American Sniper y la política del olvido

Cultura

Todavía queremos olvidar la guerra en Irak. Hace unos días tuve la oportunidad de ver la película “The American Sniper”, que presenta la historia, adaptada al cine, de Chris Kyle, un francotirador que se ha destacado, interesantemente, por ser el más peligroso de la historia de Estados Unidos. A este héroe norteamericano, porque ahora los asesinos son héroes, aunque me da la impresión de que ese ha sido el requisito para serlo siempre, asesinó a 160 personas en Irak. Su misión fue salvar vidas norteamericanas. El personaje principal, Chris Kyle, escribió en sus memorias que su trauma, sufría de síndrome de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés), era causado no por las muertes provocadas sino por las vidas de soldados norteamericanos que no pudo salvar. Al fin y al cabo, esos iraquíes que asesinaba eran solamente unos salvajes, según el mismo Chris Kyle lo afirma en sus memorias.

Al final de la película se muestran escenas de personas mostrando su solidaridad ante la muerte de Kyle, quien no muere a manos de un iraquí salvaje, como él los describe, sino a manos de un veterano de la guerra a quien él quería ayudar. Las personas se paraban en las calles con banderas de Estados Unidos a honrar a un héroe que no lo era en realidad. Lo interesante es ver cómo esas personas se mostraban solidarias con una visión del mundo porque este personaje no es solamente un soldado, representa una forma de interpretar la realidad. Ante el fracaso de una guerra que hoy saben los mismos que la honran, que perdieron, rescatar a un héroe norteamericano que no teme decir que su causa era justa es necesario, sobre todo, para el orgullo nacional. No podemos olvidar que Irak es el nuevo Vietnam de Estados Unidos. Una vez más van a salvar a alguien que no quiere ser salvado y al final son derrotados.

Chris Kyle dice en sus memorias que “odiaba a los malditos salvajes contra los que estaba luchando”, refiriéndose a los iraquíes y repetía, “salvajes, despreciables, malos, eso era contra lo que estábamos luchando en Irak”. Esta visión del mundo, “nosotros buenos, ellos malos”, es parte de una visión donde el imperialismo se presenta como la única alternativa ante la cual las colonias solo tienen el deber de inclinarse. La guerra que se presenta en la película es un intento por olvidar cuántas vidas despreciables, para el sistema capitalista norteamericano, se han perdido, pero esas vidas no son las de iraquíes sino las de americanos pobres, sin educación o de “color”.

Estados Unidos se ha encargado de sus residuos por medio de la guerra, y el desprecio que siente el sistema por las vidas de los soldados que van a dar su vida por su país es más que evidente en la película. Por eso es que puedo afirmar que intentando inventarse un héroe en una guerra que perdieron lo que se hizo fue desnudar el sistema que lo asesinó.

La película “The American Sniper” solo nos recuerda que la vida de Chris Kyle y de otros como él no tiene ningún valor para Estados Unidos. Al final, el presidente George W. Bush pudo bromear con el hecho de que no existían las armas que fueron a buscar y el vicepresidente Dick Chaney supo seguir jugando el papel de director corporativo sin temor. La vida de esos soldados, usualmente pobres o negros, hispanos o blancos, no importan porque los que decidieron entrar en la guerra realmente no lo hicieron por patriotismo o algo parecido. El fin de la película es convencer a la gente de que hay bondad en asesinar personas; yo no me lo creí. Al terminar la película sentí como que la gente iba a aplaudir. Salí corriendo del cine; no habría un acto más ridículo e insultante que ante una vida como esa un pueblo de colonizados se ponga de pie a aplaudir, sobre todo cuando lo que Chris Kyle dice del salvajismo de los iraquíes es lo mismo que esos, en su día, dijeron, o dicen, de nosotros en Puerto Rico. “The American Sniper” un trofeo a una guerra perdida y la derrota de una nación.

Crédito foto: RM Gillespie , Wikimedia Commons, bajo licencia de dominio público