reclamando los independentistas. Responde a procesos muy complejos a nivel global, pero lo importante es que están ocurriendo estos cambios.

Desde hace décadas ha estado en la agenda patriótica la condena vil al embargo de nuestra hermana Cuba. Ya Puerto Rico cuenta con una embajada en Cuba, la Misión de Puerto Rico Juan Mari Brás. Tenemos mártires como Carlos Muñiz Varela, a quien asesinaron por su lucha solidaria con Cuba, cuyo asesinato todavía está impune. Ese entrañable amigo, ambos éramos líderes estudiantiles en la UPR en la década de los años setenta.

Cuba es extensión natural nuestra del archipiélago antillano, el antillanísimo lo heredamos de nuestros próceres de las Antillas. Hoy más que nunca está vigente ese ideario. Y qué grande sería el fortalecimiento de las relaciones entre las Antillas con un pasaporte antillano, una ciudadanía antillana para los haitianos, dominicanos, cubanos y boricuas.

DN: ¿Es un momento dulce para ir a reclamar la independencia de Puerto Rico?

NM: La lucha de independencia ha sido un proceso complejísimo de siglos. Se remonta antes del Grito de Lares en 1868. Ese reclamo estará siempre presente porque es el derecho inalienable e imprescriptible de una nación la conquista de su soberanía para fundar un Estado nacional. Es un reclamo de todo momento.

La consecución de la independencia de muchos países ha coincidido con grandes crisis ocurridas en las metrópolis. En los últimos años, Estados Unidos ha estado inmerso en muchos frentes de guerra en el Medio Oriente y Afganistán y abandonó su traspatio.

Me parece que en vez de estar haciendo plebiscitos sobre el estatus, debemos reclamar una Asamblea Constitucional de Estatus, deberíamos estar haciendo consultas a la población sobre soluciones y propuestas a los grandes problemas que nos aquejan y sobre los que hay consensos. Hay consenso en la necesidad de derogar la ley de cabotaje y el uso de otras marinas mercantes, el flagelo de la droga y el narcotráfico, la impagabilidad de la deuda pública, el derecho al voto de la diáspora, la protección a los agricultores y productores locales. Pues las consultas deberían ser: reglamentación de las drogas sí o no; otras marinas mercantes sí o no; moratoria sobre la deuda pública sí o no; derecho de Puerto Rico a acogerse a procesos de quiebra sí o no; protección a nuestra producción sí o no. Para el derecho al voto de la diáspora no hace falta referendo, pues se puede conferir por ley.

Por esa complejidad, según lo veo hoy, hay una alta probabilidad de que tengamos que transitar por reformas y etapas intermedias que contemplen ciudadanía dual y convenios de libre asociación, sin renunciar a la meta final de la plena soberanía.