Miedo y odio ante el matrimonio Gay

Caribe Imaginado


En la historia que se escriba del país puertorriqueño siempre habrá un comentario sobre lo que ocurrió el 20 de marzo de 2015. La decisión del gobierno de Puerto Rico de no defender la constitucionalidad del matrimonio heterosexual, contó con los gritos de viva de mucha gente en nuestra Isla que llevan décadas activos en la lucha de los derechos humanos y ven en esa figura un dispositivo legítimo de equidad.

Un secretario del Departamento de Justicia, Lcdo. César Miranda, lo más parecido a un hombre de estado que se dirige a su pueblo sereno pero con la tensión que provoca un anuncio que cambia el rumbo de los debates sobre la diversidad sexual en un país profundamente religioso, admitiría que “el día de hoy es importante para el país. Los he convocado para esta conferencia de prensa que a mí entender tiene matices históricos para nuestra ciudadanía y el entorno jurídico del pueblo de Puerto Rico”. Y es que César Miranda lució una postura incólume y digna del asunto difícil de digerir para el fundamentalismo religioso del país de Julia De Burgos.

El anuncio trajo consigo asuntos que habrá que ver cómo evolucionan en un país donde el debate urgente, sobre los derechos de sus ciudadan@s, no está ausente de la crítica por la crítica y de las agendas político partidistas. Interesante de la decisión del gobierno que las tendencias de la jurisprudencia de Estados Unidos se antepusieron a las que se viven en la Isla desde el fundamentalismo religioso que impera tribunales de Primera Instancia y desde el mismo Tribunal Supremo nacional. No olvidemos que han sido los designados por la administración estadista de Luis Fortuño, durante el cuatrienio de 2009 a 2012, en el Tribunal Supremo, son los que incluso han citado la Biblia para fundamentar su decisión de que dos mujeres no pueden adoptar a una niña.

Por otro lado, que la decisión del gobierno se da en un momento en que el fundamentalismo protestante y católico pierde terreno por lo menos en la arena legal, en un país donde hay oficinas de asuntos de Fe en La Fortaleza y en donde abundan los políticos que elevan oraciones a Dios Todopoderoso antes de comenzar los trabajos de una sesión legislativa.

Entonces, que un gobernador ex aprendiz de sacerdote y que reza todos los días en la parroquia del colegio de sus hij@s, haya decidido seguirle la pista a las tendencias globales y apuntalar un principio de derechos humanos – dejando claramente establecido la separación de Iglesia  y Estado – siempre es una ganancia para el país.

No olvidemos que ese fundamentalismo religioso que se afinca en el discurso discriminatorio y prejuiciado contra la diversidad sexual, está representado por aquellas denominaciones Cristo Inc., cuyo liderato salió en su mayoría de las Iglesias históricas. Esto, porque abrazaron el principio del discurso demagógico e histérico de “Cristo viene”, para dominar masas que mantienen – con sus diezmos mensuales - sus condiciones de apóstoles y enviados de Dios, con lo que significa la opulencia en del capitalismo salvaje justificado con el mensaje igual de demagógico de que ese ha sido el mandato divino.

Un discurso de miedo… una retórica poco culta que se fundamenta en el poder de unos pocos sobre otros muchos. Pero también hay Iglesia histórica, la Católica, que al menos en Puerto Rico insiste en el discurso pasé de la familia de otros siglos, la que ya no existe, la que no se sostiene ni en una institución cuyos escándalos de pederastia la perseguirán por siempre. Otra vez, la opresión de unos sobre otros. El intento de no soltar el poder de unos pocos sobre otros muchos.

No es casualidad que el crecimiento de esas tendencias fundamentalistas vaya de la mano con el del movimiento estadista en la Isla. Es historia que el protestantismo que llegó a la  Isla de la mano de la cultura estadounidense que se impone desde el 1898. Y las ejecutorias de muchos de los líderes de la estadidad parecen asemejarse cada vez más al sentido de deber divino y primerísimo del tener, versus el proyecto de amor al prójimo, solidaridad para hacer crecer el país y la necesidad de cultivar el espíritu.

Las imágenes de los últimos 20 años de la ‘grandeza’ con que viven y la ambición de los políticos retratados por las cámaras de la corrupción, no se distancian mucho de las que vemos personificadas en figuras “apostólicas” de espejuelos Cartier, colección de relojes y “makeovers” de pasarela de púlpito. Unos insisten en que “la ira de Dios” recaerá sobre el pueblo si el gobierno viabiliza el matrimonio gay y los otros, que moriremos de hambre si nos seguimos alejando de Estados Unidos…que seremos república pobre, si insistimos en la identidad de una nación con todas sus letras. Y la histórica iglesia Católica intentará intervenir en el poder del Estado para poner a los suyos a votar en un referendo, Matrimonio Gay Si o No.

De ahí que el miedo de algunos parece salir de los votos que alegan que pierden si afirman la necesidad de otorgar derechos a las parejas del mismo sexo. Del lado de los que llaman insistentemente a la ira de Dios, al hecho de que pierdan control y poder sobre aquéllos que sin cuestionárselo separan el diezmo muy a pesar de sus propias economías familiares o entregan hijas e hijos porque así lo ha pedido el líder.

Son muchos los que tienen que sentarse a dilucidar qué hacer con el gobierno que el 20 de marzo decidió no pelear la constitucionalidad del artículo 68 del Código Civil de Puerto Rico que establece que el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer.

Para los que hemos abogado por la equidad, de acuerdo o no con la figura del matrimonio y a pesar de no estar formalmente luchando para ello desde organizaciones políticas, celebramos la decisión por lo que supone para nuestro entorno social que comience a hablarse normalmente de la diversidad sexual, sin que sea un lastre que te limite el empleo, el respeto de los demás y hasta el amor de la familia inmediata.

Es que a fuerza de que comiencen a reconocerse derechos, los protagonistas de discursos políticos y sociales, donde se ubica el poder de legislar y de impartir justicia, tendrán que hilar fino a la hora de discriminar. No es que sea una garantía pero es un gran paso que jamás nuestra generación pensó vivir para verlo.

Nuestro país es uno muy apegado al sentido de la religiosidad, situada en Dios, Alá o en Yemayá, tanto en la comunidad heterosexual como en la LGBTTI. De ahí que muchos de los que se sitúan en el cristianismo crean como una cuestión de principios en esa figura que tiene una fuerte génesis religiosa.

Recientemente científicos puertorriqueños hicieron un importante descubrimiento en neurociencia en cuanto a que las memorias recientes se comportan en el cerebro de manera diferente a las memorias más viejas. Todo, en el contexto de las memorias del miedo, que son las que nos hacen sentir ansiedad y miedo. Valdría la pena que alguno de los que sienten el miedo a la diversidad sexual, unos y otros, participen de este estudio que ha puesto a la Universidad de Puerto Rico en la boca de científicos internacionales por tan importante descubrimiento. Porque con o sin sus miedos, la reivindicación de derechos de las prejas del mismo sexo, llegarán para quedarse en un país lleno de contradicciones, pero donde vive mucha gente que deja el miedo en la gaveta.

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