Algunos apuntes sobre Daniel Santos a los 100 años de su nacimiento

Caribe Hoy

A la memoria de Ángel Ramón Maldonado O’Neill, puertorriqueño de valía. Que descanse en paz con tus padres, hermano, tío y abuela querida.

En días pasados se cumplieron cien años del nacimiento del cantante boricua Daniel Santos, conocido internacionalmente como el Eterno Anacobero y el Jefe. Apodos muy simbólicos cuando se considera que el primero fue acuñado en Cuba y el segundo en Colombia. Países sobresalientes por derecho propio cuando de música se trata. Y en ambos plantó bandera Daniel.

Mis primeros vínculos con Daniel Santos fue oírlo en la radio y en los discos viejos de acetatos y el saber que mi hermano mayor había registrado a su hijo menor con el nombre de Daniel en honor a su amigo Daniel Santos. Quien en algunas ocasiones llegó temprano en la mañana a casa de la vieja a comerse un sopón de gallina en compañía de mi hermano luego de una noche bohemia de cantos y poesías.

Lustros después, tuve la oportunidad de participar parcialmente en su presentación en el Teatro Central de la Universidad de Puerto, recinto de Río Piedras. Eran los años de la década de los sesentas. El causante y gestor principal de su polémica (por ser Daniel Santos) presentación fue Pedro Clemente, quien comenzaba a surgir como productor y quien luego fuese pieza fundamental de la fundación del famoso Festival de Bomba y Plena de Puerto Rico.

Una vez conseguida la autorización para la presentación de Daniel Santos en la Universidad de Puerto Rico y ya organizado todo el evento (lugar, fecha, hora, sonido, luces, acompañamiento musical, seguridad) y en víspera de que comenzara surgió el problema que Daniel requería de su whisky escocés Johnny Walker, etiqueta negra para mantener afinada su voz. Y según nosotros para mantenerse entona’o.

El problema no era el costo de su elixir, el problema era que estaba prohibido por las autoridades universitarias el consumo de bebidas alcohólicas en la institución académica que el entonces rector Jaime Benítez llamaba “Casa de Estudios” Y surgió la famosa pregunta ¿Qué hacer? Para buscarle su solución. Y se comenzó la búsqueda de la solución junto con Daniel que nos explicaba que de nada valía tanto esfuerzo para que se le pudiera salir un gallo mientras cantaba. Y nos propuso que el escenario hubiese una mesita con una silla. Y en la mesa un platito con su respectiva taza de café, su azúcar, su cucharita y un termo de café. Y así se acordó y se hizo.

Ya en la función Daniel Santos sentado en la mesa al inicial su presentación se sirvió del termo su primera taza de “café.” Inmediatamente su alta calidad interpretativa secundada por su fama internacional, su magnetismo y dominio del escenario se apoderaron totalmente de la audiencia. Y entre canción y canción Daniel se daba su sorbo de “café” y se servía otro tanto. Ya entonado, corrijo encafetado, expresaba al terminar su trago, digo sorbo: ¡aaahhh! y se relambía su bigote Y en el público comenzaron a surgir las rizas de un entendimiento de cómplices y encubridores.

Fue un éxito total para bien de Daniel Santos, para bien de Clemente, para bien del estudiantado y para fastidio del muñocista Jaime Benítez. Que en su mundo de tules nunca se rozaba con el estudiantado y mucho menos se daba una vuelta por detrás de la facultad de Ciencias Sociales en donde estaban los cafetines de Pancho y Naco en donde el dios Baco siempre estaba presente.

Pasaron los años y una mañana en el aeropuerto internacional de Carolina (hoy nombrado Luis Muñoz Marín en honor al traidor más grande de Puerto Rico en el S. XX) me lo encontré con sus maletas. Lo saludé y le pregunté que si llegaba. Me contestó que se iba para el carajo pues la situación en Puerto Rico se le hacía insoportable. Fue la última vez que lo vi y que platiqué con él en persona.

Daniel Santos en Panamá

En México tuve la dicha de conocer y entablar amistad con el sobresaliente escritor, académico, internacionalista y socialista panameño Dr. Jorge Turner Morales. Quien, en sus años de juventud, mientras era miembro del Sindicato de Estibadores de Panamá, había compartido vivencia con Daniel Santos.

Don Jorge Turner Morales (q.e.p.d.) era un admirador de Daniel y un eterno defensor del derecho de Puerto Rico a su independencia patria. (Tanto que en un momento llegó a expresar que los puertorriqueños habían combatido más por su independencia que los panameños. Y eso es mucho decir)

En una de las ocasiones que platicábamos sobre política sacó a relucir que él era parte de la seguridad de Daniel en su país cuando este se presentaba a cantar - algo que casi siempre era conflictivo ya que Daniel no gozaba de la simpatía de su gobierno – y me relató con picardía como él y otros se enfrascaban a golpes con los de seguridad nacional en la puerta de entrada mientras le daban tiempo a Daniel a salir por la puerta trasera o por donde pudiera para no ser arrestado.

Que Daniel como buen caribeño siempre portaba una cuchilla o navaja. Que las mujeres le sobraban lo cual le traía muchos líos de falda. Los cuales resolvía a golpes de ser necesario pues de cobarde no tenía nada. Y que una vez mientras iban en el coche le dijo: estaciónate y espérame un momento. Así lo hizo, y vio como Daniel se metía por un callejón y en el fondo del mismo prendía un pitillo. Dándole su debida entonación Don Jorge. Le pregunté ¿De qué tipo? Y me contestó: ¡Solo Daniel sabe! Lo que me recordó el dicho de que “El Diablo sabe más por viejo que por Diablo”

Daniel Santos y la Sonora Matancera de Cuba, y Haití

Para la mayoría de los que conocieron a Daniel Santos en vida o que lo conocen por su excelente desempeño artístico como cantante y compositor saben de su exitosa participación con la Sonora Matancera de Cuba en los años de gloria de esta en Cuba. Fue uno de sus grandes cantantes.

Hará como unos 10 años que me regalaron un video de la Sonora Matancera en donde participaron sus sobrevivientes cantantes, incluyendo a Daniel Santos. El evento fue al aire libre en un parque de la Ciudad de Miami, Florida, Estados Unidos de América. Cuando le tocó el turno a Daniel, este expresó que fue el primero en interpretar con su canto los ritmos haitianos en la Sonora Matancera. Acto seguido se apoderó de la dirección de la Sonora Matancera y les pidió que lo acompañaran en su interpretación de las canciones haitianas. Cosa que hizo magistralmente no obstante a su patriarcal barriga y a su bigote y cabellera ya totalmente plateada por el señor tiempo. Sinceramente no entendí las letras de las canciones, pero sí sentí el ritmo caribeño que le puso Daniel acompañado por los de la Sonora Matancera.

Honrando Daniel de esa forma a lo que llamo “La cuna de la independencia de América Latina y el Caribe.” Y lo que me recordó que algunos musicólogos sostienen la tesis de que el son cubano surgió del changüí haitiano.

Definitivamente el cangrejero Daniel Santos (cangrejero porque nació en el barrio Trastalleres de la parada 15 de Santurce, Puerto Rico, al igual que Andy Montañez) es una de las glorias de Puerto Rico. Boricua de barrio proletario que con su arte cursó los confines de la Tierra. Boricua que siempre reivindicó el derecho de su patria a ser libre e independiente al igual que la de las otras naciones.

Espero Daniel que si te visita Ángel Ramón (boricua como tu) en los confines etéreos que te encuentras lo recibas bien en compañía de Toño el Poeta y Don Jorge Turner. Y se tomen unos palos del whisky del que tanto te gusta. Pero eso sí, nada de pitillos, porque van y los arrestan los malos de allá que son los mismos de por acá.