Hoy podría ser un día interesante en el Capitolio de Puerto Rico. No es que haya una sesión legislativa clave sobre alguna pieza de ley que vaya a cambiar nuestro futuro, sino que se trata de un día de demostraciones y marchas a favor y en contra de la Ley 108, que ordena crear un currículo que trate el asunto de perspectiva de género para nuestras escuelas.
La Ley 108, que le ordena al Departamento de Educación y a la Procuraduría de la Mujer crear este currículo, ha causado revuelo en muchas de las comunidades religiosas de la Isla. Aparentemente, lo que más le arde a los oponentes es un libro que se titula “Sexo…¿Qué es?”, para uso en las escuelas públicas. Aunque el libro llegó a las manos de algunos educadores, el Departamento de Educación hace tiempo retiró su uso ante protestas de grupos de padres y religiosos.
Por otra parte, algunos ministros protestantes han favorecido una educación que incluya una discusión de género. Recientemente, Rafael Moreno Rivas, obispo de la Iglesia Metodista, publicó una carta pastoral a favor de la educación con esta perspectiva. Igual se han expresado líderes de la Iglesia Episcopal.
Reconozco que la oposición a dicha ley es grande y que no se debe descartar como una manifestación solo de extremistas religiosos. Pero hay una diferencia entre una clase de educación sexual que insertar dentro de un currículo una perspectiva de género. Lo que se busca es combatir los estereotipos de géneros al igual que el machismo, que tanto daño hacen a nuestra sociedad.
Ya que el susodicho libro da la impresión de ser un libro de educación sexual, debo decir que entiendo que muchos padres están preocupados sobre qué edad es apropiada para la educación sexual y que esta educación sea demasiado gráfica.
Pero lo que busca la Ley 108 es combatir los estereotipos de género, no crear un curso de educación sexual. Los estereotipos a combatir no se limitan a las preferencias sexuales sino a los roles de la mujer en una sociedad como esta, que se jacta de ser tan moderna. Por ejemplo, no es responsable esperar que las mujeres sean solamente amas de casas y no asuman roles profesionales que tradicionalmente han sido dominados por hombres. Si tomamos en cuenta que la mayor parte del estudiantado de educación superior está compuesto por mujeres, la idea de promover roles alternativos para la mujer debiera ser bienvenida. También se busca entender que está perfectamente bien si una mujer quiere desempeñarse en un oficio tradicionalmente masculino, como la mecánica, para mencionar algo fuera de la educación universitaria.
Una organización clave en organizar la marcha en contra de la Ley 108 es Puerto Rico por la Familia, cuyo portavoz, el médico cardiólogo César Vázquez, es harto invitado a programas radiales y televisivos para asumir la voz de la moralidad. Un sacerdote católico, Carlos Pérez, tan intolerante como Vázquez, también tiene una gran presencia en ese debate. Este sacerdote parece que nunca le ha dicho que no a una entrevista en los medios. Los dos hablan no solo en contra de la comunidad LGBTT, sino de controversias como la despenalización de la marihuana. Parece que la encomienda de estos dos señores es decirle que no a todo que indique un avance en la sociedad. Pero, claro está, derecho tienen.
A Váquez, quien parece no entender la diferencia entre lo sexual y lo de género, también le molesta la posibilidad de que se menoscaben las leyes que permiten los programas de educación en el hogar (el llamado “homeschooling), preferido por algunas familias religiosas. Le preocupa que el Estado obligue a los padres a incluir la educación sexual con perspectiva de género como parte de su currículo privado.
Usualmente estas protestas del “no” tienen suficientes seguidores para esperar manifestaciones nutridas. Mientras tanto, al lado de estos habrá manifestantes en pro de la ley. Espero, como todos nosotros, que no haya ningún incidente que lamentar. Además, ¿no sería preferible que se debata esta controversia de una forma libre de pasiones?
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