Sí, Puerto Rico está solo, y solo debe continuar

Economia Solidaria

La clase dirigente boricua pro la relación con Estados Unidos, ya sean los miembros del Partido Popular Democrático (PPD) o el Partido Nuevo Progresista (PNP), está hoy en crisis. Ambos añoran la relación con el poder metropolitano, de forma paternal y protectora, la cual en el día de hoy no está. Puerto Rico atraviesa por una crisis financiera a nivel estatal, que tiene implicaciones en la calidad de vida de los boricuas y, sobre todo, que empieza a incidir en el futuro mismo de la nación caribeña. Puerto Rico está en crisis, pero no está solo. El hecho de que el Gobierno de Washington, el poder metropolitano, no esté mostrando ningún interés por producir un rescate financiero no quiere decir que el País esté convocado al colapso. El País aún cuenta con una identidad unitaria, a partir de la cual puede surgir una opción: en la nación puertorriqueña yace una posible solución.

En el día de ayer, como se explica en otra columna hoy en El Post Antillano, el secretario del Tesoro federal, Jacob Lew, se expresó en torno a, de forma genérica y sin compromiso, que hay que ayudar a Puerto Rico a salir de la crisis. No obstante, es un asunto del Congreso federal resolverlo. Es decir, seguimos en la conversación del poder político en EE. UU., el cual sigue respondiendo de igual forma: se trata de un asunto que el Congreso debe atender o, en el mejor de los casos, un asunto que los boricuas deben resolver.

Hoy la solución nacional se divide en tres bandos: el Gobierno de Puerto Rico, liderado por el grupo fiscal del gobernador Alejandro García Padilla, del oficialista PPD. Este grupo lo dirige la presidenta del Banco Gubernamental, Melba Acosta, quien ha sabido defender muy acertadamente la postura oficial del Gobierno de Puerto Rico del impago de la deuda. De forma liviana, el principal partido de oposición, el PNP, se suma a la postura del Gobierno, de forma muy cualificada, cuando alega que la única solución es tener el sistema defensivo de la quiebra federal, el cual al día de hoy el poder político de Washington ha negado.

El segundo grupo son los bonistas y los sectores del poder en Washington que se oponen a que Puerto Rico se salga de la situación crítica en la cual se encuentra sin un plan organizado o mediante un plan organizado. Es curioso, pero entre el informe que el Gobierno utiliza, el llamado Informe Krueger, y un informe en respuesta pagado por los bonistas de The Ad Hoc Group, liderado por el economista Claudio M. Loser, el cual fue publicado el pasado lunes, no hay mucha diferencia. Básicamente, uno dice que se puede pagar la deuda (el informe Loser), y otro dice que no se puede pagar (informe Krueger), liderado por la economista Anne Krueger. Ahora bien, en lo que coinciden abiertamente ambos informes son en tres asuntos medulares: hay que subir impuestos y mejorar la captación de los mismos; hay que reducir el gasto público; y ante la baja poblacional, el Gobierno debe reconsiderar los servicios que ofrece. En otras palabras, la medicina como el diagnóstico son ambos de corte neoliberal y atentan contra un estándar de vida impulsado en Puerto Rico en los pasados 60 años.

El tercer grupo que se ha organizado es el de las izquierdas múltiples que operan en Puerto Rico, las cuales están poco a poco dando una cátedra de organización social. Por un lado, está el comité de diálogo que ha generado el grupo Todos Somos Pueblo y los sindicatos de la UTIER y la UIA. Por otro lado, está el Frente Amplio por la Asamblea Constituyente. También la Mesa de Diálogo Independentista, así como Acción de Pueblo, la Mesa de Diálogo Feminista o de las Mujeres y, de forma independiente, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), que de forma consistente declinó participar en el comité creado por el Gobierno. Bueno o malo, y ante la amenaza del PNP de salirse de dicho comité, la vida y la historia le darán tal vez la razón al PIP por haber declinado desde el comienzo.

Hoy solo vemos respuesta a la crisis, si tomamos en cuenta a estos tres sectores, en una solución que sea boricua de forma autóctona. En otras palabras, sea por el Gobierno, sea entre el Gobierno y los bonistas, o sea entre el Gobierno, los bonistas y la sociedad civil de izquierdas, toda solución prescinde de Washington y nos afirma a nosotros.

Es momento de tomar el toro por los cuernos. La solución a nuestros problemas económicos reside en nosotros mismos. Es momento en el cual los sectores que estemos dispuestos a salvar a Puerto Rico lo hagamos y nos sentemos a negociar pese a nuestras diferencias ideológicas. A partir de esa negociación podríamos tener soluciones a otros problemas, incluyendo el estatus político de la Isla. Intentemos.

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