El Clan o la compleja mirada de la memoria histórica donde todos somos colaboradores

Cine caribe

El Clan (Dir. Pablo Trapero, Argentina, 2015) es posiblemente la mejor contribución que se ha hecho en mucho tiempo para repensar la época de la dictadura Argentina de 1976 a 1983. En particular para superar el binomio de ellos y nosotros, de los buenos y los malos, para enfatizar de forma mucho más compleja en la complicidad que nos vincula a todos con el pasado. Ojo, sin populismos, pero la película maneja un nivel narrativo complejo: la dictadura se sostuvo porque a partir de la represión de los milicos, se desarrollaron otras formas represivas en las cuales “todos y todas” fuimos colaboradores de la dictadura.

Pablo Trapero tiene una interesante aunque corta tradición cinematográfica en la cual hace cine como director, guionista y productor de sus filmes. En esa trayectoria, en el Clan se destaca como un todo en conjunto que produce una película que es, más que nada, un recuento doloroso de la historia en paralelo del clan familiar de los Puccio. En este clan, el padre, así como sus cinco hijos y esposa, participaron de esquemas de extorsión contra víctimas secuestras, al estilo de los milicos, donde las familias eran requeridas de pagar una suma de dinero para la liberación de sus seres queridos.

Lo interesante de esta película que nos narra una historia verídica en la cual toda la familia fue colaboradora, es el hecho de que tanto los unos como los otros dentro de la familia tomaron roles activos o pasivos que permitieron destruir vidas en paralelos de otros argentinos. Aunque, el eslabón de estos delincuentes se vinculó, directa e indirectamente, al proceso de dictadura que se vivía en Argentina. Tanto la familia, como el padre, Arquímedes Puccio (Guillermo Francella), eran a fin de cuentas colaboradores del régimen. El padre de forma doble, pues trabaja para la inteligencia del estado, mientras que dirigía desde su hogar otro operativo similar de represión.

Ahora bien, la representación del padre Puccio era en tres dimensiones: por un lado, como parte del estado, reprimiendo a las izquierdas; por otro lado, como parte de su activismo delictivo que secuestraba personas desde una lógica dictatorial; y finalmente, como jefe de clan que mantuvo a su familia en un régimen autoritario para que colaboraran con él. Terrible episodio.

Es una película muy dura, pues los tres niveles de la represión no habían sido contados con anterioridad. Aun nos recordamos del clásico del cine argentino, La historia oficial (Dir. Luis Puenzo, Argentina, 1985), la cual representó un cambio de paradigma en nuestras vidas. No obstante, El Clan nos lleva a lugares del dolor desconocidos.

En fin, hay que verla. Vaya sobrio o sobria. No vaya solo. Y tenga un pañuelo a la mano. Puede que llore.

 

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