Aunque no me lo crean volver a escribir es un reto luego de varias semanas sin hacerlo. Es decir, El Post Antillano se convierte en parte de uno, pero también nos logramos separar, y luego olvido mis deberes. Es curioso, pero escribir, como toda disciplina, se aprende y se olvida. Soy de los que apuesta, que con disciplina, casi todo se aprende – inclusive el arte de escribir.
Regresar ahora a escribir para El Post Antillano, se convierte en un deber social. Es parte de mi mirada de como podemos contribuir a una mejor sociedad. Desde esta lógica pienso, que lo podemos hacer escribiendo desde y para el Caribe. De eso trata este proyecto – ahora bien, puede mi disciplina alcanzar el arte de escribir en torno a esta región del planeta llamada Caribe. Pienso que si.
Pero un mes después, tanto el Caribe como el Post Antillano se ven como lugares extraños en mi vida. El uno, por ser una región, que aunque la vivo diariamente, me parece que transita en la distancia de mi vida cotidiana. El otro, un periódico que ha calado profundo en mí, y me ha invitado a re-pensar como comunicamos, qué comunicamos y sobre todo cómo comunicarnos.
De esta forma, creo que debo alcanzar dos niveles con esta conversación: por un lado acercarme más al Caribe, y digo a todos los niveles sociales, donde alguien reclame ser parte de la región; y por otro lado, repensar que decimos en las columnas de forma tal que nuestro pensamiento, igualitario, y contra toda autoridad, pueda co-existir con otros miembros de su comunidad.
En fin, que, como dice la canción, “nadie es eterno en la vida”. Volveremos a facilitar este diálogo y volveremos a escribir.