La deuda no es el problema, ni el estatus tampoco

Economia Solidaria

(San Juan, 1:00 p.m.) En Puerto Rico vivimos del mito y el sistema colonial se encarga de enfatizarlo todo el tiempo. Cuando se habla de la deuda ese es uno de esos mitos que Moody’s se ha encargado de promover una y otra vez. Nos dicen que tenemos la mayor deuda per cápita de los Estados Unidos. El mito se hace realidad porque simplemente se cree por fe, se acepta y se repite como herramienta política. El problema es que no es verdad. La deuda per cápita de Puerto Rico es más o menos unos quince mil dólares mientras que la deuda de otros estados, como Alaska, que es de cuarenta mil, o de Connecticut, que es de treinta mil dólares, son mucho mayores. Pero eso no importa, Un economista al servicio de quien sea sacará un cálculo y dirá que según tal o cual perspectiva la de Puerto Rico es mayor. Y así se sustentará el mito de que somos inferiores porque no sabemos administrarnos.

La deuda en Puerto Rico es un arma política. Se utiliza para decir que los partidos que nos han administrado son irresponsables. Lo interesante es que esa misma arma política es utilizada para justificar la intervención del gobierno federal en nuestro país. Es necesario que ellos, el mesías del mundo, vengan a salvarnos porque somos tontos, inferiores, un desastre gobernando. Necesitamos que los federales vengan por nuestra salvación porque no sabemos qué hacer, ni cómo hacerlo y porque nuestra deuda, que según algunos economistas es la más grande del mundo, es una prueba de que no sabemos cómo salvarnos nosotros. Lo más serio es que sectores de izquierda utilicen el argumento para adelantar su proyecto. Si no sabemos cómo hacerlo y somos incapaces la solución es que venga el americano a decírnoslo, repite la mayoría del pueblo.

El sistema colonial funciona muy bien en cuanto a su hegemonía ideológica. Es como el sistema de supremacía blanca, es por ello que ambos son manifestaciones del mismo tipo de dominio. En el ámbito de la ideología el sistema tiene que convencer de que el dominado es inferior, tonto, bruto o simplemente un niño que tiene que ser controlado. En la década de los ochenta ese discurso supremacista se configuró por medio del discurso académico sobre la clase baja, la llamada “underclass”, y los guetos. La gente de los guetos no sabe cómo gobernarse, decían, por eso es que los programas de control, seguridad y policiales son la forma de intervención estatal. Ese mismo sistema, que es un colonialismo interno como lo indicaban las Panteras Negras en los sesenta o los Young Lords en Nueva York, es el mismo sistema que se utiliza para estructurar el poder en Puerto Rico. Si no sabemos cómo administrarnos, y tenemos la deuda más grande de los Estados Unidos, a pesar de que no sea verdad, entonces procede que tenemos que ser dominados, controlados y administrados por el blanco, porque sí es una cuestión racial.

En Puerto Rico la izquierda, y los sectores independentistas que no siempre son de izquierda, han caído en la trampa de la supremacía blanca. Se repite el mito de la deuda, y los sectores independentistas insisten en que es una cuestión de estatus. Lo que nos falta son poderes soberanos, repiten, y el común de los mortales dice “unjú”. Y se repite el discurso de la inferioridad, y se alegran del fracaso del Estado Libre Asociado olvidando lo que dijo Don Pedro Albizu Campos de que la victoria de un puertorriqueño sobre otro puertorriqueño era la derrota de la patria. Y en ese sueño inmemorial de la soberanía, o la independencia, y del estatus y la lucha sin fin que nos paraliza se nos van las energías de los sectores más inteligentes y creativos del país.

Discutiendo la tontería de si se inserta la palabra independencia en una resolución. Qué clase de tontería pensando que el país se nos va de las manos con nuestro consentimiento. Porque cada vez que repetimos el mito de la deuda lo que hacemos es darle la razón al sistema de supremacía blanca, somos inferiores, somos tontos necesitamos un salvador.

Puerto Rico ha perdido a su izquierda. Se nos perdió en el sueño neoliberal de la soberanía. Nos tragaron a los sectores que podían haber hecho algo y cayeron en la trampa del sistema de supremacía blanca. Hoy nos queda poco en las manos. La deuda no es el problema real, hay otro, más complejo, más serio. Preferimos no verlo. Preferimos repetir el mantra, “somos inferiores, somos tontos, necesitamos un salvador”, y hasta los sectores de izquierda se tragan la historia. Y la repiten. El problema no es la deuda, pero tampoco lo es el estatus. El problema es otro y se nos escapa por la miopía del estatus. Caímos en la trampa.

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