Donald Trump y Jorge Ramos: ¿Cuál es el problema, los migrantes irregulares o la Constitución de EE. UU.?

Economia Solidaria

Llevamos días diciendo en este periódico, El Post Antillano, que no podemos tolerar de ninguna forma y manera las posturas xenofóbicas que el precandidato presidencial en EE. UU., Donald Trump, ha asumido contra las poblaciones migrantes y, en particular, los migrantes irregulares. Así las cosas, en el camino de su precandidatura, desde el pasado mes de junio, Trump ha insultado al pueblo mexicano y, en particular, a las poblaciones migrantes que viven en EE. UU., regulares e irregulares. Es decir, los insulta por igual, tengan un estatus legal o no lo tengan, pero en su forma de ser, los junta a todos y los maltrata de forma verbal. Su verbo despectivo ha continuado contra todo aquel que él entienda es un obstáculo a su gesto provocador y que, por ende, le ayuda a crear pauta, noticia y, sobre todo, atraer al voto más conservador de EE. UU., que tal parece no se estaba movilizando antes de 2015 en su partido.

Como parte de su campaña política, en el día de ayer, en una conferencia de prensa en Dubuque, Iowa, el magnate Donald Trump arremetió contra el periodista de Univisión, de origen mexicano, Jorge Ramos. Así las cosas, durante la conferencia de prensa, primero Ramos fue removido de forma voluntaria, pero asertiva, de la sala, y luego Trump lo autorizó a volver a entrar. Una vez regresa, ambos entran en un largo debate, cinco minutos en una conferencia de prensa, donde el dime y direte es parte de la escena. ¿Quién sale airoso? Nadie. ¿Quién pierde más? El pueblo migrante de EE. UU.

Es curioso, pero el problema humano de poblaciones migrantes irregulares, es decir los llamados sin papeles, se ha convertido en el tema más candente en este momento de la humanidad. En el Caribe y las Antillas este nos toca muy de cerca.

Por un lado, tenemos una crisis hoy en la frontera de Venezuela-Colombia, y por otro lado, desde el año 2013, el gobierno de República Dominicana intenta regular a la población haitiana sin papeles que vive en su país. Ambos asuntos son muy controvertibles, pero se imponen con una fuerza única en el imaginario de nuestra región hoy.

Ahora bien, la postura de Trump, que lamentablemente parece que tiene una fuerza sin precedente en el pueblo blanco y republicano de su partido, trae aparejado un problema mayor. En el momento actual, y por los pasados diez días, Trump introdujo una variable, que ha ganado fuerza, y esta era el eje de la discusión con Ramos ayer, que es realizar un referendo constitucional para enmendar la Constitución de EE. UU. Según Trump, hay que modificar la Constitución de EE. UU. para enmendar el artículo 14 y eliminar la disposición de que toda persona nacida en EE. UU. tenga el derecho a ser ciudadano.

Realmente hablando, es una idea terrible para uno de 35 Estados en el mundo, que acoge el derecho de ciudadanía por nacimiento. El resto de los países no lo acoge y entran otras consideraciones para conferir ciudadanía. Ahora bien, en la tradición de EE. UU. este elemento es sinónimo de libertad. La pregunta de Jorge Ramos a Trump ayer no era necesariamente en torno a esto, sino cómo deportar a 11 millones de personas. Ahora bien, la contestación de Trump se fue por modificar el derecho a ciudadanía por nacimiento.

Es interesante pues para los boricuas este debate tiene mucha resonancia. Es decir, los boricuas asumieron por voluntad del Congreso de EE. UU. la ciudadanía de dicho país desde 1917. Ahora bien, no está claro, sobre todo a partir de legislación de 1940 sobre la ciudadanía, si los boricuas hoy la asumen en virtud de la Ley Jones de 1917 o por virtud de haber nacido en territorio de EE. UU. Nadie sabe la contestación hoy.

Lo que sí sabemos es que los boricuas, tanto los 3.6 millones que viven en la Isla o los 4.4 millones que viven en EE. UU., son ciudadanos por virtud de haber nacido en un territorio. Ahora bien, si nuestra voluntad es hacia la independencia, la postura correcta es apoyar a Trump, y luchar porque su referendo se apruebe y rescatar nosotros la ciudadanía boricua plena. Pero si nuestra postura es en solidaridad con los derechos adquiridos por los migrantes, regulares o no, y en apoyo a 11 millones de personas en condiciones de ciudadanía precaria, entonces habría que oponerse a Trump.

Es curioso, pero vivimos en un tiempo donde tenemos nuevas preguntas y no tenemos aún contestaciones. Que cada cual reflexione.

Crédito foto: Gage Skidmore, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/)