Los hijos de la derrota: posmos y cerepistas en la historiografía boricua

Economia Solidaria

altLo que se conoció como la “Nueva Historia” en la década de los setenta y principios de los ochenta fue un movimiento intelectual que pretendió comprender la realidad de Puerto Rico. Ese intento por comprender implicó un esfuerzo colectivo de producción intelectual, estudios, debates y escritos populares que intentaban dar cuenta de los cambios que estaba sufriendo Puerto Rico.

Desde el surgimiento de la plantación, como sistema económico, hasta el desarrollo de la clase obrera, los escritos de estos intelectuales tomaron partido por un proyecto social sin precedentes. Ningún grupo de intelectuales anteriormente habían tratado de producir una lectura sobre nuestros problemas de manera independiente, y luego de ellos tampoco. Entre esos intelectuales tenemos que mencionar a Ángel Quintero, Gervasio García y Marcia Rivera entre otros.

Recientemente le pregunté al profesor Ángel Quintero si sus escritos sobre la salsa, el baile y la música, sus más recientes producciones, son una prueba de que se dieron por vencidos. La respuesta del profesor fue sorprendente, por honesta, y a la vez estimulante. Parte de la respuesta es que “nosotros somos hijos de la derrota”. Se refería al hecho de que las luchas de los setenta y los ochenta terminaron derrotadas, aunque todavía queda gente por ahí que cree que están en las mismas luchas. No es lo mismo la lucha de los setenta donde los estudiantes tomaban la universidad por la fuerza a la lucha de hoy donde se reúnen con los rectores y deciden colectivamente realizar un paro. No es lo mismo la huelga de los ochenta, con todos sus desbordes de violencia, y la huelga del jueves pasado con un grupito de estudiantes haciendo teatro frente a los portones de la UPR. No se confundan, no estoy criticando la forma de lucha de hoy, todo lo contrario admiro y apoyo los esfuerzos concertados de las nuevas generaciones. Lo que digo es que no es lo mismo la lucha de los setenta  a la de hoy, a pesar de que hay gente que cree que están en las mismas luchas de antes.

El profesor Ángel Quintero, Gervasio García y Marcia Rivera pertenecieron a un grupo conocido como el Centro de Estudio de la realidad Puertorriqueña (CEREP) que comenzó ante la derrota del Partido Popular Democrático en el 1968 y dejó de existir para la época de la derrota del proyecto socialista de la década de los setenta. Es por eso que se trata de una generación que es hija de la derrota.

Salió de esa época el movimiento conocido como la posmodernidad o los “posmos”, no del grupo de CEREO claro, sino de otros movimientos que pertenecieron a las luchas de la época. El profesor Carlos Pabón, conocido por sus aportaciones al pensamiento alterno de la posmodernidad, confiesa que es hijo de esas mismas luchas.

Luego llegó la derrota, como afirma Ángel Quintero, y los estudios culturales. Se abandonó el tiempo de las luchas, de los obreros, de los libros de fotos para que la gente de a pié los leyera, y se comenzó a escribir sobre música, boleros, salsa, y sobre aquellas producciones que habían sido ignoradas durante mucho tiempo. Ahora Gervasio García escribe un libro sobre las miradas del 98, sobre la historia secreta o la censura eclesiástica y Marcia Rivera viene desde Uruguay centrada en aportar desde la posición de asesora del poder.

De nuevo, ninguna de las actividades de este sector me parece que sea un error, todo lo contrario, sus aportaciones siguen siendo tan importantes como en la década de los setenta. Se trata de un reenfoque, no de un abandono. Eso es lo estimulante de la respuesta de Ángel Quintero. Los libros de salsa es una literatura “parejera”. Esto significa que se trata de un desafío ante las aportaciones eurocéntricas que caracterizan a otras corrientes intelectuales. Mientras que los “posmos”, siendo también hijos de la derrota, siguen centrados en Europa como centro de referencia, los cerepistas se centran en una propuesta que parte de los que somos en el Caribe.

Recientemente Carlos Pabón publicó un ensayo donde analiza el devenir del independentismo radical de los setenta y los acusa de terminar siendo “melones” que apoyan al Partido Popular Democrático a partir de un nacionalismo trasnochado. La crítica principal que Pabón le hace al independentismo de los setenta es que asumió el “tercermundismo”, una ideología fruto de las luchas de descolonización que “camufló el antiimperialismo como socialismo”. En el fondo se lamenta Pabón de que el independentismo de los setenta haya adoptado un producto descolonizador y no un socialismo clásicamente europeo. Por que si se lee con cuidado su escrito podemos ver que su crítica va por la línea de la definición, lo que es verdaderamente el socialismo es lo que Europa dice que es socialismo, según Pabón, y por lo tanto lo que el “tercermundismo” dice que es socialismo no lo es. ¿Por qué? Porque el socialismo es europeo y por lo tanto sólo su interpretación es válida. El ataque de Pabón contra el nacionalismo parte de una interpretación eurocéntrica del proceso político.

El debate real es entre los eurocentristas, como Carlos Pabón, y los caribeñistas, como Ángel Quintero. Los primeros proponen que el independentismo abandonó el “verdadero” socialismo por haber adoptado un discurso nacionalista culturalista que viene de las luchas de descolonización del Tercer Mundo. Los segundo, caribeñistas, afirman que escribir sobre la cultura, desde la cultura, es un acto de “parejería” por que coloca como fuente del conocimiento la voz de los pueblos excluidos y marginales. Ambos, los “posmos” y los cerepistas, son hijos de la derrota, la diferencia es que unos la asumen desde el colonialismo cultural e intelectual, citando constantemente a los padres del saber de Europa, y otros se asumen como productores de un saber propio, y por lo tanto se constituyen en un desafío.