Una mirada desde los colectivos literarios nacionales

Historia

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(Nota Editorial: ponencia presentada como parte del Panel Gestión cultural: un reto histórico en la modernidad, el 24.10.15, en el Teatro América, del Municipio Autónomo de Vega Baja, Puerto Rico).

Mi nombre es Luis Enrique Vázquez Vélez. Además de educador, soy escritor y gestor cultural. Agradezco la invitación que me hicieran los directivos de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores (APH), en especial el dilecto amigo y colega de letras, Dr. Félix M. Cruz Jusino.

En la tarde de hoy, comparezco en representación del Instituto de San Germán, adscrito a la Secretaría Auxiliar de Adiestramiento y Promoción de Empleo (SAAPE), del Departamento de Trabajo de Puerto Rico. Allí ejerzo funciones como Maestro de Historia y de Bellas Artes (con énfasis en Creación Literaria). A la sazón, represento al Colectivo literario En los bordes, con sede en la Ciudad de las Lomas, del cual soy su fundador y director.

La ponencia que habré de compartir con ustedes, lleva por título: Una mirada desde los colectivos literarios nacionales. La misma es parte del Panel denominado Gestión cultural: un reto histórico en la modernidad.

Primero que todo, deseo comenzar diciendo que el Colectivo literario. En los bordes es, hoy por hoy, uno de los principales colectivos de nuestra Nación puertorriqueña. Desde sus inicios en el 2012, nos movió la necesidad de crear un espacio donde se pudiera hablar sin cortapisas, a través del arte literario y de otras manifestaciones afines. Y, por consiguiente, decretar la idea del poder sin par de las palabras con base en la certeza de que el deseo expresado en la forma adecuada provoca su realización. Nuestro concepto como grupo, no se trata ni de una fábrica de escritores ni de una vitrina para curiosos. En este junte creativo, convergen personas de la comunidad -profesionales o no- que sienten pasión por las letras, y, como corolario, están dispuestas a aportar su granito de arena en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y equitativa.

Por medio de esta ponencia, deseo compartir con ustedes –desde mi mirada particular– unas reflexiones en torno a la función de los colectivos literarios nacionales, su desarrollo, y cómo estos inciden tanto en la integración comunitaria como en la consolidación de la conciencia identitaria en la modernidad. Esto, dentro de un marco de una feliz combinación entre Historia y Literatura. ¿Acaso de un pájaro las dos alas?

Demás está decir, que la cultura es lo que nos afirma y lo que nos define como pueblo. En ese sentido, los colectivos literarios nacionales tienen algo que decir. Y, a mi modo de ver las cosas, lo están diciendo de manera efectiva, clara y contundente. En honor a la verdad, es imperativo destacar que los colectivos no son un fenómeno de nuevo cuño. Solo que ahora se han hecho más visibles, más vocales, más presentes en las redes sociales, más accesibles a las comunidades. Estos representan un signo de los tiempos, máxime en los momentos difíciles que nos ha tocado vivir. Es, precisamente, en tiempos de crisis y encrucijadas donde el arte y la cultura adquieren un nuevo significado y se manifiestan de manera insoslayable.

Cabe destacar, que el pasado 17 de octubre de 2015 tuve a bien coordinar un Conversatorio de representantes de unos doce grupos y colectivos literarios. Esto, como parte del Programa Cultural de la XVIII Feria Internacional del Libro de Puerto Rico 2015 realizada en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré de Santurce. En dicho evento, pudimos intercambiar impresiones sobre el trabajo y los proyectos de cada cual, en beneficio del arte literario, la cultura, las comunidades y la sociedad en general en tiempos modernos.

Días antes de la referida actividad, el Dr. Hamid Galib -poeta nacional y Presidente del Ateneo Puertorriqueño- compartía lo siguiente en las páginas de una conocida red social: “Cuando hace 25 años fundé en Ponce la ‘Conspiración de la Poesía’ junto a Néstor Figueroa Lugo en la radio, me tiré por toda la Isla a tratar de estimular recitales y lecturas, ya que escasamente se decía poesía y, sobretodo, existían muy pocos grupos o colectivos o juntes (encuentros). Estaban los versos presos y moribundos en los libros cerrados y casi nadie se atrevía a leer. Ahora me siento feliz, pues el propósito se ha cumplido. Ahora hay más de cien juntes o actividades en voces fuertes todo el tiempo”.

Confieso, ante ustedes hermanos, que a mí me gusta ver cómo Puerto Rico se apalabra y se enriquece con arte, de punta a punta. Desde Punta Puerca, en Ceiba (al este), hasta Punta Higuera, en Rincón (al oeste); desde Punta Jacinto, en Isabela (al norte), hasta Punta Brea, en Guánica (al sur). Así las cosas, ¿por qué este resurgir en los últimos años de la palabra escrita y hablada, donde el trabajo seminal de los colectivos literarios ha marcado la diferencia? Sencillo: porque la gente necesita del arte y porque el mundo no es perfecto. A mi juicio, la nueva generación de escritores y escritoras –muchos de ellos/as integrantes o colaboradores de colectivos, no importa su edad, nivel educativo o procedencia está muy consciente de los cambios que se han ido produciendo en el Puerto Rico moderno. Estos añaden una nueva perspectiva a las letras, que hasta hace poco habían sido una suerte de monopolio de una clase o grupo cerrado, sin poco o ningún impacto en las comunidades.

Tomo prestadas las palabras de la antropóloga y docente, Dra. Raquel Brailowsky, en la Invitación al lector de la primera Antología narrativa del Colectivo literario En los bordes: “Cuentos para no perder la cordura”. Veamos. “Es particularmente emocionante llegar a la plaza de recreo de algún pueblo, o a un festival, y encontrar un público receptivo, amante de los versos, esperando entronizar la poesía bajo la luna. Hacer gestión cultural no es poca hazaña en nuestro país. Incluso, se entienden mejor los esfuerzos de integración y transformación social por medio de la acción concertada en los deportes, la música y el baile. En el caso de los escritores, la mayoría de las personas nos ven como seres individualistas que producimos textos de forma aislada, por inspiración distante a los intereses y necesidades comunitarias. En el fragor de los esfuerzos de estos años tenemos otra visión, hemos demostrado otra actitud. Hoy día han proliferado los grupos y colectivos literarios por todo Puerto Rico, y es un fenómeno interesante desde la óptica sociológica. Ciertamente, la escritura creativa se ha convertido en un espacio de vida social participativa. Al compartir el proceso creativo o al recitar poemas o contar cuentos, rompemos el aislamiento en que nos han cercado los medios tecnológicos de comunicación masiva. Estamos en la calle compartiendo lo mejor de nuestra imaginación, estamos jugando con la palabra, estamos rompiendo con la marginación y con las estructuras sociales elitistas. La literatura es un espacio intelectual que se comparte”. Palabras con luz de nuestra querida amiga y colega de letras.

No exagero cuando planteo que aquel o aquella que expone su tejido al escribir, comprende como pocos las contradicciones del hecho de estar vivos, de la existencia en tiempos de crisis en las sociedades modernas. Mediante textos que surgen de la inspiración y la transpiración, nos va la vida desafiar al lector; recordarle y exigirle lo mejor de su humanidad e inteligencia. Todo esto, mientras se codifica en un “corpus” lo profundo de la conciencia individual y colectiva. Soy de los que comparten la idea de que la literatura, además de ser un faro liberador y sanador, tiene una importante función social. A los artesanos de la palabra nos urge la creación de realidades alternas.

Desde mi perspectiva, el escritor auténtico y veraz es aquel que disfruta el privilegio de estar vivo cada día y que es capaz de traducirlo y apalabrarlo. Así las cosas, busca arrancarle la piel a la realidad para ver lo que hay abajo y cambiar lo que hay arriba. La libertad debe ser, sin duda alguna, su norte.

En un tiempo dominado por el neoliberalismo, la privatización acelerada del sector público, la marginación de las comunidades, y el abandono institucional de las artes y la cultura –en Puerto Rico y en otras partes del mundo– habría que entender el quehacer vital y la labor de los colectivos literarios nacionales como acto político, en el amplio sentido de la palabra. Aún más, como un acto de profanación de lo que el filósofo y crítico alemán,

Walter Benjamin, denominó “la religión parasitaria del capital que nos deshumaniza”. El gran novelista mexicano, Jorge Volpi, nos ofrece la otra cara de la moneda: “La ficción nos enseña a ser más humanos”. Recordemos que escribimos porque la gente necesita del arte y porque el mundo no es perfecto. Puedo dar fe de que la mayoría de los integrantes y colaboradores de los diversos colectivos en la Isla tienen esto muy claro.

La gestión cultural representa un reto histórico en la modernidad. No hay que ser un Faro de Alejandría para darnos cuenta de que en Puerto Rico el colonialismo postmoderno está tomando nuevas direcciones. Nos queda preguntarnos lo siguiente: ¿qué derroteros vamos a seguir, y cómo podemos desafiar los modelos tradicionales de colonialismo e identidad cultural?

Como soy un optimista empedernido, tengo la esperanza de que los proyectos de los colectivos y otros grupos afines en sus diversas manifestaciones –juntes, encuentros, ferias, festivales, lecturas poéticas, conversatorios, talleres, presentaciones de libros y antologías, etcétera– constituyan una punta de lanza en la formación integral de aquellos que son el presente y el futuro de la Nación puertorriqueña: nuestros niños y nuestros jóvenes. Es necesario llegar a ellos(as), a sus familiares, a sus comunidades, y presentarles el rostro luminoso del arte. Siempre aparecerá una historia para ser contada, un verso para ser declamado, un libro para ser leído, en fin, una catarsis que nos ayude al decir del inmenso Octavio Paz–, a prolongar lo vivido.

Bien vale la pena el esfuerzo que golpe-a-golpe, verso-a-verso y desde-la-orilla realizan los colectivos literarios nacionales para afirmar la cultura que nos cobija y define. La semilla que se ha estado sembrando ya está fructificando. Esta viabilizará una sólida conciencia identitaria.

Amigos y amigas. Como boricua solidario y comprometido con el arte que libera, sana y salva, me atrevo a decretar lo siguiente: la redención tarde o temprano llega.

Muchas gracias por su atención. Que sigan disfrutando de este extraordinario evento. Paz y bien para todos y todas.