¿Por qué la zona turística tiene agua y el pueblo tiene racionamiento?

Economia Solidaria

Aunque no lo creas, esta sequía tiene sus beneficios. Déjame contarte algo. Aparte de no tener que sacar tiempo para limpiar el carro o bajar la “trastera” interminable, esta sequía hace palpable lo vital que es tener a nuestro alcance los recursos básicos necesarios para lograr una calidad de vida agradable. Y en una sociedad que se le hace difícil reconocer que todo tiene su límite, es bueno, de vez en cuando, toparnos con lo que pensamos ser tan inconcebible -el fin de los recursos que sostienen este despilfarro. Y mientras muchos ya van para casi tres meses de racionamiento, a otros, como a mí, no nos ha tocado sufrir ni un solo día de esto.

Muchos dirían, “qué afortunado eres, tienes agua todos los días”, mientras yo lo único que logro preguntarme es, “¡¿y por qué aquí no se raciona en una sequía?!”.

Hace un tiempo, por no decir varios meses ya, me mudé a Condado “City”. La “cremme” de la “cremme” del área turística, según me cuentan las lenguas. Y, al contrario de lo que pensarán muchos, no lo hice para ostentar o insertarme en un estrato social superior a la que pertenecía. Mi decisión de mudarme fue tomada a partir de necesidad, mucho sacrificio y, a su vez, baldes y más baldes de interminable compromiso con mi país y conmigo mismo. Y de los pocos contemporáneos que todavía permanecen en esta tierra, tuve la oportunidad de enterarme porqué en mi casa no se raciona agua durante una sequía.

Según me informan, Condado es parte de la famosa zona turística. Una zona que es suplida por el gran “supertubo” de nuestro sistema de acueductos. Me sorprendió mucho la tranquilidad con la que me informaron esto y aún más me alarmó la tranquilidad con la que otros tomaron esta información luego de contarles lo que hace poco había descubierto. Me decían, “sí, es que estamos en zona turística” con una normalidad descabellada. Como si eso validara despilfarrar un recurso tan vital como lo es el agua. Más alucinante aún es saber que los hospitales sufren del mismo racionamiento que el resto de los ciudadanos mientras los hoteles de nada tienen que preocuparse por la ausencia de agua. Si me dejo llevar por esta lógica, lo único que puedo entender es que es más importante la cama de un extranjero que la camilla de un paciente nuestro. Y, me pregunto, ¿desde cuándo para un país es más importante el entretenimiento de otros que la salud de sus propios?

Hacerme esta pregunta me causó mucha indignación. ¡Y eso, que yo no he sufrido ni un solo día de esta sequía! Se supone que yo sea la persona menos indicada para sentir toda esta tormenta de emociones encontradas. Y si sufriera este racionamiento, no estoy muy seguro de cuán calmado y tranquilo pudiera permanecer, sabiendo que mientras otros que no son de aquí están gozando de lo que a mí me corresponde por derecho, yo me tengo que privar de agua por el “bien” que produce el turismo en mi patria. Todo por complacer a una industria que en realidad muy poco le suple a nuestra estabilidad económica a la larga. Y, en ese momento, rápido me pregunté, “¿y en dónde están nuestras prioridades?”, “¿en dónde están las personas que las hacen valer?”. Y tan pronto me pregunté esto me acordé que, mientras los embalses se podrán estar secando, somos nosotros los que hace mucho antes de esta sequía carecíamos de agua o, más bien, la sustancia crítica necesaria para discernir entre lo justo y lo necesario.

Crédito foto: Jon B, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)